Cuando Un Esposo Cambia

3 min de lectura

Yo quiero ser religioso y mi esposa no. ¿Qué debo hacer?

Pregunta:

Me estoy haciendo religioso. Lo estoy disfrutando muchísimo y le está dando mucho sentido a mi vida. Quiero observar todo, pero mi esposa está enojada con esto y no quiere participar. Se rehúsa a consultar con mi rabino porque una vez habló con él y sintió que él no estaba considerando sus sentimientos. Cuanto más religioso me hago, más irreligiosa se hace ella. La amo, pero no quiero vivir un estilo de vida no-observante sólo porque ella no quiere considerar ser religiosa. ¿Qué debo hacer? Le dije que te escribiría y estuvo de acuerdo en hacer lo que sea que sugieras.

Respuesta:

Obviamente, soy un gran fan del estilo de vida religioso, pero también soy un fan del matrimonio feliz, y cuando la espiritualidad y el amor marital coexisten y se ayudan mutuamente se genera un momento maravilloso. Tu pregunta resalta el tema general de cómo cambiamos en nuestra vida personal cuando estamos casados y esperamos que la relación no se vea afectada.

Toda unión que llegue a la marca de los 50 y más, va a sufrir cambios importantes, porque cambiaremos como personas. Esos cambios a menudo no son los mismos para ambos, por lo que presentan un gran desafío al concepto marital de crecer juntos.

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Puede que en este momento hayas frenado ciertos cambios y que le hayas dado tiempo para que se una a tu travesía.

La respuesta yace en que ambas partes del matrimonio tengan un amoroso espíritu de cooperación. Primero, el que busca cambiar, queriendo ser más religioso, tiene la responsabilidad de incluir al otro en su deseo de cambiar. Esto significa que le ofreces a tu esposa la oportunidad de opinar en tu manera de actuar. El hecho de que se haya encontrado con tu mentor y que esté dispuesta a escuchar mi opinión significa que no está cerrada ante el proceso, sino que no ha encontrado una forma cómoda de ser parte de él.

Visita con ellas distintas sinagogas para encontrar una en la que los dos de sientan cómodos, y para que ella se sienta parte del proceso. Tu deseo de llevar un estilo de vida más religioso es admirable, pero si llevas contigo al amor de tu vida será una experiencia mucho mejor. Si tienes ese objetivo en mente, puede ser que tengas que frenar ciertos cambios en este momento, y darle tiempo a ella para que se una a tu camino, para que el crecimiento de la pareja sea la prioridad.

Esto no significa que cada uno de ustedes no aportará, por su parte, ideas, sentimientos y fortalezas. En realidad, cada uno de ustedes se identificará con diferentes partes de lo que la vida religiosa tiene para ofrecer, sólo porque son personas diferentes. Esto es maravilloso, porque se enseñarán mutuamente cosas que no podrían haber aprendido por cuenta propia. Pero fundamentalmente, los dos se acercarán durante la experiencia y estarán de acuerdo en cómo proceder.

La segunda parte de la cooperación a la que me refería es trabajo de tu esposa. Mucha gente deja de lado todo cambio deseado por la pareja aduciendo que ese no era el trato cuando se casaron. Por supuesto que no. ¿Cómo podemos permanecer exactamente igual durante toda la vida?

Otros pensarán que son excelentes esposos porque dejan que la pareja haga lo que quiera, siempre y cuando eso no los involucre a ellos. Este es un ingrediente que conduce al desastre. ¿Qué crees que pasa cuando un esposo se compromete a hacer cambios personales y persigue su pasión sin que su pareja se involucre? De seguro nada bueno. O se forma una pequeña distancia que rápidamente se hace grande, o el esposo que cambió encuentra a otra persona que ama esos cambios y se une a su camino (o ambas posibilidades).

Obviamente, esto no significa que un esposo no pueda tener algunos intereses personales en los que su pareja no se involucra, pero sí obliga a que no sean muchos, y a que las pasiones principales sean compartidas.

Si tu niño aprende violín, aprenderás sobre Mozart mucho más que lo que alguna vez te había interesado.

Cuando tu esposo se siente obligado a descubrir cosas nuevas, súmate desde el principio. Puede que no sea tu elección, o que sea algo que nunca pensaste qué harías, pero… ¿no se trata de eso el matrimonio? Nos metemos en un popurrí de experiencias que sólo se pusieron en nuestro camino a causa de las personas que amamos. Si tu niño aprende violín, aprenderás sobre Mozart mucho más de lo que alguna vez te había interesado. De la misma forma, si tu hijo tiene una discapacidad auditiva, ¿alguna vez te habías imaginado que serías un experto en lenguaje de señas? La hermosa expresión en idish: “El hombre planea y Dios se ríe” nos dice que siempre estamos cambiando, y el amor es la mejor manera de ir adonde nunca antes has estado.

Deseo que tú y tu esposa asuman sus responsabilidades hacia el otro con seriedad, y que desarrollen una nueva manera conjunta de vivir su vida al máximo, centrados siempre en el matrimonio.

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