El milagro del mar y los egipcios

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El significado místico del mar según el judaísmo.

Los judíos dejaron Egipto rodeado por un torbellino de milagros que demostraron la grandeza del Éxodo. Cada milagro era necesario, y estaba repleto de significado.

Sin embargo, hubo un milagro cuyo significado pareciera que no comprendemos. Sabemos que el Mar de los Juncos se dividió, permitiendo que los judíos pasaran, y luego se cerró ahogando a los egipcios. Incluso la Torá nos cuenta de otro milagro que le siguió. Dice "Israel vio a los egipcios muertos en la orilla del mar" (Éxodo 14:30). Si los egipcios se ahogaron en las profundidades del mar, ¿cómo es que todos sus cuerpos terminaron inmediatamente en la playa? Nuestros sabios explican que el mar los arrojó hacia fuera—y que eso fue un milagro.

¿Cuál es el profundo significado de la expulsión de los cuerpos egipcios a la playa?

La respuesta radica en el significado místico del mar y de la costa. Hay un salmo que recitamos dramáticamente al unísono en la noche de Rosh Hashaná, el Año Nuevo Judío, y de acuerdo a muchas costumbres también en Iom Kipur, el Día de la Expiación. El salmo comienza diciendo: "La tierra y lo que la llena pertenece a Dios, el mundo y todos sus habitantes, porque Él cimentó el mundo en mares, y lo estableció en ríos" (Salmo 24:1). ¿Por qué hay un "porque"? ¿Qué relación existe entre los mares y ríos con el motivo de que el mundo pertenece a Dios?

Para contestar, necesitamos entender la esencia de las grandes masas de agua del mundo desde una perspectiva judía. En el tercer día de la creación, el cual comenzó con un mundo cubierto de agua, Dios le ordenó a las aguas juntarse en un solo lugar para que la tierra seca pudiese aparecer (ver Génesis 1:9). La dinámica que existía hasta el inicio del tercer día, explican los místicos, continúa hasta el presente; a pesar de que en el mundo hay continentes e islas, las fuerzas naturales del mar anhelan cubrir el planeta nuevamente. Sin trabas, ellas inundarían el mundo con una furia desenfrenada. Abrumados con nuevas estadísticas amenazantes sobre el calentamiento global, todos sabemos lo que podría suceder si la temperatura aumentara sólo una pequeña cantidad. Solamente Noé, su familia, y los animales a bordo del arca sobrevivieron la última vez que el mundo estuvo cubierto de agua.

Dios creó un mundo que se autodestruiría si no fuese por Su constante contención del mar

¿Qué es lo que sostiene a las aguas para que no se desborden? ¿Qué es lo que previene que el mundo se inunde? El borde del mar – la playa. "Tu pusiste un limite que las aguas no pueden cruzar, y no pueden volver a cubrir la tierra" (Salmo 104:9). Las aguas quieren cubrir la tierra, pero ellas están impedidas de hacerlo. Los sabios nos plantean que la costa, una mera hebra de arena, es un ejemplo de la grandeza de Dios y una indicación de cómo en cada momento Dios salva al mundo de la autodestrucción conteniendo el mar en su límite (ver Talmud, Bava Batra, 73a). Es como si cada ola, hasta que se rompe, anunciara que esa es la que inundará el mundo.

De esta manera, el mar proclama el testimonio de la constante participación de Dios en el mundo y Su diaria renovación de la creación. El mundo es Suyo, porque Él lo cimentó en mares y lo estableció en ríos. Él creó un mundo que se autodestruiría si no fuese por Su constante contención del mar. En cada segundo Dios está activamente involucrado en contener las aguas en los ríos y océanos; constantemente está manteniéndolos a raya.

Hubo una vez una antigua gran nación que negaba el mero concepto de la Divina providencia. Era un pueblo que vivía en una tierra de gran abundancia y que sostenía con confianza que los límites del mar eran una cosa natural, y que ninguna energía metafísica era necesaria para prevenir el retorno a un mundo de agua. Era una nación cuyo monarca respondía a la orden de dejar a los judíos partir diciéndoles: "¿Quién es Dios para que yo deba escucharlo? Yo no conozco a Dios ni tampoco voy a liberar a los Judíos" (Éxodo 5:2). Esta nación se llamaba Egipto – o Mitzrayim en Hebreo.

El hebreo es el idioma más profundo del mundo y los místicos explican como inclusive el mundo en sí mismo fue creado con las letras del idioma Hebreo. En hebreo, la palabra metzar significa orilla. La palabra yam significa mar. Los egipcios eran llamados metzar-yam ---Mitzrayim que literalmente significa "limite al mar". Efectivamente, la filosofía egipcia gira en torno a la idea que no existe un límite divino necesario para contener el mar ya que hay uno natural. Ellos sostienen que Dios es irrelevante.

El pensamiento judío afirma que una persona tiene algo semejante a un cordón umbilical espiritual el cual, si fuese cortado, permitiría a las fuerzas del mundo aplastar la vida humana. Existe una constante conexión hacia el mundo espiritual trascendental, inclusive si uno no necesariamente lo siente. Los egipcios negaban rotundamente esto e hicieron todo lo posible para borrar esta conciencia de la perspectiva de los judíos. El Rabino Moshé Jaim Luzzatto, uno de los grandes cabalistas, explica que el Faraón estaba tan obsesionado con destruir esta visión del mundo que sometió a los judíos a un trabajo esclavizante y despiadado solamente para distraerlos de este pensamiento.

"Israel vio a los egipcios muertos al borde del mar". El milagro del arrojamiento de los egipcios muertos hacia la costa envió un mensaje poderoso. Los egipcios, quienes insistían que los límites del mar eran naturales y se contenían por sí mismos fueron ahogados y milagrosamente arrojados, precisamente, sobre la costa que ellos afirmaban – y como incluso su propio nombre transmitía – que no estaba conectada a nada Divino.

La Hagadá hace una declaración que pareciera ser inverosímil: "Si Dios no nos hubiese redimido, seríamos aún esclavos del Faraón en Egipto". ¡Pero eso fue hace miles de años! El gran Egipto de la antigüedad desapareció hace tiempo, y la nación que vive en esa tierra hoy es completamente diferente.

Piensa nuevamente. Las palabras del Rabino Luzzatto deberían hacer eco en nuestras mentes. La gran estrategia del Faraón era disipar el foco de la idea que nada puede ocurrir o continuar existiendo en este mundo sin Dios. El legado del Faraón continúa existiendo. Hoy en día se nos dice continuamente que la naturaleza es un hecho. Nos distraemos, y es fácil perder el enfoque de la realidad de que cada segundo de existencia es un milagro.

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