Niños malos

4 min de lectura

Enseñándole a nuestros hijos que la crueldad y la falta de amabilidad no será tolerada.

La voz en la línea era insistente. Aunque nunca nos habíamos conocido, ella me pidió que cuente su historia.

“Estaba sentada en la sinagoga en Iom Kipur, y detrás de mí habían sentadas dos niñas pequeñas, de unos ocho años. Escuché algunos fragmentos de su conversación y finalmente no me pude contener.

“¿Conoces a Sara?”

“¿A ella? Ugh, ¡la odio!”

“¡Yo también la odio!”

Y siguieron así, destrozando a esta pequeña.

Me di vuelta y les dije: “Niñas, están hablando lashón hará y están chismeando sobre alguien, lastimándola, ¡en la sinagoga! ¿No se sienten mal?”.

Las niñas ni siquiera pausaron para pensar.

“No”, respondieron. “Es divertido”.

Y luego la madre de una niña se dio vuelta hacia mí y me disparó una mirada asesina, como diciendo ¡Cómo te atreves a decirle algo a mi hija!

En Iom Kipur, el día más sagrado del año, nos paramos tiritando frente a Dios, pidiendo perdón y una oportunidad para comenzar de nuevo. ¿Cómo pueden nuestros hijos sentarse allí y perderse el mensaje? ¿En qué nos equivocamos?

No puedo comenzar a describirte las llamadas y los e-mails que he recibido con el pasar de los años, de padres llorando, mientras describen la maldad a la que sus hijos se han enfrentado. Desde una niña de cinco años que tuvo que cambiarse de escuela porque no podía conseguir una compañera de juegos, hasta el de 13 años que lloraba hasta quedarse dormido porque nadie quería compartir el cuarto con él en el viaje del colegio.

De regalo de fiestas, su hija le pidió que le consiguiera una amiga.

Una madre me envió un e-mail y me dijo que de regalo de fiestas, su hija le pidió que le consiguiera una amiga. Parece que sus compañeras de clase decidieron que era una ‘perdedora’ y cuando se sentó en la mesa del comedor las niñas que estaban sentadas allí se levantaron y se fueron, hasta aquellas que alguna vez habían sido sus amigas más cercanas. Tanto la madre como la hija están descorazonadas.

Causas de destrucción

“¿Por qué fue destruido el Primer Templo? Porque durante ese período había tres pecados: idolatría, inmoralidad y derramamiento de sangre… pero el Segundo Templo –sabemos que estudiaban Torá, cumplían con los mandamientos, y hacían actos de bondad— ¿Por qué fue destruido? Porque había odio injustificado entre ellos” (Talmud Iomá 9b).

Durante la época del Primer Templo en Jerusalem, la santidad y la profecía abundaban en todos lados. En el Segundo Templo no había profecía ni Arca Sagrada, pero la fortaleza de nuestro pueblo estaba basada en nuestra unidad. Nos importábamos mutuamente. Llorábamos los unos por los otros. Fue cuando alcanzamos el nivel bajo de las peleas por tonterías, la humillación y eventualmente el odio gratuito entre nosotros que perdimos el derecho a la gracia Divina. Nuestra unidad se perdió, y nuestro magnífico Templo fue destruido.

Nuestros Sabios nos enseñan que si nos amáramos nuevamente tendríamos el poder de traer la redención y de ver el Templo reconstruido en nuestros días. Hasta ese entonces, hemos enfrentado persecuciones, la inquisición, el Holocausto, y un profundo antisemitismo mientras fuimos esparcidos por los cuatro rincones de la tierra. Quizás estar sujetos al odio de los demás nos inspiraría a ser amables y compasivos entre nosotros nuevamente. Quizás aprenderíamos finalmente a apreciar mucho a nuestros hermanos y hermanas.

“A veces me pregunto si Hitler no tenía razón cuando quiso exterminar a esa raza mediante el famoso holocausto, porque si hay un pueblo que es nocivo para este país, son los judíos, los israelitas”.

David Romero Ellner, Director Ejecutivo, Radio Globo, Honduras, 25 de setiembre de 2009.

Esta no es una horrible cita de hace años; este discurso antisemita es de setiembre del año pasado. El Sr. Ellner se unió a Hugo Chávez y al presidente derrocado Manuel Zelaya para apuntar en contra de los judíos. El Sr. Chávez se ha aliado con el dictador iraní Ahmadinejad, albergando a terroristas de Hizbolá y buscando ayuda iraní para convertirse en una potencia nuclear. Mientras enfrentamos un odio malvado y amenazas de los líderes de Irán, llegan noticias de brutales ataques antisemitas por toda Europa.

¿Por qué odiarnos entre nosotros cuando nos encontramos con tanto odio en el mundo? ¡Qué tragedia inmensa!

Crea niños compasivos

Es momento de que le enseñemos a nuestros hijos que la crueldad y la falta de amabilidad no serán toleradas. Incluso si un niño no es tu amigo, o ‘no es de tu tipo’, o ‘igualmente nadie más lo está invitando’, TÚ debes ser amable. Somos un pueblo. No hay lugar para maldad en nuestras vidas.

Somos un pueblo. No hay lugar para maldad en nuestras vidas.

Es vital para los padres prestar atención a los rasgos de personalidad de nuestros niños y preguntarse las siguientes preguntas:

  • ¿Cómo juega e interactúa mi hijo con los otros niños?
  • ¿Utiliza mi hijo palabras dañinas y sarcasmos a menudo?
  • ¿Sabe cómo pedir disculpas si hiere a otros?
  • ¿Reacciona compasivamente si es herido?
  • ¿Está envuelto a menudo en discusiones y conflictos?

Reconocer las fallas en el carácter de nuestros hijos es el primer paso para crear niños compasivos. Si logramos identificar las áreas débiles, entonces podremos trabajar en fortalecerlas y en construir.

Cuando tu hijo tiene una fiesta de Bar/Bat Mitzvá, no permitas que los ‘niños que nadie quiere’ sean dejados afuera. Eso es malvado. Cuando tu hijo es invitado a una fiesta de un compañero de clase impopular, asegúrate de que vaya. Conozco niños que fueron demolidos, esperando ansiosamente por horas en la puerta, mientras sus fiestas eran ignoradas.

Hemos llegado a medir a nuestros hijos de acuerdo a su éxito dentro y fuera del colegio, de acuerdo a su popularidad, y a sus notas. Si les va bien entonces creemos que estamos criando niños exitosos.

Estamos equivocados.

Los niños que son malvados no están siendo educados exitosamente, sin importar lo populares que sean ni lo increíble que sea su boletín de calificaciones.

Podemos exigir más de nuestros hijos. Necesitamos dejar de inventar excusas, dejar de culpar a aquellos que nos dicen que han sido heridos por nuestros hijos.

Nuestros hijos son capaces de ser muy bondadosos. Adoptemos juntos una postura firme y enseñémosle a nuestros hijos que si nos amamos los unos a los otros podemos reconstruir nuestro Templo, ladrillo por ladrillo, con un acto de bondad a la vez, y eventualmente podemos cambiar al mundo.

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