Aprender a jugar

3 min de lectura

Es una de las mejores habilidades paternas y a tus hijos les encantará.

Hay una importante habilidad paterna que supera a todas las demás, y es la capacidad de jugar con nuestros hijos. A los niños les encanta jugar. Les gusta retozar y pasar el tiempo, pero lo que más les gusta es cuando los adultos que comparten sus vidas juegan con ellos. Les encanta cuando sus padres bajan a su nivel y también son juguetones. Esto puede requerir un poco más de energía y creatividad por nuestro lado, pero en última instancia, cuando recurrimos al humor, también nosotros lo disfrutamos.

No se trata sólo de juegos y diversión. El juego tiene múltiples beneficios. Ayuda a que los padres y los niños se conecten y se unan. El juego reduce la tensión y trae risa en vez de frustración. Es mucho más probable que los niños estén dispuestos a cooperar cuando se les pide que hagan las cosas de forma lúdica.

Y cuando actuamos de esta manera les enseñamos a nuestros hijos una valiosa habilidad para la vida: cómo introducir el humor en nuestras vidas cotidianas. La vida es dura, pero el sentido del humor siempre puede ayudar.

En su libro “Cómo hablar para que sus pequeños le escuchen”, Faber y King proponen algunas maneras sencillas de aprovechar el humor y el juego en nuestro beneficio al relacionarnos con niños pequeños:

La hora de limpiar:

Conviértela en un juego: “¡Veamos cuántos juguetes podemos recoger en tres minutos!”

Haz que los objetos inanimados tengan sentimientos: “¡Estos juguetes son unos traviesos! ¡No quieren volver a su cajón! ¡Juguetes, no pueden esconderse más! ¡Ahora los vamos a atrapar!”

Hacer como si…”: “Juguemos a que los juguetes son nuestro tesoro y que tenemos que enterrarlo antes de que lleguen los piratas y se lo lleven. La caja de los juguetes es invisible para los piratas, pero no para nosotros”.

Actuar como un tonto que no entiende nada: “¿Dónde van todos estos juguetes? Ya sé, las muñecas van atrás del camión… ¿No? ¡Van en el cajón rojo! ¡Qué distraído estoy!”

Cantar: Escuchar las canciones favoritas de los niños o simplemente entonar algunas de las canciones para ordenar puede hacer maravillas.

La corrida matutina:

Conviértela en un juego: Diles a los niños que son aviones y que tienen que estar listos para despegar a cierta hora.

Haz que los objetos inanimados tengan sentimientos: “¡Tu cama dice que estás demasiado pesado! ¡Quiere que te levantes de inmediato! ¿No la oyes? ¡Cama, tienes que hablar más fuerte para que Eli pueda escucharte!”

Hacer como si…” y hablar con voces graciosas: “Yo soy tu maestra, la Sra. M.: no puedo hacer nada contigo si te quedas en la cama. ¡Lo siento mucho! ¿Cómo vamos a dibujar si estás acostado? Los crayones se nos perderán debajo de las frazadas. Tengo que enseñarte en el aula”.

Actuar como un tonto que no entiende nada: “¿Dónde está Sara? ¡No veo que se esté vistiendo! ¿Está en un cajón? ¿En la caja de los juguetes? ¿En el armario? ¡Todavía está en la cama! ¡Oh no!”

La hora de la cena:

Haz que los objetos inanimados hablen con voces graciosas: Haz que el brócoli diga: “¡No me comas! ¡No quiero estar en tu estómago oscuro!” O: “Yo soy un pimiento y soy muy sabroso. ¡Me parece que te voy a gustar!”

Hacer como si…”: Haz que todos se imaginen que están en una fiesta o que fueron a comer en el palacio con el rey y la reina.

Actuar como un tonto que no entiende nada: “No estoy seguro cómo se come esto. ¿Dónde hay que ponerlo? ¿Cómo va a llegar a mi estómago? ¿Por mi oído?”

La hora de ir a la cama:

Conviértela en un juego: “¡Hoy es una noche al revés! Todos tienen que ponerse los pijamas con la parte de adentro hacia afuera y dormir con la almohada del lado de los pies. ¡Vamos, rápido a prepararse!”

Haz que los objetos inanimados hablen: El cepillo de dientes: “Uf, no quiero entrar a tu boca. Allí está húmedo y lleno de saliva. ¿Realmente tengo que hacerlo?”

Hablar con voces graciosas: “¿Tenemos que dormir cabeza abajo como los murciélagos o parados en una pata como los flamencos?”

Hacer como si…”: “Imaginemos que estamos acampando en el bosque. ¿Oyen las lechuzas? ¿Sienten el olor de la madera quemada en la fogata?”

¡Sean creativos y divertidos y, sobre todo, disfruten al jugar con sus hijos!

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