¿Estás listo para Rosh HaShaná?

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Un diálogo con tu ‘yo’ superior

¿Estás listo para Rosh HaShaná?

Por supuesto que lo estoy. Tengo las manzanas y la miel, y ya compré los asientos en la sinagoga.

¿Qué hay del cambio?

No me dieron cambio, pagué con cheque.

Me refiero a cambiarte a ti mismo. Antes de Rosh HaShaná, se supone que tienes que revisar tus acciones y hacer un plan para cambiar los comportamientos negativos.

¿Qué comportamientos negativos?

Hablar con tus padres irrespetuosamente

Vamos, ellos ya están acostumbrados.

Herir los sentimientos de tu esposa

Ella es hipersensible.

Gritarle a tus hijos

Ellos son muy bulliciosos

Hacer trampa en los negocios

Pero, ¡todo el mundo lo hace!

Guardar rencor hacia tu socio anterior

Después de lo que me hizo, ¡se lo merece!

De acuerdo a la Torá todos esos comportamientos son inadecuados. Ellos dañan tus relaciones con otras personas, con Dios y conmigo, tu ‘yo’ superior.

Entonces, ¿qué se supone que debo hacer yo al respecto?

Teshuvá. Es decir, admitir lo que hiciste mal, sentir arrepentimiento genuino, pedir perdón cuando dañaste a otra persona y hacer un plan concreto para cambiar.

Mira, yo puedo admitir y arrepentirme e incluso pedirle perdón a algunas personas, pero no puedo cambiar. He tratado de cambiar; no funciona. Como dijo Mark Twain: "¿Dejar de fumar? ¡Es fácil! ¡Lo he hecho cientos de veces!".

Eso es porque Mark Twain —a pesar de su admiración por el pueblo judío— no conocía el ancestral sistema judío de crecimiento personal y autodesarrollo. ¿Quieres saber cómo funciona?

¿Y si digo que no?

Perderás la posibilidad que te ofrecen las Altas Fiestas de transformarte en una nueva y mejor persona. Si yo te ofreciera una oferta sobre un nuevo y mejor iPhone, ¿te interesaría?

Está bien, veamos de qué se trata.

Primero debes decidir qué cosa quieres cambiar.

Eso es fácil. Quiero ser una mejor persona.

Demasiado general. En realidad sólo puedes trabajar en una cosa a la vez. Elige algo sobre lo cual desees trabajar desde ahora hasta Iom Kipur.

Está bien. El enojo

Demasiado vago. Tienes que enfocarte en un comportamiento concreto.

Está bien. Quiero dejar de gritar; a mis hijos, a mis empleados y a esos idiotas del servicio al cliente que te atienden después de 15 minutos de musiquita de espera y no entienden de qué manera su compañía me estafó.

Demasiado amplio. Si realmente quieres cambiar, tienes que empezar con un área pequeña.

Está bien. Quiero dejar de gritarle a mis hijos.

Buena opción. Ahora toma un sobre y escribe en él, “Campaña: dejar de gritarle a mis hijos”. El próximo paso es elegir una recompensa para el cuerpo.

¿El cuerpo? ¿Qué tiene que ver el cuerpo con esto?

¡Todo! Para ponerlo en términos simples, el ser humano es una combinación de alma y cuerpo. El alma es perfecta y siempre quiere hacer lo correcto. Es al cuerpo a quien tienes que conquistar. Tu cuerpo es la parte de ti que viene de la tierra y quiere volver a la tierra. Busca la comodidad; quiere evitar todo tipo de dolor; es alérgico al cambio. Esa es la parte de ti que le grita a los niños en vez de tomar la difícil decisión de controlar el enojo. Entonces haz que tu cuerpo cambie, tienes que hablar su idioma y ofrecerle una recompensa.

Eso es ridículo. Suena como lo que hacemos con nuestro niño de 8 años. Ponemos un cartel de estrellitas en el refrigerador, y le decimos que por cada día que no pelee con su hermano pequeño, recibirá otra más. Cuando junta 10 estrellas recibe un premio.

De acuerdo al judaísmo, el cuerpo es un niño de 8 años perpetuo. Sin importar tu edad o el nivel de madurez, tienes que tratar al cuerpo como si fuera un niño de 8 años.

