Una carta a mi amado en Tishá B’Av

2 min de lectura

Anhelo desesperadamente el día en que podamos reconciliarnos y reconstruir nuestro hogar.

Mi amado:

Te extraño. Cada verano, con el subir de la temperatura, siento una profunda soledad en mi corazón. Pienso en los días que pasábamos juntos en un hogar. Éramos tan cercanos. Tú me protegías y me dabas todo lo que necesitaba. Cuando necesitaba sentir tu amor o buscar tu guía, sabía exactamente adónde ir. Me permitías darte de mí de una forma que nos acercaba. Sacrificaba cosas por Ti, y Tú lo sabías. Había una confianza inquebrantable entre nosotros. Saber que estabas conmigo me llenaba de alegría.

Sin embargo, con el tiempo te desilusioné y te decepcioné. Lo que era importante para ti, ya no me importó. Me volví egocéntrico y distante. Perdiste tu confianza en mí y yo en ti. Eventualmente, hiciste que abandonara nuestra casa, por lo que no pude volver y la vida jamás volvió a ser la misma. Sentí tu ira hacia mí. Fue una batalla muy dolorosa. El amor y la claridad que alguna vez tuve, se desvanecieron. Cada vez que camino por el lugar donde alguna vez estuvo nuestro antiguo hogar, me inundan recuerdos de una vida diferente.

Quiero que sepas que no olvidé nuestra relación ni por un segundo, y que estoy intentando cambiar. Me esforcé para abrirme, y para aprender a tener una relación verdadera. Quiero ser mejor, incluso cuando la oscuridad del mundo en que hoy habito nubla ocasionalmente mi visión, dificultando mucho mi tarea. Al mismo tiempo, me permitió ser más fuerte y darme cuenta de que puedo ser quien crees que puedo ser.

Estoy intentando… y estoy nuevamente clamando a Ti. Anhelo desesperadamente que llegue el día en que podamos reconciliarnos y reconstruir nuestro hogar.

Por favor, quiero que sepas que he cambiado. Ya no soy el mismo que fui. Por favor, dame otra oportunidad. Por favor, reconstruye Tu Templo, para que allí volvamos a morar juntos, esta vez para siempre.

Tu amado,

El pueblo judío.

9 de av.


El pueblo judío tuvo una relación especial con Dios mientras existió el Beit Hamikdash, el ‘Templo Sagrado’ de Jerusalem. Durante ese período, la nación judía recibió una protección única.

La carta pasa luego al dolor de la separación y de ver el Kótel el ‘Muro Occidental’, que es lo único que queda del Templo. Los dos Templos fueron destruidos, el pueblo judío salió al exilio y fue esparcido por todo el mundo, distanciándose de Dios. El Talmud explica la causa de su destrucción: el sinat jinam ‘odio infundado’ que había entre judíos. Los judíos entraron entonces en un tiempo de gran oscuridad y desconexión de Dios que continúa hasta la actualidad, donde atestiguamos la escalada global del antisemitismo, la alienación y la asimilación.

Oramos para reconciliarnos con nuestro Amado, Dios mismo. Esta reconciliación se materializará en la reconstrucción del Templo Sagrado de Jerusalem, donde volverá a residir la Presencia Divina.

El mes hebreo de av, un mes que representa el duelo de la destrucción del Templo, precede a elul, el mes de arrepentimiento previo a Rosh HaShaná y Iom Kipur. Av (que se deletrea alef bet) puede interpretarse como las iniciales de Elul ba, ‘el mes de Elul se acerca’. Sentir el dolor de la separación y anhelar nuestro merecido retorno es un precursor emocional y espiritual del arrepentimiento sincero. Cuando sentimos la carencia y anhelamos que desaparezca, expiamos por haber cercenado nuestra relación y nos preparamos para la reconciliación.

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