El espíritu macabeo de la Reina Shlomtzion

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Otra ocasión en la historia judía en que una mujer evitó la catástrofe.

La victoria se ha alcanzado de diferentes maneras a lo largo de la historia judía. Los macabeos se levantaron e iniciaron una revuelta, lo cual era su única opción frente a Antíoco y sus seguidores helenistas. Pero también hubo momentos en los cuales el héroe operó en silencio, tras bambalinas, para lograr la misma victoria elusiva. Reminiscente de la Reina Ester de Persia, hubo otra reina judía cuya presencia impactó profundamente al pueblo judío. Su nombre era Shlomtzion, también conocida como Shlomit Aleksandra.

Shlomtzion se casó con el hasmoneo Yehudá Aristóbulo, hijo de Juan Hircano. De acuerdo a la tradición judía, Aristóbulo murió tempranamente y Shlomtzion se casó con su hermano, Alexander Ianai, quien al poco tiempo ascendió al poder.

Es una ironía de la historia judía que algunos de los descendientes de los macabeos, quienes arriesgaron su vida para restaurar la observancia del judaísmo en Judea, hayan buscado socavar esas mismas tradiciones. La seducción del poder puede corromper mucho. Un legislador en particular, Alexander Ianai, hijo de Juan Hircano y nieto del macabeo Shimón, se adhirió a la secta conocida como los saduceos. Esta secta rechazó el liderazgo de los portadores de la tradición judía y demostró crueldad e inclemencia hacia su pueblo mientras intentaba disminuir la autoridad de éstos; Ianai era el encargado llevar esto a la práctica.

Durante un día de Sucot, Ianai violó una tradición rabínica en el Templo y derramó una libación de agua sobre sus pies en lugar de hacerlo sobre el altar de los sacrificios. El pueblo respondió de inmediato arrojándole etroguim al rey, lo cual dio paso a una masacre de seis mil inocentes en los alrededores del Templo; luego de esto hubo una brutal guerra civil. En ella, Ianai buscó eliminar a la mayoría de los líderes rabínicos, a quienes consideraba rivales, haciendo que fueran violentamente asesinados. Uno de esos líderes, quien huyó a Alejandría, era Yehudá ben Tabai. Ianai también reemplazó al principal cuerpo legislativo, el Sanedrín, con jueces saduceos.

¿Sería socavado el judaísmo auténtico de la Torá? El peligro que presentaba Ianai era severo.

Así como Ester, la reina de la antigua Persia, tuvo la oportunidad de actuar para salvar al pueblo judío del decreto de Hamán, Shlomtzion también tuvo la posibilidad de salvar al pueblo judío de los peligros que lo acechaban. Tenía que actuar, pero también tenía que tener mucho cuidado. Su marido era volátil y brutal; si ella lo hacía enojar, pondría su vida en peligro.

Entre los rabinos que huyeron para estar a salvo se encontraba el sabio líder de la generación, Shimón ben Shétaj, líder del Sanedrín y casualmente hermano de Shlomtzion. La reina, que había ocultado a su hermano, buscó el momento adecuado para convencer al rey y permitirle volver. El Talmud cuenta que un día, mientras la pareja real estaba cenando en la corte del rey, Ianai buscó a alguien que liderara la bendición después de la cena. Como los rabinos habían sido ejecutados o habían huido, no había nadie para hacerlo. La reina aprovechó el momento y le dijo: "Jura que si traigo a quien pueda bendecir, no lo perseguirás" (Brajot 48a).

A pedido de la reina, se le permitió a Shimón ben Shétaj salir de su escondite. El rabino, junto a la reina, logró hacer que los otros sabios que habían huido a Egipto también regresaran. Además, planteándole preguntas a los jueces saduceos que no sabían responder, logró también que les fuesen devueltos a los sabios los puestos que ocupaban previamente en el Sanedrín. El libro Meguilat Taanit fija la fecha del 28 de tevet como el día de regocijo por la restauración del Sanedrín.

En su lecho de muerte, cuando su vigésimo séptimo año de reinado estaba llegando a su fin, Ianai le cedió el trono a su esposa. Incluso le aconsejó que pusiera la autoridad en manos de los sabios. Él sabía que la nación simpatizaba con ellos y que aceptarían su liderazgo. De esta forma el reino estaría a salvo. Todo eso era parte del plan.

El reinado de Shlomtzion (76-67 AEC), el cual duró diez años, fue un reinado de paz y prosperidad en Judea. Shlomtzion protegió aún más a la nación y fortaleció las ciudades fronterizas de Judea; también fortaleció la nación desde su interior. La reina, junto a su hermano, se esforzó para restaurar las instituciones de Torá en la tierra. Elevaron el nivel de la educación judía con cambios revolucionarios en el sistema. Shimón ben Shétaj estableció un sistema de Ieshivot en las ciudades grandes, en donde los jóvenes se beneficiaban con una fuerte educación judía. Antes de eso, este tipo de instrucción era de responsabilidad exclusiva del padre.

El Talmud declara que Shimón ben Shétaj restauró la corona de la Torá (Kidushín 66a). En medio de aquella era de opresión, influenció a su generación y a las siguientes. A su lado estuvo su férrea hermana, la reina, quien al influenciar cuidadosamente a su marido, promovió el dramático cambio que hubo en Judea. Fue una era en la que la nación judía creció espiritualmente. Fueron tiempos buenos. Una calma que precedió a las nuevas luchas internas que se produjeron entre sus hijos Aristóbulo e Hircano después de su muerte.

El Talmud declara que durante el reinado de Shlomtzion los granos de trigo tenían el tamaño de riñones y la avena era tan grande como los carozos de las aceitunas (Taanit 23a). La inmensa productividad de la tierra fue una señal Divina de la rectitud de la reina y de su reinado.

Así como durante la milagrosa liberación del Templo a manos de los macabeos la Menorá permaneció encendida durante ocho días gracias a un solo tarro de aceite, de la misma forma, este milagro también representó la victoria ante la adversidad. Dos victorias milagrosas, entre tantas otras, que forman parte de la asombrosa supervivencia del pueblo judío. Los macabeos y Shlomtzion ayudaron a mantener viva la llama de la Torá.

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