El secreto de las 7 semanas

05/05/2022

5 min de lectura

El mandamiento de contar el Omer nos enseña a prestar atención a las cosas, y reabre nuestros corazones para escuchar historias.

El mandamiento de Contar el Omer es uno de los preceptos más curiosos de la Torá. Se nos pide contar los 49 días entre Pésaj y Shavuot a pesar de que, por supuesto, el número de días nunca cambia. Es por eso que en el cumplimiento de esta mitzvá, que requiere un esfuerzo continuo, el proceso en sí mismo es valioso.

La palabra para 'número' en hebreo es mispar y su raíz está muy relacionada con la palabra sipur, que significa 'cuento' o 'historia'. ¿Cuál es la relación entre estas dos palabras?

Contrariamente a una antología casual de eventos, una serie de eventos se convierte en un cuento o una historia cuando hay un comienzo en el cual los personajes son presentados, una trama en la cual toma lugar la situación y un desenlace en el cual aparece el final de la historia.

Nuestras vidas corren tan rápido que frecuentemente perdemos conciencia del enorme poder de nuestras propias historias. La metamorfosis de hoy hacia mañana es lo suficientemente sutil como para que perdamos la conciencia sobre los comienzos y los finales de nuestras vidas.

El mandamiento de Contar el Omer nos enseña a prestar atención a las cosas y reabre nuestros corazones para escuchar historias.

¿Y qué historia es contada?

Hay dos historias que están entrelazadas.

La primera es la historia de la transformación de un pueblo que en Pésaj se liberó físicamente, a un pueblo que en Shavuot se liberó espiritualmente.

El día que dejamos Egipto fue un día en el cual nosotros rechazamos la definición egipcia de lo que nuestras vidas pueden ser. Nosotros nos liberamos para ser lo que queríamos ser. Pero aún no conocíamos nuestra propia historia. Fue sólo cuando recibimos la Torá que encontramos los canales que podían darle expresión a nuestras almas.

Fue entonces así que aprendimos el proceso de encontrarnos con los desafíos que son genuinos y duraderos. Nuestra historia comenzó a evolucionar.

Cebada y trigo

Los rituales que definen esta época del año reflejan este cambio. El sacrificio que era ofrecido en Pesaj era de cebada. En tiempos pasados, la cebada era usada como pastura para los animales. El sacrificio que era ofrecido en Shavuot era de trigo. El trigo es frecuentemente usado como una alegoría de la capacidad humana para usar su inteligencia. Mientras que un animal puede comer una fruta o una hoja, hacer pan requiere de la inteligencia y creatividad humana.

El pueblo judío fue transformado de ser un 'buscador de libertad' en ser un 'buscador de humanidad'.

Lo que esto simboliza es la transformación del pueblo judío, que primero fue definido mediante las búsquedas y los deseos de una libertad que es compartida con los animales, en un pueblo de humanos verdaderamente evolucionados. Esto es realmente una historia.

¿Qué nos hace verdaderamente humanos? La literatura mística discute los vínculos que compartimos con Dios, siendo estos lazos el factor que nos humaniza. Estos vínculos son llamados sefirot, un nombre que, como es obvio, tiene también la misma raíz que mispar y sipur, 'número' e ' historia'.

Esta raíz en común nos muestra el hecho de que el comienzo, la trama y el final de nuestra historia son finalmente limitados y finitos, pero de todas maneras son tocados por la chispa infinita de Santidad que hay dentro de nosotros.

La mención más temprana de este concepto místico es presentada en un libro de cábala llamado Sefer Ietzirá, literalmente "Libro de Formación", el cual es atribuido a Abraham Avinu. Hay más de mil comentarios escritos sobre el Sefer Ietzirá, pero aún así todavía es uno de los libros judíos más esotéricos sobre la naturaleza de Dios.

En el 1500, el Rab Itzjak Luria, un místico proveniente de Egipto que se asentó en Tzfat y que es conocido mundialmente con el nombre de Ari (literalmente "león"), dilucidó con una increíble claridad las secciones más enigmáticas de la cábala a un grupo seleccionado de discípulos. Subsecuentemente, las enseñanzas místicas del judaísmo se hicieron mucho más accesibles de lo que habían sido en el pasado.

