Dándole Prioridad a Tu Pareja

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Permitir que las necesidades del otro sean una prioridad no te hace ser débil, eso es corroborar la supremacía del matrimonio por sobre la del individuo.

"Si tratas a tu marido como un rey, él te tratará como una reina”. Este sabio consejo del Talmud no es algo fácil de poner en práctica. Tenemos miedo de que nos pisoteen, de convertirnos en alfombra, estamos preocupadas de que nuestras necesidades no serán tomadas en cuenta, no queremos sentirnos como estropajos, no queremos que todo se trate de él.

Lo cual es irónico, ya que la clave para un matrimonio exitoso (y por ende para que nuestras necesidades sean atendidas), es poner a nuestro compañero primero.

Debo entender que no se trata de mí. La característica de la humildad, centrarse en el otro, es crucial para una relación saludable. Y por lo general se manifiesta en las áreas que aparentemente son las más pequeñas. Ambos estamos cansados en la noche. Entonces, ¿quién se levanta para asegurarse que las puertas estén con llave?, ¿para atender al bebe?

Estas pequeñas cosas no son tan pequeñas después de todo. Son la manera en la que expresamos nuestro cariño.

Pero estas pequeñas cosas no son tan pequeñas después de todo. Son la manera en la que expresamos nuestro cariño. La forma en que aportamos al bienestar y a la salud de nuestro matrimonio, la manera en la que le decimos a nuestra pareja que nos importa, que sus necesidades nos importan, la manera en que le damos prioridad.

Otro aspecto de la humildad es la habilidad de ceder tus derechos, de entregarlos y de simplemente dejarlos ir. Tantas cosas por las que discutimos no tienen importancia (¡olvídate ya de la tapa del inodoro!), no vale la pena. Y sin embargo dejamos que erosionen nuestra relación. Simplemente déjalo ir; hazlo inexistente.

La ropa en el piso, el cereal en el mostrador, los mensajes telefónicos olvidados, el pijama mojado del bebe – déjalo ir.

Y tal vez otras molestas costumbres también. Podemos sentir ese momento de elección, ese momento donde la frustración se está comenzando a construir. Ahora bien, podemos ventilarla de una desagradable manera o podemos simplemente respirar profundamente y avanzar. Es una elección; déjalo ir y elige el matrimonio, elige las necesidades de tu pareja. Mañana ni te acordarás de que se trataba ese irritante tema.

Junto con esto está el reconocimiento de que el matrimonio no es una competencia y que estar en lo correcto no es la meta. Trabajar en conjunto, crear una entidad nueva única, sí lo es. El ego no tiene lugar en el matrimonio – muy fácil de decir muy difícil de vivir.

Es muy difícil de que realmente no te importe, realmente dejarlo ir. Frenar las palabras que se apuran por salir. No siempre tenemos éxito. Pero lo que importa es que queramos tenerlo.

Dejarlo ir, es una afirmación positiva de la supremacía del matrimonio por sobre el individuo.

Existe una noción prevaleciente y equivocada de que somos débiles si no estamos constantemente preocupados por nuestros derechos y necesidades. Al contrario, se requiere de fortaleza real para dar un paso atrás, conceder, postergar, dejar que las necesidades del otro tomen la delantera. Para no sentirse amenazado por estas actitudes y en cambio sentir placer en el dar, se requiere de seguridad y claridad.

Dejarlo ir no es algo pasivo, no es dejar de tomar parte. Es una afirmación positiva de la supremacía del matrimonio por sobre la del individuo, un reconocimiento claro de las prioridades y propósitos. Lo que dice el Talmud es una declaración de realidad; de una promesa divina y de sus consecuencias naturales. Si tratamos a nuestros esposos como reyes, ellos nos tratarán como reinas. Y si partimos tratando a nuestros esposos como reyes, ya hemos adoptado el comportamiento de la realeza.

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