5 formas de detener la rivalidad entre hermanos

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Consejos prácticos para asegurarte que todos tus hijos se sientan igual de queridos.

Los niños que sienten que sus padres quieren a sus hermanos más que a ellos a menudo van a portarse mal para recibir atención. También sienten que no son suficientemente buenos y se involucran en competencias abiertas o encubiertas con sus hermanos.

Estos sentimientos de incompetencia pueden persistir hasta la adultez, haciéndoles difícil disfrutar la vida. Esto puede afectar no sólo sus relaciones con sus hermanos, sino también con sus parejas, amigos y vecinos. Siempre estarán buscando a ver a quién le va mejor que a ellos.

Aquí hay 5 formas en las que podemos asegurarnos que nuestros hijos se sientan igual de queridos.

1. Cada hijo es especial de alguna forma.

Cuando recibimos el regalo de un hijo, nos está siendo confiada un alma única. Estamos a cargo de encontrar formas de cultivar los talentos y fortalezas de ese niño, y también debemos encontrar formas de amar a cada hijo y valorar su singularidad.

Le mejor forma de hacer esto es realmente pensar sobre qué le gusta hacer a ese hijo en particular, qué le trae alegría. Puede ser leer, hacer deporte o una fascinación por los animales y la naturaleza. También debes pensar en las formas en que él te trae alegría a ti; ya sea su risa, su sentido del humor, su bondad, su gran cantidad de energía o incluso sus travesuras, siempre hay algo que apreciar en nuestros hijos.

Entrenarnos a apreciar a cada hijo por lo que es puede ayudarnos a identificarnos con cada uno de ellos y evitar favorecer a uno por sobre otro.

2. No compares.

A veces es difícil no comparar a nuestros hijos. Puede que pensemos: “Me gustaría que Max fuera más sociable, como Dani…”, y cuando estamos enojados, podemos decir en voz alta: “¡Tú nunca ayudas! ¡Tu hermano viene inmediatamente a ayudarme cuando me ve cargando bolsas pesadas!”.

Puede ser que incluso lo hagamos para alabar a un hijo, para hacerlo sentir mejor consigo mismo: “Tú eres mucho mejor en matemáticas que Shani…”. O puede que lo hagamos para motivar a nuestros hijos: “Miren, ¡Sara está andando en su bicicleta y es más pequeña que tú! ¡Tú también puedes hacerlo!”.

Cualquiera sea la razón, debemos evitar cualquier tipo de comparaciones, ya sea en nuestros pensamientos o verbalmente. Es demasiado hiriente. Es mucho mejor dejar al otro hermano fuera de la situación y apreciar a nuestro hijo por lo que él es: “Max tiene una naturaleza tan tranquila y dulce”.

Podemos pedir ayuda cuando la necesitamos: “Eli, necesito tu ayuda para cargar estas bolsas”.

Podemos alabar: “Parece que realmente disfrutas las matemáticas, trabajar con números y los puzzles. Parece ser una de tus fortalezas”.

Podemos alentar: “Pronto, podrás andar en tu bicicleta. Cada persona es diferente y le toma su tiempo aprender cosas nuevas”.

3. Evita las competencias.

Muchas veces los padres inocentemente enfrentan a un niño contra otro: “¡Veamos quien puede vestirse primero!”, “¡Hagamos una carrera!”, “¡El último en llegar al baño es el huevo podrido!”.

Es mejor si evitamos eso del todo y decimos: “¡Nos quedan 10 minutos para vestirse! ¡Veamos si podemos juntos hacerlo más rápido que eso!”, “¡Sería tan gracioso si todos corriéramos al baño en cámara lenta! ¡Vamos!”.

4. No los obligues a compartir.

Es mejor si no obligamos a nuestros hijos a compartir. Es difícil compartir tus cosas; todos tienen algo que les es muy querido. Yo no comparto mi computadora de trabajo con nadie, y otra persona puede tener una cámara costosa que no se puede tocar. Debemos permitirles a nuestros hijos tener ese algo especial que es sólo de ellos.

Cuando sí necesiten compartir, debemos mostrarles que entendemos que compartir puede ser difícil: “Los juguetes nuevos pueden ser difíciles de compartir. El Nintendo Wii es un juguete familiar. Vamos a hacer un plan sobre cómo compartirlo”.

La mayoría de los niños encuentran formas de compartir sus juguetes (especialmente si no son obligados a hacerlo). Cuando pelean por un juguete, en vez de decir: “¿Cuándo aprenderán a compartir?” o “¡Tú nunca compartes tus juguetes!”, queremos alentarlos: “Tú sabes cómo compartir, yo te he visto hacerlo”. “Ustedes saben cómo crear soluciones y trabajar juntos cuando hay un juguete con el que ambos quieren jugar”.

5. Dios te escogió a ti para ser su padre.

Cuando tienes un hijo que es más difícil que los demás, es bueno recordar que fuiste escogido para ser su padre; tú eres la mejor persona para educarlo.

Cuando tuve mi primer hijo, mi tía abuela Celie me dijo que cuando sus hijos eran pequeños, ella les decía lo siguiente a la hora de dormir: “Cuando ustedes estaban listos para nacer, Dios empezó a buscar la casa correcta para que ustedes vivieran. Vio a la familia Weiss, pero dijo: ‘No, ese no es el lugar apropiado para este bebé’. Vio a la familia Cohen y dijo: ‘No, esa no es la familia correcta para este bebé’. Luego vio a los Jones y dijo: ‘No, esa no es la familia correcta para este bebé’. Luego vio nuestra casa y me vio a mí y a tu papá, y Él supo que era la familia correcta para este bebé. Así es como te recibimos. Tú eras perfecto para nuestra familia. ¡Estoy tan feliz de que te recibimos!”.

Esto me ayudó a entender mi rol como madre de una forma más profunda. Yo adopté esa historia y se las he contado a mis hijos. Es también otra maravillosa manera de hacerle saber a tu hijo cuánto lo valoras por sí mismo y que lo ves como un regalo de Dios, separado de sus hermanos.

La rivalidad entre hermanos puede ser difícil. Como padres, queremos asegurarnos de no agregar al conflicto de ninguna manera. Entiende su singularidad, evita las comparaciones y las competencias y sé positivo y comprensivo en cuanto a compartir.

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