Encontrando el punto de conexión con Dios

3 min de lectura

Reconstruyendo el Templo en Jerusalem, y también dentro nuestro.

El Templo era como un punto de conexión. Así como hay puntos de conexión que reciben señal satelital y activan el Internet de tu laptop, hay puntos de conexión con Dios. Puntos que nos permiten percibir a Dios y activan el alma.

Imagina un satélite avanzado cuya señal es percibida en todos los lugares por igual pero, para acceder a esa señal, necesitas un dispositivo receptor. De la misma forma, Dios está igualmente "presente" en todos los lugares. La diferencia entre un punto de conexión normal y uno para conectarse con Dios es nuestra capacidad de activar nuestro módem interno para conectarnos con Su presencia.

Eso es lo que hace que un lugar sea sagrado. No es que Dios esté en un lugar más que en otro, eso implicaría que Dios tiene limitaciones físicas. En cambio, el lugar sagrado es una posición inherentemente más susceptible a la conciencia de Dios y a los asuntos del alma.

El Templo, llamado en hebreo Beit HaMikdash —cuya traducción literal es 'La casa sagrada'— es el punto de conexión con Dios. Pero, al igual que el Templo es sagrado, ya que es un lugar donde se puede percibir a Dios, el misticismo judío nos enseña que cada uno de nosotros puede convertirse en un mini Templo. Y, de la misma forma en que la gente iría al Templo de Jerusalem para tener una vivencia Divina, uno puede obtener algo muy similar teniendo una cita consigo mismo.

Construyendo nuestro Templo interno

Para muchos de nosotros esta idea suena muy lejana. ¿Cómo puedo yo convertirme en un mini Templo? ¿Sabes en dónde he estado y lo que he hecho?

Más allá de dónde estés, cada uno de nosotros tiene —y esa es nuestra verdadera esencia— un alma Divina que siempre puede reconectarse. Por lo que, después de todo, convertirse en un punto de conexión no es una idea tan remota.

Piensa en algo que haces que es bueno o Divino, incluso algo sumamente pequeño. Quizás estás dando caridad, quizás eres una persona a quien todos pueden recurrir. Quizás tienes buenas habilidades organizacionales. Quizás eres disciplinado, o bueno arreglando cosas. Dado que tu esencia es un alma, una chispa de lo infinito, es imposible que eso no se vea reflejado en algún lugar de tu vida. Si se te hace difícil encontrar algo bueno o Divino, eso sólo significa que tienes que seguir buscando. Es imposible que un alma no muestre su verdadera identidad.

Es cierto que puede que hayamos hecho cosas que no nos enorgullecen, pero si miramos en nuestro interior, descubriremos que eso no es lo que somos realmente.

Una vez que hayas encontrado un aspecto Divino en ti, advierte que ese es el verdadero tú.

Lo negativo, más allá de lo fuerte que sea, no refleja tu esencia.

Es una distracción y una desviación de tu verdadero ser. (Por supuesto, la intención aquí no es absolver a nadie de la responsabilidad por sus acciones negativas; somos responsables de toda elección que hacemos. Pero, debemos entender que esas acciones negativas no reflejan verdaderamente la esencia Divina de la persona).

Cuando llegas a aceptar esta realidad, te juzgas de manera diferente (favorablemente) y te relajas. Puedes comenzar a notar más puntos positivos sobre ti mismo, y gradualmente tomas conciencia de que los errores que has cometido, no son quien tú eres en realidad. Esto te dará la confianza necesaria para cambiar tu curso de acción y vivir más en sintonía con tu alma. Cuanto más hagas esto, más te convertirás en un punto de conexión con Dios, en una persona que refleja santidad en el mundo. Eso es lo que significa convertirse en un mini Templo.

Búsqueda de identidad

Con la pérdida del Templo, el punto principal para obtener claridad se ha desvanecido. En la medida en que se apaga la luz del faro, aumenta la confusión y la oscuridad. La fuente de inspiración y conciencia de uno mismo en el mundo se ha convertido en una memoria. Pero aún está la chispa de esperanza…

Es precisamente durante esta profunda oscuridad, esta medianoche espiritual, que buscamos un punto de luz en nosotros mismos, a partir del cual construir. Después de todo, si podemos encontrar un punto de bondad y santidad incluso en la más oscura y difícil de las circunstancias, podemos aferrarnos a él y fortalecerlo, reforzarlo y construirnos a partir de él.

Y lo mismo aplica al mundo.

Cuando estamos viviendo momentos de dificultad y peligro es fácil caer en la desesperanza; es fácil sentirse abandonado y solo. Sin embargo, si podemos concentrarnos en una chispa de claridad y santidad, si podemos encontrar un aspecto de nuestra vida, o un momento de ella, en el que tengamos una conexión con Dios, podremos extraer fortaleza de ese punto no sólo para continuar, sino también para dar una mirada más profunda a otras áreas de nuestra vida y encontrar puntos de conexión en ellas también.

Al adoptar este camino y obtener esta perspectiva, llevaremos al mundo de vuelta a la realidad en la que todos ameritaremos ver el regreso del punto de conexión con Dios, el Templo en Jerusalem.

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