5 Maneras de revitalizar tu matrimonio

4 min de lectura

¿Cómo tener un matrimonio vibrante aún después de muchos años de casados?

El año pasado mi marido y yo tuvimos la oportunidad de tomarnos un año sabático para viajar por el mundo, pasar varios meses en Israel estudiando Torá y explorando nuestra espiritualidad. Esta experiencia resultó ser muy valiosa, no sólo por el viaje en sí, sino porque tuvimos la oportunidad de pasar más tiempo juntos, aprendiendo, creciendo y concentrándonos en nuestra relación de pareja. Aprender Torá, mientras explorábamos el mundo y nos redescubríamos, nos ayudó a mejorar la vivacidad y a encender el entusiasmo y la pasión en nuestra relación.

Sin embargo, no es necesario tomarse un año sabático para revitalizar el matrimonio. Todo lo que aprendimos durante nuestro viaje se puede aplicar cotidianamente.

Los siguientes son cinco puntos importantes que hemos aprendido y que pueden ayudarte a fortalecer tu matrimonio:

1. Para mejorar el matrimonio, comienza por ti mismo.

Tendemos a creer que nuestro matrimonio sería mucho mejor si sólo nuestro cónyuge cambiara algunos de sus comportamientos. "¿Por qué mi esposa no puede ser más organizada?" "¿Por qué mi marido no puede ayudar más en la casa?" "¿Por qué ella no puede dejar de gastar tanto dinero?". ¡Deja de exigirle a tu pareja! Un matrimonio es un sistema. Si se altera uno de los componentes, todo el sistema se modifica y reorganiza. Esto implica que si introduces un comportamiento positivo, te sorprenderás al ver que eventualmente tu conyugue responderá al cambio en forma positiva.

Esta conducta es recíproca. Si tienes comportamientos negativos como criticar, demandar o despreciar, tu cónyuge también cambiará... pero para peor. Así que haz algo para ser un mejor esposo, como dedicar más tiempo a tu pareja, controlar tu lenguaje y tus reacciones, planificar salidas gratificantes, ser más bondadoso, paciente, tolerante, etc. Lo más importante es que estés dispuesto a dar y que continúes siendo generoso sin exigencias o expectativas inmediatas de recibir algo a cambio.

2. Tu matrimonio debe ser una prioridad.

Un gran porcentaje de divorcios son evitables. Realmente es posible amar al ser que tenemos a nuestro lado si le dedicamos nuestra energía y nos empeñamos fervientemente en ello. El fenómeno de “hemos crecido en distintas direcciones” se puede evitar si el matrimonio se convierte en una prioridad y si tenemos la voluntad de invertir constantemente en él. Cuanto más se invierte, más se ama. Más aún, la pareja en cierto sentido tiene prioridad incluso por sobre los hijos, porque si la pareja funciona bien, los niños van a estar bien. Por lo tanto es importante tomarse el tiempo para estar juntos, contactarse con mayor asiduidad, sorprenderse mutuamente, decirle a tu esposa que la amas, agradecerle a tu esposo por lo que hace por la familia, pasear los dos solos, compartir una actividad como por ejemplo aprender Torá. Definitivamente estos pequeños cambios van a hacer una gran diferencia.

3. Tú y tu cónyuge son uno.

Cuando el primer ser humano fue creado, se componía de dos partes, el lado masculino y el femenino. Adán y Eva eran uno solo. Una vez separados, el hombre y la mujer se convierten en dos entidades diferentes pero sin embargo continúan anhelando la unidad que experimentaron en primera instancia.

Cuando una pareja se casa se convierte en algo más que la complementación de dos seres. Se crea una unión que va más allá de la suma de ambos, se trata de una tercera identidad, una nueva unidad. Si realmente podemos entender esto, entonces nos damos cuenta de que no hay lugar para muchas de las interacciones destructivas que las parejas experimentan. Cada vez que nos criticamos, cada vez que humillamos, le gritamos o le mentimos a nuestra pareja, nos estamos haciendo daño a nosotros mismos. Se trata de un dolor auto infligido. Cada vez que nos quejamos y pensamos sólo en nuestras necesidades y lo que queremos de esta relación, sin tener en cuenta los requerimientos de nuestra pareja, estamos creando un vacío. Es como alimentar sólo la mitad de nuestro cuerpo y permitir que la otra mitad perezca de hambre. Cuando resolvemos nuestros conflictos mediante la separación, distanciamiento o divorcio, es como si nos estuviéramos amputando una parte de nuestro ser. Es así de doloroso.

Una pareja no funciona como un equipo de trabajo sino como un solo cuerpo y una sola alma; un sistema. Es por eso que el dolor de nuestro cónyuge es nuestro dolor; su felicidad es nuestra felicidad.

4. Protege tu matrimonio.

Adán y Eva en un comienzo, fueron las únicas dos personas en el mundo; no tenían otras opciones en cuanto a parejas. Por lo tanto, tenían que poner su mejor esfuerzo y energía para hacer que la relación funcione. Estaban comprometidos el uno con el otro. Hoy en día, estamos expuestos a demasiada gente (ya sea personalmente o a través de medios de comunicación) y un gran desafío que enfrentan las parejas es la falta de límites. Están constantemente comparando a sus cónyuges con otros hombres y mujeres en el mundo exterior. La posibilidad de estar con otra persona se convierte en una opción. Hay demasiado coqueteo entre hombres y mujeres. A través de los medios de comunicación estamos constantemente expuestos a las imágenes de la pareja perfecta: más hermosa, más romántica y más exitosa que la nuestra. Además, nos bombardean constantemente con mensajes acerca de la importancia de satisfacer nuestras propias necesidades incluso a costa de los demás.

Con el fin de preservar nuestro matrimonio, tenemos que crear límites muy firmes y debemos construir sólidas murallas que mantengan al matrimonio a salvo y separado del mundo exterior. Esto le proporciona a la pareja un espacio íntimo para desarrollarse que nadie puede traspasar.

5. Renuncia al derecho de tener la razón.

El costo de "tener la razón" o "ganar" es a menudo una disminución en el amor y la cercanía; nos aleja de nuestra pareja. Con el fin de probar que estamos en lo correcto y que nuestro cónyuge está equivocado, discutimos, aleccionamos, a veces nos volvemos arrogantes e incluso herimos los sentimientos del otro.

El beneficio de "ganar" y demostrar que tenemos razón no justifica el costo de prevalecer a expensas del deterioro de nuestra relación. Así que hay que abstenerse de la tentación de corregir todo lo que nuestra pareja hace o dice. Shalom Bait, la armonía y paz en el hogar, es más importante que tener la razón.

Pon estos consejos en práctica y nota cómo tu matrimonio comienza a mejorar.

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