3 formas de agradecer este Januca

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Januca es una época especial para que le agradezcamos a Dios por todos los pequeños y grandes milagros que hay en nuestras vidas.

Estaba sentada en un taxi camino a Jerusalem. El tráfico avanzaba cada vez más lento y comencé a preocuparme de que llegaría tarde donde mis clientes. Era mi primer año trabajando como terapeuta familiar y le había rogado a mi supervisora que no me asignara ningún cliente que hablara en hebreo. Mi hebreo era decente, pero definitivamente no era suficientemente bueno para entender los necesarios matices emocionales que se dan en las sesiones de terapia. La pareja con la que estaba a punto de encontrarme era la única excepción en mi lista de clientes angloparlantes, y estaba realmente en aprietos con ellos. Cada vez que me reunía con ellos, apenas se sentaban comenzaban a pelear en hebreo a gran velocidad. No podía entender ni una sola palabra de lo que decían.

Mientras el taxi continuaba intentando abrirse paso por el camino, sonó mi teléfono. Era mi supervisora. “¿Puedes por favor asignarlos a otra terapeuta que pueda realmente entender lo que dicen?”, le supliqué.

“Tú puedes hacerlo. Tu hebreo es suficientemente bueno. Solamente necesitas tener un poquito más de confianza en ti misma. No te rindas tan fácilmente”. Su voz sonaba a un millón de millas de distancia; colgué el teléfono y me quedé observando por la ventana con ansiedad.

El taxista me miró por su espejo retrovisor. “Giveret, ¿cuál es el problema? ¿Olvidaste decirle gracias a Dios hoy?”.

Yo miré su cabeza descubierta y su brillante collar de jai. ¿De qué estaba hablando?

“¿Tú crees que hoy es solamente otro día? ¿Tú piensas que Él creó estas hermosas montañas con este sol poniéndose tras ellas para que tú mires por la ventana y frunzas el ceño ante las maravillas del Creador? ¿Qué te pasa?".

Siempre estábamos peleando, porque no sabíamos cómo decir gracias. No a Dios. No el uno al otro.

Al principio yo estaba tan sorprendida que no podía hablar. Pero luego decidí contarle en mi titubeante hebreo sobre mis clientes.

“Yo también tenía un matrimonio como ese. Siempre estábamos peleando. Ni siquiera puedo recordar por qué solíamos pelear. Pero siempre estábamos peleando. Y Giveret, le voy a decir por qué era. Porque no sabíamos cómo decir gracias. No a Dios. No el uno al otro. Estoy divorciado hace tres años, pero no tenía que ser así”.

Yo no sabía que decir. “Lo siento”, respondí finalmente.

Esta pareció ser la respuesta equivocada, porque el conductor empezó a gritar. “No Giveret, ¡no lo sienta! No ayuda estar triste. Ayúdelos a ellos. Deje de sentirse mal por usted misma y ayúdelos a ellos. Tome, llévese esto”.

El conductor se volteó y me dio un pequeño llavero azul que tenía las palabras “Gracias” escritas en hebreo.

“No puedo llevarme esto”, le dije, intentando regresárselo.

“¡Lléveselo! Déselo a ellos”.

“No, usted no entiende. Un terapeuta no puede darles regalos a sus clientes. No funciona así”.

Pero él movió su mano en protesta mientras llegábamos al edificio de oficinas. “Recuerde lo que le dije Giveret. El Creador no comete errores. No se olvide. Hoy no es tan sólo otro día”.

Indecisa, metí el llavero en mi bolsillo y me preparé para la sesión que venía.

Tan pronto como la pareja se sentó, comenzaron a discutir. Yo ni siquiera estaba segura de que ellos notaran mi presencia. Luego de unos minutos, finalmente hablé.

“No entiendo ni una palabra de lo que ustedes están diciendo”.

El esposo dejó de gritar en la mitad de una frase, y ambos giraron en dirección a mí.

“¿Qué parte no entendiste?”, preguntó la esposa.

