Cómo ayudar a tus hijos a dejar de preocuparse

3 min de lectura

5 simples destructores de estrés para niños.

Los niños parecen estar más ansiosos que nunca. Los profesionales de la salud mental han dado varias razones para esto: una disminución en el juego, en el merodeo, los padres ansiosos, la descomposición de la familia tradicional, las redes sociales, una sobreabundancia de opciones y el rápido ritmo de nuestro mundo moderno.

Cualquiera sea la razón, los niños están estresados y puede ser difícil para los padres hacerse cargo y ayudar a sus hijos a superar sus grandes preocupaciones como discordias familiares, ansiedad de separación, terrorismo, “tipos malos” o monstruos bajo la cama. Los adolescentes se preocupan por no rendir bien en la escuela, no entrar a la universidad o no encajar en lo social.

¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a dejar de preocuparse? Aquí hay 5 simples destructores de estrés que funcionan:

1. Enséñales qué es el estrés:

Los niños por lo general no saben que los síntomas físicos que están experimentando se deben a sus preocupaciones. Para poder lidiar con el estrés primero tienes que ser capaz de reconocer que estás bajo estrés. Nuestros cuerpos están creados de forma tal que nos envían señales de alerta para indicarnos que estamos tensos y bajo presión. Tenemos que interpretar las señales.

Cuando nos preocupamos, nuestro ritmo cardíaco aumenta y nuestra respiración se acelera, y sentimos como que tuviéramos mariposas en el estómago. Dependiendo de nuestro nivel de estrés, nuestra cara se pone roja, nuestros músculos se tensan y nuestro cuerpo se siente caliente. Los niños tienen mucha dificultad para entender algo interno del cuerpo que no puede verse o tocarse. Puede ser de ayuda hacer que tu hijo corra en un mismo lugar por 30-60 segundos y luego pedirle que piense en cómo se siente su cuerpo en relación con las señales corporales; luego puedes explicarle que tu cuerpo se siente de forma similar cuando estás bajo estrés.

2. Tu mente está bajo ataque:

Tu cuerpo no es la única parte tuya mandando señales de alerta. Tus pensamientos también están siendo atacados. El estrés puede ser consecuencia de patrones de pensamientos negativos o puede ser empeorado por estos. Si los niños, adolescentes e incluso adultos examinaran sus pensamientos cuando están preocupados, se encontrarían con algo como esto:

“¡No puedo hacerlo!”.
“¡Va a ser terrible!”.
“¡Soy tan estúpida!”.
“¡Odio hacer tarea!”.
“¡Mis amigas me van a ignorar!”.
“¡Soy tonta!”.
“¡No puedo hacer nada bien!”.
“¡Me rindo!”.

Podemos enseñarles a nuestros hijos a remplazar sus pensamientos negativos con otros más positivos:

“Tómalo con calma”.
“Mantén la calma”.
“Tranquilízate”.
“Respira profundo”.
“Me estoy poniendo tensa así que necesito relajarme”.
“Voy a estar bien”
“Está bien si no soy buena para esto”.
“Estoy triste que ella no quiere estar conmigo, pero le caigo bien a otras personas”.
“Voy a hacer mi mejor esfuerzo”.

3. Piensa positivo y todo estará bien:

Los niños se benefician de aprender la conexión entre pensamientos, sentimientos y conductas. Por ejemplo:

Pensamiento inútil: Él es tan injusto conmigo=Sentimiento negativo: Enojo=Conducta inútil: Gritar y decir palabras feas.

Pensamiento útil: Él es normalmente un buen amigo=Sentimiento positivo: Felicidad=Conducta útil: Conversar el desacuerdo.

Pensamiento inútil: Siempre me va mal en matemáticas=Sentimiento negativo: Tristeza=Conducta inútil: No intentar con las matemáticas.

Pensamiento útil: Voy a hacer mi mejor esfuerzo con matemáticas=Sentimiento positivo: Confianza=Conducta útil: Buen esfuerzo con matemáticas.

Podemos ayudarles a nuestros hijos a superar sus dificultades cuestionando gentilmente sus actitudes y ayudándolos a superar sus preocupaciones.

Aquí hay un ejemplo de cómo podría funcionar esto:

“¡No puedo leer! ¡Soy estúpido!”.
¿Estás teniendo pensamientos inútiles?
“Sí, ¡Estoy pensando que soy estúpido!”.
¿Te van a ayudar estos pensamientos?
“No, me dan ganas de renunciar”.
¿Cuál es una forma diferente y más útil en que puedo pensar?
“Puedo hacer esto. Puedo pedir ayuda o pensar en una mejor estrategia para hacer esto”.

4. Desarrolla hábitos saludables:

Para ayudar a disminuir la preocupación general, es útil desarrollar un estilo de vida saludable. Intenta insertar en tu familia ejercicio regular, buenos hábitos de dormir, una vida social saludable y rutinas regulares. Esos son las cosas esenciales que ayudan a que la vida se desarrolle sin problemas.

5. Consigue ayuda:

Si sientes que las preocupaciones de tu hijo están afectando su funcionamiento diario, acércate a un profesional. Las familias sanas consiguen ayuda cuando lo necesitan.

Referencias: Bloomquist, M (2013) Skills Training for Struggling Kids. Guilford Press. NY

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