Aprovechar el Cambio

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Al aprovechar el cambio hoy, podemos evitar sufrir un ataque mañana.

Ariel estaba pasando una perezosa tarde de verano con sus tres jóvenes hijos cuando repentinamente tuvo un ataque coronario masivo. Su hijo llamó a emergencias, para después ver como su heroico padre era subido a una ambulancia. Después de varias semanas e innumerables exámenes, los doctores simplemente no saben exactamente por qué esto le ocurrió a un hombre de 46 años normalmente saludable. Y aun peor, como resultado de ello, no saben como tratarlo, o si ocurrirá nuevamente.

Mientras tanto, ¿cuáles son las mejores recomendaciones del establecimiento médico para este hombre perturbado, quien necesita de alguna manera ponerse de pie, volver a su casa y tratar de liderar a su familia? Dicho directamente: dormir normalmente, hacer ejercicio regularmente y comer comida más sana.

Esta vez, realmente lo está haciendo. Cambió su agenda de trabajo, va regularmente al gimnasio, está comiendo mucho más cuidadosamente – todas aquellas cosas que generalmente se piensa que llevan a una buena salud. Y él desea, más que nada, haber hecho estos cambios por su propia voluntad, sin que el terrorífico ataque llamara su atención.

¿Podemos hacer cambios verdaderos sin sentir un gran dolor? Es mucho más fácil convencernos a nosotros mismos que nada está en riesgo, que comenzar el duro trabajo diario de construir una vida más sana. Podemos mucho más fácilmente creer que la constante falta de sueño, comer en exceso, y la falta de ejercicio son cosas que podemos soportar, que son simplemente parte de una vida ocupada, que a pesar de la dificultad podremos con ello, que descansaremos en el fin de semana o en las vacaciones. Esperamos que nuestros cuerpos puedan soportar este constante stress. Y en Iom Kipur, al llegar al final del servicio de Neilá, le rogamos al Todopoderoso por un año con salud.

¿Acaso nuestro comportamiento desafía a Dios a mantenernos saludables, en contra de las probabilidades que nosotros mismos creamos?

En Iom Kipur los rezos son sinceros, pero pueden sonar un poco vacíos. No solamente esperamos que Dios nos mantenga sanos – seguimos probando Su omnipotencia al vivir vidas cada vez menos sanas. Nuestro comportamiento literalmente desafía a Dios a mantenernos saludables, en contra de las probabilidades que nosotros mismos creamos.

Los cataclismos también pueden "sorprendernos" en comportamientos propios poco sanos en otras áreas de la vida. A fines de los '90, una buena amiga mía presumía del pronto éxito de su esposo al invertir su patrimonio neto en acciones de tecnología. Después que la "burbuja tecnológica" explotó, quedaron arruinados; sus subsiguientes plegarias por sustento económico eran fuertes y claras. Pero mientras la especulación iba bien, su familia no estaba ahorrando o asegurando ninguna de sus ganancias.

Lejos de la premisa de "ahorra un tercio, gasta un tercio, invierte un tercio en vivienda" con la que mis padres crecieron (y que les permitió jubilarse y vivir independientemente sin nunca haber ganado un sueldo enorme), la gente más "moderna" pone todos los huevos en una riesgosa canasta y mantiene los dedos cruzados. La proliferación de best seller enseñando principios financieros básicos (diversificar inversiones, hacer del ahorrar un hábito, vivir con menos de lo que ganas) refleja que en asuntos monetarios, así como en la salud, la gente simplemente espera que las cosas salgan bien sin ningún esfuerzo medianamente razonable de su parte – por lo menos hasta la primera bancarrota. Y cuando los planes riesgosos salen mal, le piden a gritos al Todopoderoso para que les mande riqueza. Alimenta a nuestras familias, porque no hemos puesto a un costado suficiente para alimentarlas nosotros mismos.

Los rezos son sinceros, pero los arrepentidos se dirigen al Todopoderoso por arenas movedizas.

