Defectos perfectos

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La vida —y las personas— no son perfectas. Y no se supone que lo sean tampoco.

Acabo de grabar un CD para niños con mi amiga y colega Linda. Mientras el ingeniero de sonido estaba haciendo la mezcla, yo estaba haciendo muecas por los errores. Él movió la cabeza y dijo: "Toda la belleza del arte es que no es perfecto".

La vida real no es perfecta, y tampoco se supone que lo sea. Las fallas son parte de su belleza.

Hay un inspirador email popular llamado Crackpots. En uno de ellos se cuenta la historia de un balde de agua que tenía una grieta; se sentía inferior porque siempre estaba goteando. Luego se destacó que, durante el camino, estaba regando la tierra y ayudando a las flores a crecer.

Hoy se hace mucho hincapié en la perfección. Buscamos el trabajo perfecto, la pareja perfecta, el aspecto perfecto. La publicidad está orientada a hacernos sentir imperfectos (¡a menos que utilicemos su producto!) y hay libros y seminarios para mejorar cada aspecto de nuestra vida personal y profesional. El mensaje es: los defectos son indeseables.

Una vez trabajé para un cirujano plástico. Él tenía un libro de fotos de celebridades que mostraban cómo se verían si sus caras estuviesen en perfecta simetría (las caras de las personas generalmente no son simétricas). Estas celebridades no eran para nada tan interesantes ni hermosas; la naturaleza de su carácter e individualidad yacía en los defectos de sus facciones.

Celebrando los defectos

Sefirat HaOmer (la Cuenta del Omer), las semanas entre Pesaj y Shavuot, son observadas como un tiempo de duelo por los estudiantes de Rabí Akiva, que murieron en una plaga. Durante este tiempo, 24.000 eruditos de Torá murieron porque no se brindaron suficiente honor entre ellos

¿Por qué las personas no se brindan honor? ¿Por qué chismeamos, criticamos e incluso condenamos a los demás? Porque, a nuestro parecer, no son perfectos. Ellos —sus caras, sus extremidades y hasta sus personalidades— son defectuosas. En palabras más simples, son humanos.

Y también lo somos nosotros. A pesar de haber sido puestos en esta tierra para perfeccionarla a ella y a nosotros mismos, la perfección no es un prerrequisito para perfeccionar. Tampoco es necesariamente definida como "no tener defectos". Perfección significa utilizar nuestros defectos para bien. Utilizar nuestra ira, por ejemplo, no para gritarle a nuestros amigos y familiares, sino para luchar contra la injusticia. Significa sonreír con calidez, incluso sin tener dientes perfectamente derechos y blancos. Significa cantar desde el corazón, a pesar de que quizás no siempre acertemos la nota. Significa ser la persona única que eres, y amar a los demás por las personas únicas que son – con verrugas y todo.

Rabí Akiva es conocido por el dicho: "Ama a tu prójimo como a ti mismo". Pero en realidad, esa no es una traducción precisa; la palabra hebrea reé es mejor traducida como "amigo". Interesantemente, tiene las mismas letras que ra (mal). Percibir a alguien como malo o como nuestro amigo depende del lugar en donde ponemos el acento.

Cuando la nación judía recibió la Torá en Shavuot, se pararon unidos: un alma, un corazón, un espíritu. Tres millones de personas, 12 tribus, jóvenes y viejos, mujeres y hombres, con un propósito: recibir la Torá.

Rabí Akiva enseñó que el objetivo principal de la Torá es enseñarnos a servir a Dios amando al prójimo incondicionalmente.

Advertí otra cosa cuando estábamos haciendo la mezcla. En las partes en donde Linda cantaba conmigo en armonía, yo estaba más entonada. Todos tenemos nuestras debilidades. Pero cuando cantamos juntos, armonizando nuestras melodías individuales, con todos sus tonos e imperfecciones, sus sutilezas y timbres, producimos una canción que es realmente hermosa, de corazón y divinamente perfecta.

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