La pérdida de un familiar

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Yosi Karkash fue asesinado en la Segunda Guerra del Líbano, cuando un misil de Hezbolá cayó sobre su pelotón, matándolo a él y a 11 de sus compañeros.

Más de 23.000 soldados israelíes han muerto defendiendo el país desde la independencia de Israel en 1948. Como enseña el Talmud, cada una de esas vidas es considerada un mundo por sí mismo. Pero los números no hacen justicia a las historias individuales de los soldados. Esta es la historia de un joven que sacrificó su vida por su país y por su pueblo.

Yosi Karkash era un trabajador padre de dos pequeñas, tenía cuarenta y pocos años y vivía en Kfar Giladi, Israel. Había servido en la unidad de tzanhanim (paracaidistas) en las Fuerzas de Defensa de Israel durante su servicio militar en los años 80. En el año 2004, le ofrecieron retirarse del servicio de reservistas del ejército, pero eligió no hacerlo. “La idea de proteger a Israel, eso es lo que lo motivaba”, le dijo uno de sus familiares a AishLatino.com. “Son decisiones que vienen del alma”.

Yosi se guiaba por un sentido de patriotismo; la vida era significativa para él siempre y cuando viviera en la tierra de Israel. Sus padres, quienes habían escapado a las persecuciones en los países musulmanes, se conocieron en Israel en 1949. La familia de su madre había experimentado persecuciones religiosas en Túnez, y fueron testigos de la quema de su propio hogar. La familia de su padre había dejado Portugal como resultado de la inquisición y había pasado varios siglos en Turquía, lo cual era una historia de la cual Yosi estaba sumamente consciente.

Con dos hijas y cuatro hermanas, Yosi era una figura patriarcal en su amada familia. Él sentía el deber de continuar su servicio en las reservas y eligió quedarse en ello luego del final de su servicio obligatorio a la edad de 40 años.

En julio del 2006, tanto Hezbolá como Hamás provocaron a Israel al secuestrar a tres soldados. Hamás secuestró a Gilad Shalit en el sur, y Hezbolá mató y luego secuestró los cuerpos de Ehud Goldwasser y Eldad Regev (su muerte en la emboscada no era conocida en ese momento).

Las sangrientas imágenes de televisión eran de víctimas individuales. Goldwasser y Regev eran padres. Shalit era un soldado de 19 años de edad. Los secuestros detonarían la guerra entre Israel y Hezbolá del 2006, e Israel pronto necesitaría a sus reservistas.

Yosi se relacionaba personalmente con estas historias, y los lugares que estaban bajo ataque por parte de Hezbolá se situaban en el norte, cerca del hogar de infancia de Yosi, en Afula. Él estaba listo para movilizarse.

Su sobrina Eshel, posicionada cerca de la Franja de Gaza en ese entonces, dijo que la llamada de Yosi duplicó las preocupaciones de la familia. “Yo soy la joven que está en el ejército a tiempo completo. Yo soy la que debería estar preocupada”. Pero, como explica Eshel, la guerra forzó a los reservistas —padres, tíos, hombres de familia de entre 30 y 40 años— a ir también al campo de batalla.

Un golpe directo

La unidad de Yosi recibió un duro golpe en aquella mañana de verano en el norte. El 6 de agosto, la unidad de Yosi estaba esperando ser enviada al Líbano. En ese entonces, el disparo de misiles Katyusha en contra de civiles era la principal arma de Hezbolá en contra de Israel. El pelotón de Yosi estaba reunido en su vehículo de combate, esperando. No había refugios disponibles para la unidad. Eshel explica que “en el ejército te acostumbras a los misiles y, después de un tiempo, piensas que ‘nada me va a pasar a mí’”. La familia de Yosi todavía no entiende por qué no tenían un refugio, pero se cree que ellos eligieron quedarse afuera de los refugios para que estos fueran utilizados por las familias locales.

