Pérdida de Peso y Teshuvá

4 min de lectura

Poniéndonos en forma, física y espiritualmente.

Una vez más, mi ropa no me entra. Sí, exactamente la misma ropa que sí me entraba hace tan sólo tres meses atrás. ¿Quizás se encogió? Buscar un culpable: La secadora lo hizo. Me gustaría creerlo, en vez de culpar al chocolate. Que cosa hermosa es el chocolate, ¿para qué asociarlo a cosas negativas?

He cuidado mi peso. Lo he cuidado tan bien, ¡que no se ha ido a ninguna parte! De hecho, he acumulado un poco más de él, ¡solamente cuidándolo!

La verdad es que yo conozco las razones por las cuales subí de peso. Comí en exceso y no me ejercité lo suficiente. Claro y simple, sin complicaciones.

Y conozco la fórmula para arreglar el problema. ¡Funciona siempre y es imbatible!: Comer menos y ejercitar más. Pero no importa cuantas veces subo y bajo, eventualmente, caigo en la misma rutina una y otra vez.

Este patrón de fracaso ciertamente no ayuda a motivarme para intentarlo nuevamente. Este mismo problema es el que a menudo sabotea el proceso de teshuvá (volver a ser la mejor persona que uno puede ser).

Considerando que ni siquiera puedo apegarme a una dieta baja en calorías, ¿cómo puedo decir honestamente que nunca más repetiré los errores del pasado y que me mantendré comprometido con una vida con sentido?

Soluciones rápidas

Tanto con el tema de bajar de peso como con la teshuvá, no existen soluciones rápidas, sino cambios de estilo de vida.

En algunas dietas locas que he intentado, he ido más allá del límite, y el primer día es muy exitoso. El segundo día es un poco menos exitoso. Luego, cada día después de eso es un espiral de caída, hasta que la dieta fracasa nuevamente.

Es lo mismo con mis esfuerzos inútiles por conquistar mis malos hábitos. Comienzo mi ‘dieta’ de teshuvá y me embarco en un plan estricto para detener inmediatamente todos mis malos hábitos. El primer día es muy exitoso. Pero al igual que las otras dietas locas, el proceso de teshuvá fracasa también.

Las dietas extremas no funcionan. La teshuvá instantánea tampoco funciona. Bajar de peso significa cambiar mi manera de comer y mis patrones de conducta, significa relacionarme de una manera distinta con la comida e incorporar ejercicio y otros hábitos saludables en mi vida. Hacer teshuvá significa reconocer mis patrones de conducta equivocados, trabajar en dejarlos de lado, e integrar buenas cualidades de conducta en mi vida.

Este año, mi lista de Rosh Hashaná incluirá: ‘¡Ponerme en forma!’. Y creo que, los mismos principios básicos que me ayudarán a ponerme en forma físicamente, también me ayudarán a ponerme en forma espiritualmente.

Creer en mi mismo -Sé que sólo tendré el coraje y la fuerza de intentarlo si sé que podré lograrlo. ¿Para qué molestarse con perder peso o hacer teshuvá si creo que no podré lograr mis metas? Necesito creer en mí mismo lo suficiente como para realmente entregar todo de mí y hacer mi mejor esfuerzo para que resulte. Así que mi primer paso es creer que, sin importar lo que pasé, ¡yo sé que puedo hacerlo!

 Hacer un plan - Es muy fácil decir “quiero perder peso”, o “quiero ser una mejor persona”, pero sin un plan y un objetivo claro, no sé hacia donde me dirijo, y será imposible llegar hasta allá. Con planificación específica y objetivos claros, podré encontrar el camino correcto.

 Pasos pequeños - Si tomo mucho de una sola vez, me quemaré rápidamente. Cortando todas mis golosinas preferidas, o cortando todas las malas costumbres de una sola vez, sé que me estoy predisponiendo al fracaso. No me transformaré en un ángel de la noche a la mañana. Necesito dar pasos pequeños para lograr cambios. Así que el primer día, quizás no comeré chocolate después de las 6 PM, o no hablar mal de otras personas hasta las 2 PM. Y una vez que logre manejar esto y progrese, podré realizar cambios mayores. La integración progresiva es clave para efectos a largo plazo.

 Pensar en la imagen completa - Si vivo mi vida deseando y esperando gratificación instantánea, en general lamentaré mis decisiones más tarde. Ese brownie puede saber delicioso en este momento (¡realmente delicioso!) pero, ¿cómo me sentiré después cuando me suba a la balanza? Hablar mal de otra persona puede causar un par de risas en este momento pero, ¿cómo me sentiré cuando mis relaciones personales se vean afectadas por mi falta de sensibilidad? Cuando no me enfoco en la gratificación instantánea, puedo ver la imagen completa y puedo ver como mis decisiones me afectarán en el futuro. Puedo vivir sin el brownie. Puedo amar sin herir.

Cambios de estilo de vida - Perder peso y hacer teshuvá sólo puede lograrse a través de cambios verdaderos en el estilo de vida y en los patrones de conducta. Al integrar nuevos hábitos en mi vida, no estoy haciendo una dieta por un par de días, o si tengo suerte por un mes. Estoy haciendo cambios en mí mismo y en como yo me relaciono con la comida. También estoy tomando esas decisiones del alma que transformarán la manera en que me relaciono conmigo mismo y con los demás.

Resistir la tentación - Lo más fácil, por supuesto, es evitar la tentación. Pero la tentación está en todos lados (¿Acaso se supone que no puedo ir a una boda porque habrá un pastel delicioso? ¿Acaso tengo que dejar de interactuar con amigos porque puedo llegar a hablar chismes?). Al estar conciente de la tentación alrededor, puedo estar preparado para combatirla.

Sobrepasar los pequeños retrocesos - No hay tal cosa como un retroceso mayor. El problema es que los pequeños retrocesos se transforman en retrocesos mayores. Está bien, me comí un pastelito, ¿y qué? Puedo volver a mi dieta inmediatamente. El problema es que me digo a mí mismo: “Todo se acabó. Ahora puedo comerme una docena ya que de todos modos la dieta ha terminado”. Si fuéramos capaces de ver que el pastelito es tan solo un pequeño retroceso y pudiéramos volver inmediatamente a nuestra dieta, nunca sería un gran inconveniente. La manera de alcanzar algo trascendental en la vida es “lento pero seguro”, poco a poco, un par de pasos hacia adelante, y algunas veces, un par de pasos hacia atrás.

Monitorear el progreso - Con la pérdida de peso, cada semana puedo evaluarme a mí mismo y ver como va mi progreso. Puedo mirar hacia atrás y puedo evaluar qué funciona y qué no. Con la teshuvá, una gran manera de monitorear el progreso es con “Jeshbón Hanefesh”, un recuento espiritual diario en donde me siento cinco minutos cada noche con un cuaderno y una lapicera, y contemplo mi día y veo si he cumplido mis metas, donde he sido desafiado, y en qué areas necesito trabajar más fuerte mañana.

No rendirse - A veces es difícil y queremos renunciar. Ahí es cuando le rezamos a Dios y le pedimos fuerza y tenacidad para perseverar, y claridad para saber que nuestras metas son demasiado importantes como para rendirnos.

Este año, que todos tengamos éxito en nuestros esfuerzos por ponernos en forma, física y espiritualmente.

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