Una de sus enseñanzas centrales es el significado de obtener conciencia sobre el vínculo que compartimos con Dios, las sefirot de nuestras almas espirituales.

Los 7 aspectos de santidad

Examinemos ahora los vínculos con Dios que nos hacen humanos, los siete aspectos expresivos de santidad. Cada uno de estos siete aspectos se relaciona con una de las siete semanas de Sefirat haOmer.

1. El primero es Jesed, "benevolencia".

Mientras que los impulsos del cuerpo están dirigidos hacia uno mismo, los impulsos del alma están dirigidos hacia afuera, hacia otros. Nosotros amamos a quien le entregamos porque ellos confirman la existencia de nuestra espiritualidad. Nosotros vemos nuestro "yo" más elevado reflejado en ellos.

2. El segundo es Guevurá, "fuerza" o "poder".

Esto se refiere específicamente a fortalecer el alma de uno para sobrepasar los obstáculos que están delante de ella. Nosotros tenemos la capacidad de vivir por nuestras metas, y para hacer los sacrificios necesarios para obtenerlas. La meta final de cada judío es ser una fuente de luz. En función de llegar a este fin, debemos someter nuestro ego y nuestros deseos a la inspección minuciosa de la Torá de Dios.

3. El tercero es Tiferet, "belleza".

La belleza es creada a través de la armonía y el contraste, eso es, cuando nosotros hacemos una "unión". Cuando nos convertimos en personas con el valor de la verdad, nuestras palabras, pensamientos y acciones se unen. Sólo los humanos pueden mentir. La razón para esto es que sólo los humanos tienen la posibilidad de crearse a sí mismos de alguna manera. Usando las palabras del Maharal de Praga: "nos damos nacimiento a nosotros mismos". Cuando mentimos caemos en nuestro deseo animal de la comodidad y la facilidad. Cuando decimos la verdad, nos reconectamos con la realidad trascendental de Dios y elegimos ser auténticos como seres humanos.

4. El cuarto es Netzaj, "infinidad".

Cualquiera que alguna vez haya resistido el deseo de obtener gratificación inmediata ha tocado esta cualidad. Es la fuente de la esperanza y la aspiración de crecer.

5. El quinto es Hod, "esplendor".

En hebreo hod es un sustantivo que significa literalmente "esplendor", pero como verbo significa "confesar" y "agradecer". Como seres humanos nosotros podemos ser movidos por el esplendor, ya sea que su fuente esté en lo espiritual o lo físico. Nuestra habilidad para ser verdaderamente sensibles en este sentido es lo que nos inspira a expresar agradecimiento. Frecuentemente nos resistimos a permitirnos ser agradecidos por la fragilidad de nuestra autoestima. Cuando nosotros comenzamos el día con las palabras Modé Aní, "Te agradezco", estamos expresando nuestro agradecimiento a Dios, y simultáneamente nos vemos a nosotros mismos como creaciones merecedoras de vida.

6. El sexto es Iesod, "fundación".

Esto se refiere a nuestra habilidad para vincularnos. Este aspecto es llamado "fundación" porque es la fundación misma de todas las interacciones. Lo que nosotros finalmente buscamos en las relaciones es bondad. Inevitablemente si tendríamos que elegir una característica en una futura pareja, sería una característica espiritual. Para algunos de nosotros sería la compasión, para otros sería la honestidad o la sensibilidad. Si nosotros vemos nuestro propio bien reflejándose hacia nosotros, nosotros amamos a la otra persona aún más. Lo que esto nos está diciendo es que lo que estamos buscando en última instancia, es un vínculo espiritual. Nosotros estamos buscando la cara de Dios.

7. El atributo final es Maljut, "reinado".

Esto se refiere a nuestra habilidad de materializar el reinado de Dios en todo el mundo y en nuestros propios corazones. La manera de hacer esto es mediante el reconocimiento de que nuestras misiones son de significado infinito. Al mismo tiempo mantenemos la humildad que resulta de saber que sólo podemos ver como propio un pequeño trozo de infinidad.

Las siete semanas entre Pésaj y Shavuot tienen el potencial espiritual para darnos la habilidad de hacer que nuestras historias se desarrollen. Nosotros podemos hacer que cada día cuente, y lograr ser más humanos de lo que jamás hubiésemos imaginado.

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