La Guerra de las Galaxias y mi búsqueda espiritual

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Los últimos Jedi, Jánuca y la batalla entre las fuerzas de la luz y las de la oscuridad.

Cuando tenía cuatro años mi padre me llevó al cine por primera vez para ver el original Episodio VI de la Guerra de las Galaxias: El retorno del Jedi. La épica odisea espacial capturó mi joven imaginación, tal como ocurrió con otros millones de personas. Pero a diferencia de otros niños de mi edad, lo que me cautivó no fue el Halcón Milenario surcando el espacio a súper velocidad, ni los adorables Ewoks del Bosque de la Luna de Endor, ni el fanfarrón y mafioso Jabba el Hut. Para mí, el universo de la Guerra de las Galaxias fue un mundo de magia, misterio y fe. Y fue mi ingreso al reino de la espiritualidad.

El hijo de Luke

Lo que hizo que la conexión con la Guerra de las Galaxias fuera todavía mejor fue el hecho de que yo asistía a un jardín de infantes privado en Manhattan con el hijo de Mark Hamill, el actor que interpretó a Luke Skywalker.

Yo era demasiado joven para entender que Mark Hamill sólo era un actor, por lo que pensé que era amigo del hijo de Luke Skywalker.

Pasé muchas tardes jugando con Nathan Hamill. Nunca olvidaré que en mi cumpleaños el Sr. Hamill abrió su armario repleto con mercadería de la Guerra de las Galaxias y me dejó elegir dos muñecos de los personajes.

Yo era demasiado joven para entender que Mark Hamill sólo era un actor. ¡Pensé que era amigo del hijo de Luke Skywalker! Le supliqué a mi amigo que convenciera a su padre para que nos enseñara los poderes de la Fuerza.

La única fuerza verdadera

La fuerza, la “única y todopoderosa fuerza que controla todo” (en las palabras del escéptico Han Solo), fue mi primer encuentro con el concepto de una fuerza sobrenatural.

El mentor de Luke, Obi Wan Kenobi, explica que “la Fuerza es lo que le da su poder al Jedi… Ella nos rodea y nos impregna; ella mantiene unida a la galaxia”. El concepto de una “Fuerza” espiritual unificada afectó la manera en que yo veía el mundo. Desde muy pequeño ansié conectarme con un poder metafísico más profundo.

Y eso era lo que George Lucas tenía en mente. En una entrevista de 1999 con el Times Magazine, Lucas dijo:

Yo considero que la Guerra de las Galaxias tomó todos los temas que representa la religión y trató de destilarlos en una construcción más moderna y fácilmente accesible… Puse dentro de la película a la Fuerza para tratar de despertar cierta clase de espiritualidad en los jóvenes; más una creencia en Dios que una creencia en cualquier sistema religioso en particular. Quise hacerlo para que los jóvenes comenzaran a formularse preguntas sobre el misterio.

Cuando comencé a aprender sobre la espiritualidad judía desde una perspectiva adulta, me sorprendí por las similitudes entre el entendimiento judío de Dios y la idea de una Fuerza todopoderosa, omnipresente. La noción de que Dios es un hombre en el cielo viene de las imágenes de los dioses griegos y romanos que entraron en el arte cristiano durante el Renacimiento. De acuerdo con el misticismo judío, Dios es infinito y no posee partes ni atributos físicos. De forma similar a la Fuerza, el judaísmo enseña que la unicidad de Dios simultáneamente nos rodea e impregna todas las cosas. Dios no sólo es la Fuente de todo lo existente, infundiendo cada molécula de materia con una fuerza vital, sino que Él también es el espacio en el cual existe el universo.

Eventualmente el judaísmo se convirtió para mí en una manera de llevar a la vida real mi pasión infantil por la Guerra de las Galaxias.

Eventualmente el judaísmo se convirtió para mí en una manera de llevar a la vida real mi pasión infantil por la Guerra de las Galaxias.

La batalla interna

El nuevo capítulo de la Guerra de las Galaxias de Rian Johnson, Los últimos Jedi, lleva los temas judíos a un nuevo nivel. La línea principal de la historia enfrenta a Rey, sensible de la Fuerza, contra el Jedi desviado del camino, Kylo Ren, en una poderosa batalla psicológica.

Rey ansía descubrir la verdad sobre su pasado, conectarse con sus padres y arriesgar todo por sus amigos en la rebelión. Ella siente el bien dentro de Kylo y añora conectarse con él y llevarlo de regreso al lado de la luz de la Fuerza. Kylo, por su parte, está dispuesto a destruir a todos los que alguna vez lo amaron, incluyendo a sus padres y maestros, para lograr su propio y diabólico objetivo del máximo poder. Él propone que Rey “deje morir el pasado. Mátalo, si eso es necesario. Esa es la única manera de convertirte en lo que debes ser”.

