Januca y la Heroica Mujer Judía

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¿Estamos dispuestos a pelear por lo que es correcto?

Para Shabat tratamos de hacer la jalá perfecta, para los invitados quizás el soufflé perfecto, y para Januca tratamos de hacer por supuesto el latke perfecto. En medio de todos estos preparativos de comida, después de encontrar la menorá más creativa y las velas artesanales especiales, no queremos perder de vista la festividad. ¿Cómo podemos tener una festividad de Januca perfecta?

Todos los comienzos están basados en el entendimiento. Hubo una destacada campaña publicitaria para un centro comercial en California del sur cuyo lema era "No Te Asimiles". Tú tienes tu estilo único y propio; no te veas como una copia exacta de alguien más. En moda, está claro. Para algunos no hay nada más mortificante que encontrar a un conocido con la misma ropa que tú. Mientras que puede ser que tengamos sentimientos encontrados sobre la aplicación de este lema a la ropa, la aplicación al orgullo judío debería ser inequívoca.

Januca es la festividad del orgullo judío; es el momento en que hicimos un compromiso histórico de “no asimilarnos”. A pesar del encanto de la sociedad griega, a pesar de la asimilación de muchos de nuestros hermanos y hermanas, los verdaderos héroes fueron aquellos que se mantuvieron aparte. Ellos no fueron seducidos por los incentivos de los griegos; ellos sabían que tenían un tesoro precioso y que no debían renunciar a él…

Los Rugidos de la Leona

Una de las menos conocidas - aunque no olvidada - heroína de la historia de Januca fue la viuda Yehudit. Percibiendo el peligro en el que se encontraba su pueblo – el peligro físico de los asirios en la puerta, y el peligro espiritual si Jerusalem caía, ella ideó un plan. Su ciudad estaba bajo sitio, sus habitantes al borde de la rendición debido a una falta de agua cuando Yehudit actuó. Piadosa y con recursos, ella pidió una reunión con el general asirio Holofornes.

Ella se recomendó a sí misma como consejera en su campaña para derrotar a los judíos. Seducido por su inteligencia, segado por su belleza, Holofornes accedió a su plan. Ella lo invitó a una lujosa cena en donde le sirvió grandes cantidades de queso – para que estuviera sediento, y luego vino – para saciar su sed. Finalmente él cayó en un profundo sueño.

Sin desperdiciar un momento, Yehudit agarró la espada de Holofornes, le cortó la cabeza, y regresó con ella donde los judíos ansiosos. La cabeza cortada fue exhibida en las murallas de la ciudad, aterrorizando al ejército asirio quien entró en pánico y se retiró. Los soldados judíos fueron victoriosos y se ofreció un rezo de agradecimiento, con gratitud a Dios y a su justa agente, Yehudit.

A la hora de la verdad, las mujeres tienen el poder de elevarse.

A la hora de la verdad, las mujeres tienen el poder de elevarse. Cuando nuestras familias son amenazadas, nos convertimos en madres leonas, rugiendo y atacando a nuestros enemigos. Cuando nuestro pueblo está en riesgo, tenemos el poder de salvarlos. Todo esto, si es que utilizamos nuestro poder sabiamente. Si estamos enfocadas en la meta.

Sin embargo, demasiado frecuentemente, la meta se oscurece. Pestañeamos y la hemos perdido de vista. Tenemos un breve momento de claridad y luego estamos de vuelta en la rutina, las tareas y (¡finalmente!) la hora de dormir. ¿Pero qué le estamos entregando a nuestros hijos? ¿Cuál es nuestro legado perdurable si de lo único que hablamos es de las tareas y las compras? Debemos enseñarles a nuestros hijos cuan afortunados son de ser judíos, debemos enseñarles que es una herencia que no vale la pena cambiar ni por todo el dinero del mundo.

Estados Unidos ha sido un refugio maravilloso para los judíos. Nuestra gratitud no conoce límites. Pero también se define a sí mismo como un "crisol de culturas". La meta es que los bordes se hagan difusos a medida que todas las razas y etnias se transformen en un todo "Americano". Esa no es una meta judía. Nosotros reconocemos la tremenda pérdida que ocurre cuando sacrificamos nuestra singularidad. Nuevamente decimos "No te asimiles".

Como mujeres judías, debemos ejemplificar, debemos vivir este lema.

Fuerza y Orgullo

Los griegos prohibieron la celebración judía del nuevo mes; menospreciando la relación del hombre con Dios al establecer el tiempo y menospreciando el calendario judío, una perspectiva judía del ciclo anual. Nosotros debemos reclamar el calendario judío. Nuestras vidas son más profundas si la semana está centrada en Shabat y no en el domingo. Nuestras cenas tienen más sentido si están conectadas con celebraciones judías. Nuestra tradición es defendida y se ve reforzada si es la clara prioridad, y no las festividades seculares que nos rodean.

Estamos orgullosos de ser diferentes.

Januca es un buen lugar para comenzar – pero el mensaje debería afectar todas nuestras actividades durante el año. Nuestros ancestros pelearon largas y sangrientas batallas para preservar su judaísmo. Januca es la celebración de una victoria, no una victoria física – porque la batalla no había terminado aún – sino espiritual. Los judíos en Januca dijeron, "No tenemos miedo de ser diferentes; estamos orgullosos de ser diferentes. Y pelearemos hasta la muerte por nuestro privilegio y responsabilidad de seguir siendo diferentes".

Ahora bien, sin ninguna batalla inminente en el horizonte, ¿cómo luchamos hoy en día? La respuesta es muy simple: viviendo una vida que exprese valores judíos. Así como somos únicas por el hecho de ser mujeres, somos aún más preciadas como mujeres judías. Y tenemos un mensaje que enseñarle al mundo – comenzando por nuestra familia y amigos y expandiéndonos hacia afuera en círculos concéntricos. Podemos vestirnos de una forma que le enseñe al mundo sobre dignidad. Podemos hablar de una forma que le enseñe al mundo sobre consideración. Podemos tratar a otros de una forma que le enseñe al mundo sobre bondad. Podemos educar a nuestros hijos de una forma que le enseñe al mundo sobre moralidad. Y podemos rezar de una forma que le enseñe al mundo sobre Dios.

No tenemos que hacerlo solas. La Torá es la guía para nuestras acciones. Tenemos a la comunidad para reforzar nuestras creencias. Pero deberíamos estar preparadas para hacerlo solas. Deberíamos tener la fuerza y el orgullo de que nada puede interponerse en nuestro camino. Debemos encontrar la batalla que Yehudit hubiese luchado hoy en día – y recurriendo a su legado de fuerza y espíritu – debemos liderar las tropas…

Y mientras estamos haciendo todo esto – mientras estamos convirtiéndonos en grandiosas mujeres judías y utilizando nuestras fuerzas y talentos para impactar a nuestro mundo, mientras estamos paradas con dignidad y fortaleza interna y nos rehusamos a asimilarnos, podemos también estar en casa – girando el sevivón, entregando Januca gelt, comiendo latkes y enseñando a nuestros hijos, a nuestras familias, a nuestras comunidades, como vivir una vida inspirada, moral y única; una vida que solamente nosotras como individuos, y nosotras como miembros de un pueblo podemos crear.

Extraído de Inspiring Lights, Afikim (Libro en Inglés).

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