La unidad eligió esperar en el estacionamiento del cementerio de Tel-Hai, famoso por ser el lugar de entierro del pionero sionista Joseph Trumpeldor. El cementerio tiene una muralla de ladrillos, la cual protegería al menos a los soldados desde uno de los lados. Ellos asumieron que si un misil caía, sólo significaría un peligro si venía de una de las direcciones. Es más, Tel-Hai nunca había recibido un misil en todos los años de batallas en Galilea.

Pero esa mañana, un misil cayó justo sobre el pelotón, matando a 12 hombres.

Doce mujeres israelíes perdieron a sus esposos. Decenas de niños perdieron a sus padres. “Siempre escuchas sobre soldados que mueren”, le dijeron miembros de la familia de Yosi a AishLatino.com, “pero rara vez escuchas sobre los mundos destrozados de las familias que los rodean”.

Uno tampoco escucha sobre los sobrevivientes; en este caso, dos de ellos continúan con tratamiento sicológico hasta el día de hoy y son incapaces de trabajar. Yosi, quien era el responsable de todos los suministros para el pelotón, envió a uno de sus soldados al camión para cargar la comida del grupo. Otro había sido enviado por Yosi a buscar agua. Y así se salvaron de morir. Ambos fueron testigos de cómo el misil cayó sobre sus amigos. Tan sólo un instante después, y ellos habrían corrido la misma suerte.

Repercusiones

La esposa de Yosi, Orna, se enteró del ataque por la tarde. Ella sabía que algo no andaba bien; había intentado llamar a Yosi varias veces pero no había recibido respuesta alguna. Eventualmente, oficiales del ejército golpearon a su puerta. Entonces se enteró de las noticias.

La familia de Yosi recuerda: “No sabes cómo reaccionar en una situación como esa. Simplemente no sabes qué hacer”. Su sobrino escuchó las noticias luego de celebrar un Brit Milá esa mañana. Tenía invitados de fuera de la ciudad que habían viajado especialmente para la ocasión. “Mi madre gritaba. Nuestros invitados se fueron de inmediato. Nadie sabe cómo se supone que uno debe reaccionar”.

El padre de Yosi se enfermó inmediatamente después de los 30 días de duelo que son conocidos como shloshim. Vivió el resto de su vida con Alzheimer. Murió seis años después. Su madre sigue viva, pero según sus nietos, ella siempre tiene una actitud sombría.

Las hijas de Yosi, Linoy y Lihi, tenían 17 y 11 años de edad respectivamente. Pero Orna sintió el apoyo de amigos, familiares y de muchos preocupados voluntarios. Al año siguiente, el Bat Mitzvá de Lihi fue organizado y dirigido por los amigos que Yosi había hecho en el ejército, los sobrevivientes del estallido. Hoy en día, la relación entre las familias es tan importante para ellos que visitan las tumbas de sus esposos y padres juntos. Cada año, en Iom Hazikarón, el Día del Recuerdo de los Caídos de Israel, cruzan el país para dirigirse a los varios cementerios en los que están enterrados los cuerpos de los 12 hombres.

La familia de Yosi se reconforta al saber que él murió defendiendo la Tierra de Israel. La hermana de Yosi le cuenta a AishLatino.com: “Nuestros padres fueron pioneros; se casaron en un día lluvioso en el lodo. Nos dijeron ‘ustedes pueden superar lo que sea’. Y cuando ellos superaban una dificultad, decían: ‘Gracias a Dios estamos viviendo en la Tierra de Israel’”.

En ese espíritu es que intentan superar la pérdida de su hermano, padre, tío, confidente, mentor e inspiración. Este Iom Hazikarón, antes de visitar la tumba de los camaradas de Yosi a lo largo de Israel, viajarán al norte, a la tumba de Yosi en Afula. Será un día difícil, no cabe duda, pero les reconforta saber el heroísmo de su padre, esposo, hermano, tío e hijo. Al igual que miles de soldados israelíes, él murió luchando para que ellos puedan vivir.

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