Cuando Dios se marchó

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Tishá B’Av y la verdad de las consecuencias.

Joan, una hermosa mujer, alcohólica en recuperación, contó su historia en una reunión de AA:

Me case con Jeff, mi novio de secundaria, y tuvimos dos hijos, empecé a beber cuando nuestros hijos eran pequeños, pero Jeff no tenía idea. Escondía las botellas en lugares muy difíciles de encontrar, y bebía vodka, así que el nunca notó mi aliento.

 Pero entonces mi adicción empeoró. Muy a menudo no podía levantarme en las mañanas para mandar a los niños a la escuela por la resaca, así que Jeff se dio cuenta. Él me advirtió que si no me detenía, yo destruiría nuestra familia. Pensé que sólo me estaba amenazando, y no lo escuché.

 Mi bebida empeoró. Jeff me dijo, una y otra vez, que se divorciaría si no me mantenía en el camino. Pero tienes que entender que él estaba loco por mí y siempre lo había estado, así que yo sabia que él nunca lo haría.

 Entonces, una vez en medio de la noche, me desperté después de un estupor alcohólico, debía haber estado así por mucho tiempo, quizás todo el día anterior. Miré alrededor y descubrí que Jeff y los niños se habían ido. Quiero decir, se habían ido de verdad. Se habían mudado y tomado sus cosas con ellos. No podía creerlo. Jeff siempre había estado loco por mí. Yo estaba segura que él volvería. Estaba segura hasta el día que llegaron los papeles de divorcio por correo certificado. Entonces supe que había arruinado mi vida. Ahí fue cuando empecé a venir a AA.

Avisos no escuchados

En Tishá B’Av Dios se marchó y se llevó su casa con Él.

Tishá B’Av marca el día en que Dios se marchó y se llevó su casa con Él. Como el esposo en esta historia real, Él advirtió al pueblo judío, una y otra vez. Como la esposa en esta historia, estábamos convencidos de que su amor incondicional lo mantendría con nosotros para siempre. Continuamos involucrándonos en acciones destructivas, despreocupados del efecto que tenían sobre nosotros y sobre nuestra relación con Él.

Y entonces un día, el noveno día del mes hebreo de Av, Dios hizo exactamente lo que dijo que haría. Permitió que nuestros enemigos destruyeran el Sagrado Templo, que era la residencia de la Presencia Divina en el mundo físico, y Él se alejó de nuestras vidas.

Los judíos de la antigua Judea nunca conocieron una vida sin Dios. El Templo de Salomón había existido por casi 400 años. La vida diaria de Jerusalem se desarrollaba en relación al servicio del Templo, e incluso aquellos que vivían lejos estaban obligados a peregrinar al Templo tres veces al año. La vida sin el Templo y la Presencia Divina era inconcebible como… la vista de Nueva York sin las torres gemelas.

El terrible día cuando el Templo estaba en llamas fue un día de derrota y muerte, calamidad y consternación. Incluso la sensación que prevalecía, más que el horror y aflicción, era incredulidad. Así como Joan no podía creer que su esposo realmente la había dejado, así el pueblo judío, incluso después de 150 años de advertencias proféticas, no podía creer que Dios realmente los había dejado.

Si nosotros, los judíos de hoy, no podemos sentir pena por la calamidad de Tishá B’Av, entonces podemos encontrar nuestro punto de conexión en otro lado: en nuestra propia propensión a ignorar las consecuencias.

Consecuencias

 ¿Es posible ser ambos, inteligente y tonto?

Dios creo un universo ordenado, uno de los principios es que las acciones tienen consecuencias. Aun la capacidad de los humanos de ignorar las consecuencias es increíble. Vi a una persona comprar con su dinero duramente ganado, un paquete de cigarrillos marcado con la advertencia, en letras grandes y negras: FUMAR MATA.

La mayoría de los fumadores no son masoquistas promoviendo un deseo de muerte. Si les preguntas, “¿No tienes miedo de tener cáncer de pulmón?”, te contestaran: “Fumar no me va a matar, conozco a alguien que fumaba un paquete por día y vivió hasta los noventa”.

La misma negación aplica cuando nosotros:

  • Comemos una segunda porción de helado, sin creer que mañana no podremos abrochar los botones de nuestra ropa.
  • Coqueteamos con un miembro del sexo opuesto, sin creer que esto impactará negativamente nuestro matrimonio.
  • Hacemos trampa en los negocios, sin creer que seremos atrapados alguna vez.
  • Golpeamos o gritamos a nuestros hijos, sin creer que eso debilitara la relación una década después.
  • Gastamos los mejores años de nuestras vidas en una carrera, sin creer que quizás estamos perdiendo la posibilidad de tener una familia.

¿Como puede la gente inteligente vivir en un mundo tan irreal, donde ningún objeto proyecta una sombra?

Falsos profetas

Dios envío una firme sucesión de profetas al pueblo judío para advertir que las consecuencias de sus pecados serian destrucción, derrota, y exilio. ¿Por qué no escucharon?

Por cada profeta verdadero, había muchos falsos profetas. La biblia exhorta a la gente a no escuchar a los “falsos profetas”. Así, mientras Jeremías le advertía al pueblo que si no cambiaban sus modos Jerusalem y el templo serían destruidos, los falsos profetas le aseguraban al pueblo que todo estaría bien.

La voz del falso profeta interno proclama: “Puedes hacer lo que quieras, y todo estará bien”.

La voz del falso profeta proclama: “Puedes hacer todo lo que quieras, y todo estará bien”. La voz del verdadero profeta interno proclama: ¡Ten cuidado de las consecuencias de tus actos!

En la Ética de Nuestros Padres se enseña que una persona sabia siempre formula la pregunta: “¿Si hago esto, que ocurrirá después?”.

  • Si critico a mi vecino, ¿Que ocurrirá después?
  • Si invito a mi linda secretaria a tomar algo después del trabajo, ¿Qué ocurrirá después?
  • Si hago trampa sólo en este examen, ¿Qué ocurrirá después?
  • Si le grito a mi madre, ¿Qué ocurrirá después?

Formular estas preguntas puede salvarnos de muchos desastrosos y locos resultados.

La incapacidad de contemplar las consecuencias puede guiarnos a resultados tan insignificantes como ganar unos kilos, o a resultados significantes como un divorcio, o a resultados cósmicamente catastróficos como la destrucción del Sagrado Templo y la partida de la presencia divina de entre nosotros.

La metáfora de Joan y Jeff no se aplica totalmente aquí. En Tishá B’Av Dios “se mudó”, pero nunca se divorció del pueblo judío. El pacto de Dios con los patriarcas promete que, sin importar lo que hagamos, seremos Su pueblo eternamente. Dios nunca se casará con otro pueblo.

Pero incluso sin un divorcio, la separación es un estado de dolor. Estar separado del esposo amado, no vivir juntos, la falta de compañerismo, no disfrutar de la unión íntima - ¿Acaso es esa una consecuencia que una persona sabia elegiría?

En el momento en que Joan se despertó y fue a AA, era muy tarde para salvar su matrimonio. Para nosotros, nunca es muy tarde para reconciliarnos con Dios.

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