Es una batalla de valores opuestos: la dedicación a los demás versus el máximo egoísmo. El lado oscuro de la Fuerza es el instinto egoísta de supervivencia y poder; el lado de la luz es el instinto de autosacrificio, entrega y conexión. En las palabras del Líder Supremo de la Primera Orden, Snoke: “la oscuridad se eleva y la luz la equipara. Le advertí a mi joven aprendiz que a medida que él se reforzara su paralelo en la luz también se elevaría”.

El judaísmo nos enseña que estas dos fuerzas existen dentro de cada uno. Por un lado, poseemos un cuerpo animal que se preocupa sólo por su propia y egoísta supervivencia; por otro lado, poseemos un alma espiritual que anhela dar y conectarse con otros de forma significativa. En el nivel físico, necesitamos competir por una cantidad limitada de recursos finitos para poder sobrevivir. La supervivencia del más fuerte dictamina que finalmente ganan las especies más egoístas. Sin embargo, en el nivel espiritual todos somos parte del plan maestro de Dios y hay más que suficiente para todos. El alma es comparada con una vela: puedes compartirla con los demás sin disminuir en absoluto tu propia luz.

La oscuridad versus la luz

Estos temas del judaísmo no están en ninguna parte expresados con tanta claridad como en la historia de Jánuca.

A diferencia de los egipcios, los persas o los nazis, los griegos no quisieron exterminar físicamente al pueblo judío. En cambio, ellos quisieron destruir el espíritu judío. Su objetivo era perseguirnos para que abandonásemos nuestros valores y nuestra herencia y aceptáramos la ideología y la cultura griega.

El Midrash se refiere a los griegos como la oscuridad.

¿Qué era lo que representaba la popular cultura griega? Los griegos defendían la idea de que el cuerpo humano es el pináculo de la perfección y de la belleza. Hasta el día de hoy, continuamos haciendo actividad física en gimnasios modelados siguiendo el ejemplo de los gimnasios griegos. Gym en griego significa desnudo, porque los griegos acostumbraban a hacer ejercicios sin ropa. Los helenistas de la época de Jánuca deseaban erigir un gimnasio en Jerusalem para pasar el tiempo admirando y trabajando el cuerpo. Los griegos también prohibieron la circuncisión como un defecto de la forma humana perfecta. Ellos también nos dieron la Olimpiadas. En el mundo del cuerpo, la competencia es literalmente el nombre del juego. Finalmente, el rey sirio griego Antíoco erigió una estatua de Zeus en el sagrado Templo de Jerusalem. Los dioses griegos eran esencialmente humanos inmortales todopoderosos; dioses hechos a la imagen del hombre.

Estos valores griegos se oponían directamente al judaísmo. La Torá enseña que la verdadera belleza y perfección viene de aquello que está dentro, el alma, y no del cuerpo externo. A diferencia de los griegos, el judaísmo enfatiza el valor de vestirse con recato para que los demás se conecten con uno por lo que somos en el interior y no por la forma en que el cuerpo se ve desde afuera. Nosotros vestimos el cuerpo físico para permitir que el alma brille. El mensaje de la circuncisión es que el cuerpo no es perfecto sino que los impulsos egoístas del cuerpo deben ser canalizados para servir a un propósito más elevado. La verdadera competencia en definitiva es contra uno mismo, para desarrollar y refinar el carácter superando los instintos básicos y revelando la luz interna de nuestra alma.

La llama eterna

La maravillosa derrota de los griegos no se debió a que fuéramos más poderosos, más numerosos, que tuviéramos más inteligencia o valentía. Por el contrario, se debió a la fuerza del alma. Este es el mensaje de las velas de Jánuca. La eterna llama judía continúa ardiendo como un mensaje para todas las generaciones respecto a que el poder de la espiritualidad es supremo.

Uno de los grandes maestros jasídicos señaló que es muy difícil luchar directamente contra la oscuridad. En cambio, se debe encender una vela. Hacer una mitzvá. Un pequeño acto amable o espiritual aleja la oscuridad del materialismo, del egoísmo y de la codicia. “Esa es la forma en que ganaremos” le dice Rose, el ingeniero rebelde a Finn. “No luchando contra lo que odiamos. Salvando lo que amamos”.

La película termina con el mensaje de que una pequeña banda de rebeldes, dispuestos a luchar por la verdad en contra de todas las probabilidades, pudo vencer al imperio más poderoso. En las palabras del líder rebelde, Poe Dameron: “Nosotros somos la chispa que va a encender el fuego que quemará a la Primera Orden”. 

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