Un refugio de pertenencia: Cómo la sucá puede conectarnos con los demás

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Al estar abiertos a las estrellas, somos capaces de ver más allá de los muros que nos dividen.

Durante muchos años creí que mi máximo objetivo era desarrollar mi propio potencial. Incluso después de mi boda me aferré a esta creencia básica. Yo estaba allí para ayudar a mi esposo a lograr sus objetivos y él estaba para ayudarme a llegar a los míos. Pero en algún momento a lo largo del camino llegué a entender que la verdadera dicha y la belleza sólo pueden llegar a nuestras vidas cuando trascendemos más allá de nosotros mismos. Cuando pertenecemos a un matrimonio, a una familia, a una comunidad. Y que el máximo objetivo en verdad es difuminar los límites de nuestro yo para no limitarnos a ser seres aislados en nuestros propios caminos solitarios.

La sucá representa esta idea de la belleza de pertenecer. Dejamos atrás las distracciones y los muros de nuestros hogares que nos separan de los demás. Nos reunimos en un refugio que está suficientemente abierto al mundo como para permitirnos ver las estrellas. Y al reunirnos alrededor de la mesa en nuestra sucá comprendemos que ninguno de nosotros está verdaderamente solo. Cada uno es único, una parte crucial del pueblo judío. Cada uno está inextricablemente conectado con Dios, Quien nos mantiene a todos dentro de Su refugio bajo el cielo estrellado. Lo necesitamos a Él. Nos necesitamos entre nosotros. Y, paradójicamente, sólo cuando reconocemos la fuerza del hecho de pertenecer, podemos concretizar la profundidad de nuestra luz interior.

El reciente libro de Brene Brown, Braving the wilderness, explora la fuerza de pertenecer y por qué todos necesitamos ser parte de algo más grande que nosotros mismos. Aquí hay cinco ideas que pueden ayudarnos a lo largo del camino para dejar atrás las paredes que nos dividen y llegar a un refugio de pertenencia.

1. Todos necesitamos una familia y una comunidad. Necesitamos ser capaces de dar y de recibir de los demás cada día. “Biológica, cognitiva, física y espiritualmente estamos conectados con el amor, con el hecho de ser amados y pertenecer”, escribe Brown. “Cuando estas necesidades no son satisfechas, no funcionamos de la forma debida. Nos quebramos. Nos derrumbamos. Nos adormecemos. Nos duele. Herimos a los demás. Nos enfermamos”.

2. Pertenecer significa tener el coraje de expresar nuestra perspectiva singular. Decir lo que pensamos incluso cuando no sea popular. Buscar entender y ser entendidos sin atacar ni defenderse.

3. Dentro de cada uno hay una chispa Divina que hace que cada persona sea digna de pertenecer. Cuando creemos que inherentemente no somos dignos, nos aislamos y olvidamos que fuimos creados a imagen de Dios, Quien nos ama a cada uno incondicionalmente. Como afirma Brene Brown: “Somos dignos ahora. No “si..”. No “cuándo…”. Somos dignos de amor y de pertenecer ahora. En este mismo minuto. Como es ahora”.

4. Ser una parte auténtica de una familia y de una comunidad requiere que olvidemos la perfección. Nadie es perfecto. Todos tenemos debilidades y cuando podemos aceptar esto en nosotros mismos, podemos comenzar a aceptarlo verdaderamente en otros. “Nuestro sentido de pertenencia nunca puede ser mayor que nuestro nivel de aceptación personal”.

5. A veces pertenecer implica sólo aparecer cuando sentimos que es más seguro curar nuestras heridas en privado, alejados de los ojos del mundo. Ser parte de algo mayor que nosotros mismos requiere coraje. No siempre es fácil ni cómodo, pero en definitiva es lo que hace que cada una de nuestras historias pueda convertirse en parte de la historia mayor de nuestra nación y de nuestro mundo. “Sólo cuando somos suficientemente valientes para explorar la oscuridad podemos descubrir la fuerza de nuestra luz”, escribe Brene Brown.

Sólo cuando seamos suficientemente valientes para compartirnos a nosotros mismos, seremos capaces de trascender nuestro ser. Sólo cuando seamos suficientemente valientes como para recibir, seremos capaces de dar verdaderamente. Sólo cuando seamos suficientemente valientes para dejar atrás nuestras propias defensas, encontraremos refugio los unos en los otros. Y sólo cuando seamos suficientemente valientes como para habitar en nuestras sucot abiertas a las estrellas, seremos capaces de ver más allá de los muros de nuestros propios hogares.

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