Lo encuentro muy condescendiente.

Es por eso que no has logrado cambiar. Tú piensas en ti mismo como una persona monolítica, pero en realidad estás formado de muchos componentes. El judaísmo tiene cinco nombres para los diferentes niveles del alma. Y para el propósito de la teshuvá, estamos lidiando con la parte más baja, el alma animal. Al igual que entrenas a un perro dándole premios, tienes que entrenar a tu cuerpo dándole recompensas.

Solo llámame Boby

Entonces tienes que elegir una recompensa que tu cuerpo desee, pero que normalmente no te consentirías a ti mismo con ella.

Pero todo lo que puedo costear, me lo compro de todas maneras. Y lo que no puedo costear, no lo puedo costear.

Si la transmisión de tu auto se descompone, y tú no puedes pagar los $1.000 para arreglarlo, ¿qué puedes hacer?

Yo sacaría el dinero de algún lado. No puedo vivir sin un auto. Tendría que arreglarlo de alguna manera.

Cuando te des cuenta de que no puedes vivir sin “arreglarte a ti mismo”, encontrarás el dinero para que el sistema funcione. Entonces, ¿qué recompensa desearía tu cuerpo?

Unas vacaciones en Hawai.

Genial. ¿Cuanto valdría eso?

Hay una promoción de mil dólares.

Toma esa suma y divídela en 40. Entonces cada vez que tus hijos estén muy bulliciosos y te controles a ti mismo en vez de gritarles, pon $25 dólares en el sobre. Cuando te hayas detenido a ti mismo 40 veces, tendrás tus vacaciones soñadas en Hawai, y habrás roto tu mal hábito.

Suena demasiado simple

Es simple, pero no es fácil. Un consejo importante: Debes colocar los $25 dólares en el sobre inmediatamente después de que te hayas controlado a ti mismo. El cuerpo sólo conoce el presente. Tiene que ver el dinero puesto en el sobre inmediatamente. De hecho cuando estés aguantándote para mantener tu boca cerrada, sólo saca el sobre y recompénsate a ti mismo mirándolo. Eso apagará el fuego.

¿Qué pasa si me controlo un par de veces, pero la siguiente vez que mis hijos actúan así, pierdo el control y les grito?

Tienes que sentirte bien por las victorias anteriores y no debes desanimarte ante el fracaso. El Rey Salomón dijo: "Una persona justa cae siete veces y se levanta". El fracaso es inevitable. No te ahogues en la culpa. Sólo levántate, y decide hacerlo mejor la próxima vez. Es por eso que Dios nos dio la posibilidad de la teshuvá. La culpa no es algo judío; la teshuvá sí lo es.

Ahora bien, Rosh HaShaná es el día del juicio, al parecer estoy comenzando un poco tarde. No seré capaz de cambiar para Rosh HaShaná, o incluso para Iom Kipur.

No tengas miedo. Los pasos de la teshuvá son 1) admitir, 2) arrepentirse, 3) hacer un plan para cambiar, 4) pedir perdón si has herido a alguien y 5) hacer una restitución —como por ejemplo devolver un objeto robado— cuando es aplicable. Por lo tanto, el simple hecho de tener un plan y la sincera intención de seguirlo, constituyen la teshuvá. Estás cubierto.

Todavía tengo dudas de poder cambiar. Quiero decir, ¿no está todo determinado por la herencia y el ambiente? Yo herede mi carácter volátil de mi padre. ¿Puedo realmente cambiarlo?

Todo está determinado por la herencia y el ambiente, excepto el libre albedrío humano en el ámbito moral. La herencia y el ambiente dejan de lado al actor principal; Dios. Si tú quieres hacer teshuvá sinceramente, ejecutas los pasos esenciales y rezas para tener éxito, entonces, Dios vendrá y te ayudará. El Midrash dice que si tú haces un agujero del tamaño de una aguja, Dios agrandará esa abertura de tal manera que incluso camiones podrán pasar por ella. Tú tienes que comenzar el proceso, pero Dios lo finalizará.

¿Sabes qué? Realmente lo voy a intentar. ¡Gracias y Shaná Tová!

¡Aloha!

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