Bailando con el Rebe

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Mi padre murió justo antes de Simjat Torá y yo no podía unirme al resto en los bailes. Entonces recordé la siguiente increíble historia.

#Mi padre murió justo antes de Simjat Torá y yo no podía unirme al resto en los bailes. Entonces recordé la siguiente increíble historia.

Hace diecinueve años, mi padre de 64 años, de bendita memoria, falleció de repente justo antes de las Grandes Fiestas. Sin necesidad de decirlo, fue difícil para mí concentrarme en mis rezos adecuadamente. Cuando llegó Simjat Torá, no podía unirme a las personas en mi sinagoga, quienes bailaban con los sagrados rollos de la Torá. Así que ahí estaba parado en una esquina, sintiendo pena por mí mismo, y entonces recordé la siguiente historia increíble.

Uno de las grandes personalidades heroicas que emergió del Holocausto fue Rabi Yekutiel Yehudá Halberstam, el gran rabino jasídico de Klausenberg, Rumania. Antes, después e incluso durante las más infernales experiencias que sufrió en las manos de los nazis, el Klausenberger Rebe era amado y reverenciado por su buen genio, su desinteresada devoción por el bienestar de los más desafortunados, su piedad y su valeroso liderazgo.

Por su reputación previa a la guerra de ser un gran rabino, la gente se acercaba al Rebe buscando su consejo y orientación incluso dentro de los campos. Esto era sabido por los alemanes y ellos trataban al Rebe con palizas especiales y una crueldad particular. El Rebe arriesgó su precaria salud al no comer ninguna comida que no fuese casher o que pudiese haber sido preparada junto con comida no casher y regularmente usaba su pequeña ración de agua para lavar sus manos antes de comer pan, al tiempo que les decía a los demás que preservaran sus vidas comiendo cualquier cosa que pudiesen, con sus manos sin lavar, tanto casher como no casher. Sus admiradores y seguidores buscaban proteger al Rebe y arriesgaban sus vidas para ayudarlo en cualquier forma que podían. Frecuentemente le permitían cumplir con Shabat y las fiestas judías al tomar su carga de trabajo en adición a la de ellos.

Una vez ocurrió que el Rebe pudo evitar trabajar en los últimos días de la fiesta de Sucot gracias a los creativos planes de sus compañeros de litera. Pero de alguna manera los alemanes escucharon de la treta y forzaron a sus seguidores a ver como le administraban una salvaje paliza, tan violenta que nadie pensaba que el Rebe podría sobrevivir su ferocidad. Los nazis no le permitieron a nadie ir a ayudar a Rabi Halberstam, incluso después que habían terminado con él, y mandaron a todos a trabajar, dejando al Rebe destrozado en el piso de las barracas.

Cuando caía la noche, los prisioneros judíos fueron llevados de regreso a sus barracas esperando llorar la prematura muerte del Rebe. En lugar de eso, se encontraron con su maestro, que milagrosamente se había arrastrado hasta un poste, se había abierto camino hasta casi estar de pie y estaba meciéndose hacia delante y hacia atrás mientras movía sus labios en el más ronco de los susurros. "Rebe ¡¿qué está haciendo?!", exclamaron sus seguidores. "¡Déjenos ayudarlo a acostarse para que pueda descansar!".

El Rebe les señaló que no. "Niños, hoy es la noche de Simjat Torá," murmuró. "Vengan a bailar conmigo".

Me involucré con el círculo de hombres que aferraban la Torá en sus corazones, y en esa noche de Simjat Torá, caminé dando vueltas y vueltas, mientras en mi mente bailaba con el Rebe.

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