Mi primer año de casado: 3 grandes lecciones

4 min de lectura

Incluyendo: no hables nunca sobre tus relaciones pasadas.

Felizmente estoy por celebrar mi primer aniversario de casado y esto me dio una razón para reflexionar sobre algunas de las importantes lecciones que aprendí.

1. No te casas con tu pareja, sino con tu propio carácter.

Una noche, un mes después de nuestra boda, enfrenté mi primer dilema matrimonial: una cerveza con un amigo o una cena con mi esposa.

Mi amigo, a quien no había visto durante un año, estaba de visita en nuestra ciudad sólo por una noche. Al mismo tiempo, mi esposa estaba en casa preparando mi cena favorita, según me había anunciado previamente por teléfono. Al salir del trabajo tenía dos mensajes de texto titilando en mi teléfono. Uno decía: "¡Cómo estás, amigo! Estoy en la ciudad sólo por esta noche y tengo unas horas para tomar una cerveza. Me encantaría verte". Y el mensaje de mi esposa: "No veo la hora de verte… ¡Todo el día esperé que llegara este momento! Nos vemos pronto".

Mi estado anímico cayó a una oscura y profunda área de resentimiento.

Le envié un mensaje a mi amigo diciéndole que lo tendríamos que dejar para otra noche, pero una pizca de resentimiento comenzó a crecer en el centro de mi estómago. Esta pequeña pizca de amargura decía cosas como: “Deberías llevar la cuenta y echarle esto en cara”. “Cenas con ella todas las noches, ¿no mereces una noche para ti?” “Deberías decirle lo caballero que eres por haberla elegido antes que a tu amigo”. Subí al subte en dirección a casa. Los pensamientos se arremolinaban en mi cabeza, provocando que mi ánimo cayera en una oscura y profunda área de resentimiento.

Entonces recordé lo que me dijo mi rabino. Cuando él llega a su casa después de un día agotador y estresante, detiene el auto, pone su álbum de rock judío favorito y sube el volumen al máximo. Canta a gritos y desentonando, baila como un jasid con el cinturón de seguridad puesto, transformándose por completo antes de entrar a su casa. Su esposa y los niños no advierten las ojeras cuando él cruza la puerta lleno de energía, con suficientes sonrisas y buena onda para todos.

Esta historia no tenía nada que ver con su relación con su esposa, sino sólo consigo mismo. Él le hace la guerra a la parte de su ser que sucumbe ante la fatiga, la pereza y el orgullo. Él lucha contra estos rasgos y en un instante encuentra alegría, humildad y vida.

Imaginé esa escena al bajar del subte y comencé a caminar hacia mi casa, donde mi esposa me esperaba pacientemente. En el camino, me detuve en el almacén y compré el renovador de madera que mi esposa llevaba semanas pidiéndome. Cuando entré a casa, lleno de energía, me recibió con el dulce aroma de comida china casera (mi favorita) y una gran sonrisa. Le entregué el renovador de madera sin dar ni el menor indicio de que en ese momento hubiera preferido estar en otro lugar. Y, la verdad, es que sólo deseaba estar con ella.

2. No hables sobre tus relaciones pasadas… nunca.

Suena extremista. Quizás lo sea. Pero tanto mi esposa como yo lo decidimos en nuestra tercera cita y nunca dimos marcha atrás. No hables sobre relaciones pasadas.

Fede, mi mejor amigo, estaba saliendo con una joven y la relación se estaba volviendo seria. En una cita en particular, comenzaron a abrirse y contar más sobre ellos mismos. Fede me dijo que sintió cómo aumentaba su conexión con la joven mientras compartían historias personales y detalles de sus vidas que no hubieran compartido con cualquiera. Naturalmente la conversación llegó a las relaciones del pasado. Me dijo que cuando ella le contó que había salido con un jugador de rugby muy conocido, él lo tomó como algo completamente inocente. Fede se sintió honrado de que ella le hubiera relatado las pruebas y las dificultades que había vivido y, al final de la noche, sintió que habían llegado a un nuevo nivel en la relación.

Fede no podía sacarse de la mente la imagen de su novia y el rugbier juntos, como pareja.

Entonces comenzó a ocurrir algo molesto. Fede no podía sacarse de la mente la imagen de ambos como pareja. Se imaginaba a un hombre musculoso de más de dos metros, que podía saltar de un edificio a otro sin siquiera transpirar. Comenzó a tener pesadillas en las que ella observaba al rugbier desde las gradas, vistiendo la camiseta del equipo y sosteniendo un gran cartel con corazones y signos de exclamación. Esos pensamientos le venían espontáneamente a la mente y eran dolorosos. Entendió que compartir todo tiene un precio.

Probablemente algunos lectores pensarán que es ridículo, que Fede debe ser excepcionalmente sensible y celoso. Pero piénsalo. ¿Qué le agrega a tu matrimonio hablar sobre relaciones pasadas? ¿Qué beneficio trae? Y piensa en lo que puedes ganar al no hablar sobre el pasado. Yo siento como si fuera el único hombre en quien mi esposa se fijó. Ni siquiera puedo mencionar a alguien con quien ella haya salido o por quien haya tenido sentimientos serios. Cuando salimos con otras parejas y ellas hablan abiertamente sobre sus ex, nos miramos comunicándonos lo agradecidos que estamos por haber decidido que la única relación permitida en nuestra casa es la nuestra.

3. Aprecia las diferencias.

Comprender que mi esposa y yo somos diferentes me permitió entenderla mucho mejor. Esto es especialmente importante cuando atravesamos momentos difíciles.

Cuando surge un problema y aparecen el estrés y la ansiedad, tenemos reacciones completamente opuestas. Ella quiere hablar y yo prefiero estar en silencio. Un hombre prefiere esconderse, resolver el problema solo y, quizás, distraerse un rato con alguna actividad sin sentido hasta que se calmen las aguas. Una mujer por lo general quiere hablar sobre el tema, confiar en una amiga o un pariente y compartir los sentimientos y las emociones que acompañan todo lo ocurrido. Estos enfoques son conflictivos entre sí, y si uno de los dos cree que el otro debería responder ante los problemas de la misma forma que él, sólo logrará empeorar el conflicto.

Ella está más dispuesta a darme espacio, y yo a escucharla.

Mi esposa y yo funcionamos mejor cuando aceptamos que tratamos los conflictos de manera diferente. Interiorizar esto nos llevó a acercarnos. Ella está más dispuesta a darme espacio, y yo a escucharla. Entendí que está bien que no entienda exactamente lo que necesita o por qué lo quiere. El sexo opuesto es, a menudo, opuesto. Mientras haya respeto y admiración, así es exactamente como debe ser.

El primer año de matrimonio no es una luna de miel, pero tampoco una pesadilla. En el primer año se establecen los cimientos del matrimonio. Hay años y décadas de trabajo por delante, porque si quieres construir el rascacielos más espectacular del mundo es necesario esforzarse mucho. Pero, como me dicen mis amigos, rabinos, padres y abuelos… la vista desde la terraza es increíble.

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