“Todo. Desde que entraron a la oficina. Ni siquiera sé por qué están discutiendo”.

Ellos me miraron en silencio. Yo estaba tan avergonzada. Sentí como que las paredes de la habitación caían encima de mí. Quizás debería haberme quedado callada.

“¿Han intentado agradecerse el uno al otro por las cosas pequeñas?”, tartamudeé en mi hebreo con acento americano. El esposo explotó.

“Esa es la cosa más estúpida que he escuchado. Ahora sí te creo. No has escuchado nada de lo que hemos dicho. ¡Nuestros problemas no van a desaparecer por agradecernos! Además, ¿qué tengo para agradecerle?”.

Yo quería hundirme en mi silla, pero luego la esposa miró a su esposo con una media sonrisa. “Espera, quizás hay algo aquí. Es verdad que no decimos gracias. Quizás podemos probar”.

Saqué el llavero del taxista. El esposo se acercó para tomarlo y meció las pequeñas letras azules en su mano. “Gracias”, leyó en voz alta, y por primera vez sonrío, poniendo el llavero en su bolsillo.

A veces me pregunto donde está ese pequeño llavero hoy en día. Y a menudo pienso en las palabras del taxista. Hoy no es simplemente otro día. Di gracias. Este cielo. Este sol. Este regalo de gratitud. Fue creado solamente para ti.

Januca y el agradecimiento

Januca es una época especial para que le agradezcamos a Dios por los pequeños y grandes milagros que hay en nuestras vidas. Cuando miramos las hermosas y puras llamas de las velas recordamos que ningún día es simplemente otro día. Hay bendiciones a nuestro alrededor en cada momento esperando que las percibamos.

Este año durante Januca, considera las siguientes tres formas de decir gracias.

1. Escribe una carta

En un reciente experimento, se le pidió a un grupo de personas que escribieran un párrafo corto sobre alguien que había transformado sus vidas. Después de que escribieron el párrafo, el investigador les dio un teléfono y les dijo que llamaran a la persona sobre la que acababan de escribir y que les leyeran lo que habían escrito. Algunos de ellos no sabían el número. Otros fueron a cementerios a leer su carta en la tumba de la persona. Y otros lograron comunicarse con la persona sobre la que habían escrito y se pusieron a llorar mientras leían sus palabras en voz alta.

En promedio, el nivel de felicidad de los participantes aumentó hasta en un 20 por ciento solamente por este ejercicio. Así que intenta escribir una corta tarjeta de Januca o un email a alguien que cambió tu vida. Es mejor si lo mandas, pero incluso el mero hecho de escribirlo nos recuerda cuán bendecidos somos de tener personas inspiradoras en nuestras vidas.

2. Mantén un diario de gratitud

En cada día de Januca, escribe tres cosas nuevas por las que estás agradecido ese día. Esto entrena a nuestro cerebro a buscar lo positivo en nuestras vidas. Después de un mes de mantener un diario de gratitud, las personas comienzan a pensar de forma más optimista y clara; dejan de escanear constantemente el ambiente buscando lo negativo y comienzan a notar las fortalezas que hay en los demás en vez de sus debilidades.

La media hora después del encendido de velas es un momento especial para pensar en las bendiciones del día. Compártelas con tu familia mientras se sientan alrededor de la janukiá. Vemos las llamas brillando con esperanza y recordamos nuestra propia habilidad de convertir la oscuridad en luz.

3. Actúa con gratitud

Haz un pequeño acto de bondad cada día de Januca. Ábrele la puerta a alguien. Deja una nota en algún lugar que hará a alguien sonreír. Paga por el café de la persona que está detrás de ti en la fila. Toma un abrigo que nunca usas y regálaselo a alguien en la calle. Da una donación anónima. Sonríe. Manda un regalo de Januca a alguien que lo necesita. Estas pequeñas acciones aumentan nuestros propios sentimientos de gratitud y crean una cadena de bondad.

Y al igual que el pequeño llavero azul, nunca sabemos cuán lejos llegará nuestra gratitud. Toma este regalo y pásalo.

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