La Quinta Pregunta: ¿Pesimista u Optimista?

4 min de lectura

Pesaj ofrece una respuesta a la búsqueda existencial del hombre de conexión espiritual.

¿Eres optimista o pesimista?

Prepárate para que Dios mismo te haga esa pregunta.

De acuerdo al Talmud, hay un “examen final” que todos tenemos que tomar cuando salimos de este mundo. Antes de que le asignen un hogar eterno a nuestra alma, tenemos que responder a una serie de preguntas sobre cómo vivimos nuestras vidas. Después, la corte celestial da su juicio basada en nuestras respuestas.

Algunas de las preguntas son obvias: ¿Te has conducido con honestidad en tus tratos comerciales? ¿Has separado tiempo para el estudio de Torá? ¿Viviste tu vida de acuerdo a las enseñanzas Divinas?

Pero, sorprendentemente, una de las cosas sobre las que parecen estar preocupados en el cielo es si vivimos nuestros días con una actitud optimista o pesimista. Nos preguntarán: ¿Esperabas la salvación? ¿Eras, al igual que el pesimista, un contador de desgracias, siempre seguro de que nada saldría bien, siempre seguro de que la esperanza era la confianza extraviada de un idealismo inocente sin esperanza? O ¿Fuiste lo suficientemente sabio para darte cuenta que el optimismo es el regalo más grande que Dios le dio a la humanidad, una medicina milagrosa que nos permite enfrentar cualquier realidad reafirmando el cuidado y la compasión de un Poder Superior?

Parece que hay mucho de verdad en la observación de Golda Meir: “El pesimismo es un lujo que un judío nunca se puede permitir”. Pero los comentaristas se preguntan: ¿Cuál es la fuente bíblica de esta pregunta? Si somos considerados responsables por nuestra actitud y ser optimistas es una mitzvá (mandamiento) tan importante, ¿dónde en la Torá encontramos esta orden?

La respuesta que dan los sabios ofrece una nueva comprensión sobre Pesaj.

El primero de los Diez Mandamientos nos dice: “Soy el Señor tu Dios quien te sacó de la tierra de Egipto, la casa de la esclavitud”. Raro. Dios no se identifica a sí mismo como el Creador de los cielos y de la tierra. En cambio, elige enfatizar su rol de Redentor del pueblo judío. ¿Pero acaso crear al mundo no es mucho más difícil? Después de todo, Abraham Lincoln pudo liberar a los esclavos en Estados Unidos, pero sólo Dios pudo haber traído el universo a la existencia.

Es cierto. Pero referirse a Dios como Creador nunca nos hubiese dado el conocimiento de que después de haber terminado de darle forma al mundo, todavía se preocupa y está involucrado personalmente en su preservación y perfeccionamiento.

Lo que probó el Éxodo de Egipto es que la creencia en la existencia de un Ser Superior es un error tan grande como el ateísmo, rechazar la preocupación constante de Dios por nosotros es una herejía tan grande como negar Su existencia.

El primer mandamiento representa una afirmación de confianza en un Ser Superior que está comprometido con nuestro cuidado benevolente.

El primer mandamiento, en su sentido más profundo, nos exige creer no sólo en que Dios hizo algo maravilloso por nuestro pueblo hace mucho tiempo. No, representa la afirmación de confianza en un Ser Superior que está comprometido en cada generación y en cada lugar con nuestro cuidado benevolente. “La tierra de Egipto y la casa de la esclavitud” son paradigmas de lucha nacional y de dificultades personales. ¿Quién no ha sufrido en ocasiones algo de lo que han sufrido nuestros ancestros en su antigua esclavitud? ¿Quién no ha vivido la esclavitud de la adicción— a la riqueza, al poder, a la fama, al placer? ¿Quién no ha clamado a Dios en varias ocasiones: “Por favor no me abandones en mi momento de necesidad, por favor no permanezcas en silencio cuando clamo a Ti como mi última esperanza?”.

La razón por la que se espera que demos la respuesta correcta cuando se nos pregunte después de la muerte: “¿Esperaste la salvación?” es porque deberíamos habernos tomado a pecho la demanda implícita en el mismísimo primer mandamiento.

¿Acaso Dios escucha cuando lloramos? ¿Percibe acaso nuestra presencia? Pesaj, la narrativa que Dios elige como su carta de presentación para proclamar Su identidad, es la historia que ofrece una respuesta a la búsqueda existencial del hombre de conexión espiritual. Sí, hay un Dios que escucha, que conoce, que redime –y al igual que lo hizo hace mucho tiempo, nos responderá de nuevo mientras enfrentamos nuestros desafíos cotidianos.

En el análisis final, sólo hay dos formas de mirar a la vida. O nuestros días no tienen significado, son el resultado de una coincidencia azarosa, o son parte de un plan maestro que obedece a un orden decretado divinamente para la historia. Entonces, no es coincidencia que el ritual clave de Pesaj es conocido como el Seder, la palabra hebrea para “orden”. No porque es un orden para la comida sino porque es un orden para nuestras vidas. La coincidencia, fue dicho, es meramente la forma en que Dios elige permanecer en el anonimato. El mundo, como lo dijo Shakespeare, es realmente un escenario –pero la Torá agrega el punto más importante a esa metáfora: es un escenario con un Director.

Y es por eso que todo judío debe ser optimista. Los pesimistas le temen a un futuro incierto. La gente con fe espera ansiosamente bendiciones prometidas por Dios. Pesaj, dicta la ley judía, debe ser observado siempre en la primavera de Israel. Nuestro calendario lunar está ajustado en base a un “mes de año bisiesto” por si la festividad cae demasiado temprano, en los días que todavía son parte del invierno. Eso es porque Pesaj y la primavera son mellizos. Ambos simbolizan esperanza y nuevos comienzos. Ambos prometen el renacimiento basados en el amor permanente de Dios por la humanidad.

Entonces, cuando la gente te haga la tan repetida pregunta: “¿Estás preparado para Pesaj?”, no sigas simplemente pensando en el vino y en la matzá, en la limpieza previa a Pesaj y en los esfuerzos diligentes para eliminar todo el jametz (levadura), sino que piensa en si estás listo para absorber el mensaje más fundamental de la festividad: Un optimista siempre tiene razón – porque tiene un medio de apoyo invisible.

Y es por eso que Pesaj no es una festividad sobre el pasado judío sino que es la festividad que proclama la llegada de Eliahu y del Mesías.

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