¿Es inevitable el ciclo de comportamiento flojo/llamada de atención? ¿Debe llegar el ataque o caerse la bolsa de comercio, antes que le recemos al Todopoderoso y nos comprometamos a hacerlo mejor el próximo año? ¿Qué pasa si en su lugar comenzamos con los cambios necesarios en nuestro propio comportamiento antes que las consecuencias de nuestro comportamiento literalmente nos embarguen – y rezamos por salud y buena fortuna duraderas con un compromiso de acción propio y renovado?

Qué pasa si en vez de "por favor dame salud", la plegaria de Iom Kipur es "Dios, estoy haciendo todo lo que hay en mi poder para cuidar mi cuerpo; por favor bendice mis esfuerzos con buena salud".

En vez de "mándanos dinero", ¿Cómo se sentiría rezar, después de hacer esfuerzos medianamente prudentes para ganar y ahorrar, "Por favor bendice nuestros esfuerzos con abundancia"?

Queda tiempo antes de Iom Kipur, y todavía tenemos la oportunidad de cambiar nuestras plegarias de Iom Kipur de "Dame lo que no me merezco" a "Bendice lo que estoy tratando de lograr".

Esto no es fácil. Las catástrofes son grandes motivadoras. El inesperado ataque de Ariel le ha dado la urgencia necesaria para ponerse en un sólido programa de salud – algo que había querido hacer por años. El "ajuste" en la bolsa de comercio cambió la tolerancia al riesgo de mucha gente. Las crisis efectivamente dan lugar a cambios radicales. Los asuntos urgentes requieren una reacción y una respuesta inmediata.

Los asuntos realmente importantes – salud, familia, nuestra relación con Dios – pueden frecuentemente parecer menos apremiantes. Son enterrados bajo la urgencia de las emergencias: Puedo empezar a hacer ejercicio mañana o la próxima semana, pero debo cumplir con esta fecha límite de entrega hoy. Avanzar en metas importantes, pero no urgentes requiere de iniciativa, acción preventiva y compromiso.

Mucha gente dice algún tipo de plegaria diaria. Dar un paso pequeño y positivo cada día hacia nuestras metas también puede ser un tipo de plegaria. Al tomar un desayuno más sano por la mañana, cada mañana, estás pidiéndole al Todopoderoso que te mantenga saludable. Al dejar a un lado una porción de tu salario para un mal día, todos los meses, estás pidiendo sustento. Al mostrarle lo que te importa, estás construyendo tu relación con Dios.

Este año, mientras se acerca Iom Kipur, todavía tenemos la posibilidad de dejar que nuestras vidas sean nuestras plegarias. Mientras pasamos los días que quedan antes del Día del Juicio, podemos decirle al Todopoderoso lo que realmente queremos al tomar pequeños pero constantes pasos hacia ello. Podemos buscar salud; podemos buscar seguridad financiera; podemos buscar buenas relaciones con la gente que nos importa; podemos mejorar nuestra relación con Dios cada día. Mientras hacemos estos esfuerzos, mientras priorizamos las cosas que realmente nos importan, le revelamos al Todopoderoso los verdaderos deseos de nuestro corazón. En Iom Kipur los rezos podrían ser la culminación de una práctica diaria de construir la vida con la que queremos ser bendecidos.

Si podemos dar lugar a mejoras de calidad en nuestras vidas sin el ímpetu de un cataclismo, puede ser que no necesitemos la crisis. Al aprovechar el cambio hoy, podemos evitar sufrir un ataque mañana. Al "hacer lo que pedimos", podemos invitar al Todopoderoso a bendecir nuestros esfuerzos existentes y concedernos nuestras plegarias, en vez de desafiarlo a hacer un cambio radical en nuestras vidas, donde un cataclismo puede ser necesario para hacerlo. Nuestros rezos son más fuertes cuando nuestras vidas los reflejan. Que el Todopoderoso nos inscriba para la vida con la fuerza de mejorar nuestras vidas, poco a poco – sin los radicales cambios que vienen a través del repentino e inconsolable dolor.

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