Comenzando de cero en Rosh HaShaná

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Apretando el botón de reinicio en nuestra relación con Dios.

La festividad de Rosh HaShaná contiene una paradoja. Por un lado, se nos enseña que Rosh HaShaná es el día del juicio para la humanidad. Los rectos reciben otro año de vida, los malvados son destinados a la destrucción y la gente promedio recibe hasta Iom Kipur para corregir su camino y ameritar otro año (Talmud Rosh HaShaná 16b).

Deberíamos implorarle a Dios por otro año de vida, con la esperanza de influenciar nuestro juicio para bien. La corte de Dios está reunida. Nuestros libros están abiertos. Esta es nuestra gran oportunidad para rezar por vida.

Sin embargo, si observamos la liturgia de Rosh HaShaná, esas plegarias están prácticamente ausentes. Pasamos el día proclamando a Dios como Rey y anhelando el día en que la humanidad también lo reconozca. Por más maravillosas e inspiradoras que parezcan estas plegarias, parecieran prácticamente fuera de foco respecto al objetivo del día. ¡Prácticamente no pedimos por un buen año para nosotros mismos! ¿Por qué nuestras plegarias aparentan reflejar tan mal lo que está ocurriendo en el Cielo?

Un nuevo comienzo

En Rosh HaShaná hacemos algo más fundamental que simplemente pedirle a Dios que nos de vida. Estamos recomenzando una relación con Él. Estamos dejando de lado nuestro pasado y comenzando de nuevo. No estamos pidiéndole a Dios que nos perdone y nos de vida a pesar de nuestro no tan ejemplar pasado. Estamos ignorando todo eso y comenzando completamente de nuevo hoy, en el cumpleaños del mundo.

¿Cómo lo hacemos? Redefiniéndonos a nosotros mismos y a nuestra relación con Dios. Declaramos a Dios como el Rey del universo y Rey sobre nosotros. Nos identificamos con el objetivo del mundo: que la humanidad reconozca a Dios y se dedique a Él. Queremos ser parte de esa misión, queremos que Dios sea Rey.

Identificándonos con el objetivo

Rosh HaShaná es mucho más que un día de juicio. También es un día de balance. Dios creó el mundo con un objetivo. Cada año, en el cumpleaños del mundo, Dios revisa el estado del mundo para ver si se está acercando o alejando de ese objetivo.

El objetivo del mundo es que la humanidad reconozca a Dios y que el mundo sea un reflejo de su gloria. En Rosh HaShaná Dios nos enjuicia a cada uno de nosotros no sólo en base a nuestras acciones, sino también en base a qué tanto fuimos parte de esa elevada misión. Al identificarnos con el reinado de Dios y rezar para que sea revelado, demostramos que queremos ser parte de ese objetivo. Recomenzamos nuestra relación con Dios y nos dedicamos nuevamente a Él. Es cierto, puede que no hayamos sido perfectos el año pasado, pero sabemos cuál es el objetivo del mundo y queremos ser parte de éste. Queremos otro año de vida. Queremos hacer del mundo un lugar mejor.

El shofar, el llanto en nuestro interior

¿Cómo dejamos de lado el pasado para comenzar de nuevo? El shofar nos muestra el camino. El shofar es un instrumento muy simple, que produce sólo los sonidos más básicos. De acuerdo al Talmud, su sonido natural y quebrado representa el sonido de un llanto (Rosh HaShaná 33b).

El llanto emana de una parte muy profunda del alma de la persona: No es la voz de nuestro intelecto explicando quiénes somos y lo que queremos de Dios este año, sino que es el desgarro interior y el llanto que clama por Dios desde lo más profundo de nuestro corazón.

El llanto emana de las profundidades de nuestra alma, una parte de nosotros inmaculada que no ha sido corrompida por nuestros defectos y pecados.

 

El llanto atraviesa todas las capas exteriores: el intelecto, la apatía y la sofisticación. Es un llamado desde la parte interna de nuestra alma que está mucho más allá de eso, desde la parte inmaculada de nosotros que nunca ha sido corrompida por nuestros defectos y pecados; así, nos ponemos en contacto con nuestra esencia verdadera. El shofar nos enseña a identificarnos con quienes somos en realidad, y a clamar a Dios desde ese lugar. Puede que en el exterior no hayamos sido perfectos, pero en nuestro interior, en el nivel de nuestra esencia, seguimos siendo los mismos sirvientes de Dios que siempre fuimos.

Cuando el shofar clama, nosotros clamamos con él… si tan sólo oímos su llamado. Nos acercamos a Dios por medio de acercarnos a nosotros mismos, a esa parte interna de nuestra alma que no se encuentra contaminada por nuestros errores pasados. En ese nivel, podemos nuevamente ser uno con Dios. Podemos conectarnos con Él y con nosotros mismos por completo y sin ninguna inhibición. Porque más allá de todo, en el nivel del ‘llamado del shofar’, continuamos siendo puros.

Viviendo para Dios

Pero, ¿estamos simplemente barriendo nuestros errores pasados bajo la alfombra, simulando ser almas completamente puras y prístinas? ¿Qué ocurrió con el pasado con el que todos cargamos?

La respuesta demuestra la belleza verdadera de Rosh HaShaná. No sólo estamos olvidando, sino que estamos haciendo algo mucho más profundo: estamos saliendo de nuestra propia miopía. En lugar de preocuparnos por nuestro propio juicio, por el año que Dios nos dará, vemos más allá para pensar en Dios. Declaramos nuestro profundo anhelo de que el mundo reconozca a Dios como Rey. Queremos que toda la humanidad reconozca a Dios.

En lugar de preocuparnos por nuestro propio destino, nos elevamos y declaramos que lo único que nos importa es Dios.

 

Hoy Dios nos está juzgando, decidiendo si recibiremos otro año de vida. Pero nosotros olvidamos eso y decimos una cosa: “Dios, nos importa Tu honor. Queremos que Tu nombre sea engrandecido entre los hombres”. Ahora, ¡esa es una señal real de una relación con Dios! Dejamos nuestras preocupaciones personales de lado (el hecho de que nuestra vida esté en juego en este día del juicio) y miramos hacia Dios. Declaramos que lo que realmente nos importa es Dios y Su honor, no nuestro destino individual. Dios es lo único que importa. Y con ese gran reconocimiento, podemos comenzar nuestra relación con Dios completamente desde cero. Debemos vivir para Él, y nada le es más valioso que esto.

Con certeza ahí no termina la historia. Si realmente queremos identificarnos con la misión de Dios y que Su nombre sea exaltado, tenemos que asumir algunas responsabilidades. En el año pasado cometimos algunos errores. Iom Kipur será el momento para enmendarlos. Viviremos a la altura de nuestra nueva devoción a Dios también con nuestras acciones.

Pero eso es para la semana que viene. En Iom Kipur examinaremos nuestra vida y nos aseguraremos de estar viviendo de acuerdo a nuestros elevados ideales. Pero en Rosh HaShaná sólo hacemos una cosa: declaramos nuestra lealtad. Declaramos que vivimos para Dios, que somos Suyos. Y Dios, a cambio, se reunirá alegre y cariñosamente con Sus devotos sirvientes.

Que recibamos un año de vida, salud, felicidad y productividad.

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