Si tan sólo

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El camino seguro a la infelicidad.

“¿Quién es feliz? El que está satisfecho con su porción” (Pirkei Avot 4:1). Muchas personas piensan que esto se refiere a felicidad con nuestra porción material en la vida —con nuestra riqueza o falta de ella— pero en realidad, es mucho más amplio.

Estar feliz con tu porción incluye todos los aspectos de tu vida: tus talentos (¡o falta de ellos!), tus fortalezas, tus debilidades, tu apariencia física, tu trabajo, tus circunstancias familiares… significa no vivir con una constante sensación de “si tan sólo…”

Esto no es fácil de hacer. Todos tenemos el síndrome de “si tan sólo”.

“Si tan sólo tuviera una casa más grande (¡o al menos un baño en la habitación principal!)”. “Si tan sólo tuviera esa pulsera de diamantes (mi esposo sabe a cual me refiero)”. “Si tan sólo tuviera un par más de tacones negros”. “Si tan sólo tuviera un mejor jefe (¡por supuesto no estoy hablando de forma personal!)”. “Si tan sólo todos mis hijos estuvieran casados”. “Si tan sólo mi pareja tuviera un trabajo mejor pagado”. “Si tan sólo no tuviera que trabajar tan duro”. “Si tan sólo no tuviera tantos desafíos”. “Si tan sólo la escuela tuviera un mejor programa correctivo”. “Si tan sólo la escuela tuviera un mejor programa para alumnos talentosos…”.

“Si tan sólo, si tan sólo, si tan sólo”. Es una forma natural pero sin embargo destructiva de vivir. Es una garantía para la infelicidad.

Leí un caso extremo de “si tan sólo” en el NY Times titulado “That Nose, That Chin, Those Lips” (esa nariz, ese mentón, esos labios). La autora, Abby Ellin, describe casos en donde personas procuran cirugía plástica para verse como una estrella de cine en particular.

El artículo hablaba de una mujer de Texas, quien después de mucha investigación, decidió que quería verse como Kate Winslet. Un cirujano plástico de Dallas estuvo feliz de complacerla. Ella “removió cartílago de su nariz, se inyectó relleno dérmico Sculptra para rellenar sus mejillas e inyectó un poquito de Botox en su frente y alrededor de sus ojos...”

Una vez que atiendes una necesidad, tu insatisfacción simplemente se mueve hacia algo diferente.

¿Acaso esta paciente, la Sra. Davenport, es más feliz ahora? El artículo no habla de eso, pero no puedo imaginar que lo sea. Simplemente porque desde un comienzo ella no estaba contenta con su porción. El problema con el síndrome de “si tan sólo” es que una vez que atiendes una necesidad, tu insatisfacción simplemente se mueve hacia algo diferente.

Porque en realidad es una actitud, una forma de ser, un mal hábito. Y la solución no es “rascarse donde pica”, sino eliminarla del todo.

Inherente a la idea de “estar feliz con tu porción” está la filosofía de la Torá de que Dios no ha dado todo lo que necesitamos para desarrollar nuestro potencial, para vivir nuestra vida al máximo y lograr la cercanía más profunda con Dios.

Si pensamos que hay otros prerrequisitos para esta experiencia, estamos equivocados. Tenemos todo lo que necesitamos para lograr la meta máxima en nuestra vida.

No digo que sea fácil. Pero hay solamente dos opciones, vivir una vida de constante insatisfacción e incesantes “si tan sólo”, o vivir una vida llena de paz y felicidad. Es un gran esfuerzo, pero la paga es eterna.

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