Asesinados en la flor de su vida

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Un estimado educador y un querido estudiante fueron asesinados la semana pasada por un terrorista árabe.

Rav Yaakov Don era una de esas personas cuya presencia podría iluminar todo un cuarto. Su sonrisa era sobrecogedora y su risa hacía que todos los que lo rodeaban riesen también. Ese era Yaakov Don, un buen vecino y amigo, un querido y talentoso maestro.

Estaba cerca de terminar su tesis de doctorado en tecnologías de la educación y le escribió a un amigo: "En dos días más seré libre y podré hacer las cosas que quiero". Pero dos días después él estaba muerto. Rav Yaakov Don fue asesinado en la flor de su vida, por la bala de un terrorista árabe, cuando salió de su casa en Alón Shevut, Gush Etzión.

Era un gran educador en una de las escuelas secundaria de Efrat. Una publicación en Facebook por parte de uno de sus estudiantes muestra su poderosa personalidad:

"Esta noche fue asesinado mi rabino de la escuela secundaria; Rav Yaakov Don, una increíble persona a quien le debo mucho. Pensé compartir algo pequeño de Rav Yaakov… un hombre que no hacía diferencias entre un estudiante con nota 100 y un estudiante con nota 37… que no hacía diferencias entre un estudiante que tenía un Talmud bajo su mano y uno que tenía un cigarrillo… quien se sentaba en la cabina del guardia de la entrada y veía como pasaban los estudiantes que salteaban clases, sin embargo, lo único que él quería era saber cómo estaban ellos. El amaba a cada estudiante y creía en él como si fuera su único estudiante, y creía que cualquiera podía lograr lo que se propusiera. Nos enseñó muchísimo sobre cómo superar las luchas y las incertidumbres de la adolescencia, todo esto con una enorme sonrisa en la cara por debajo de su gran bigote. Rara vez he visto a padres agradecer a un maestro como le agradecían a Rav Yaakov; literalmente corrían tras él para agradecerle por su nobleza y por el sagrado trabajo que hacía con los adolescentes en la escuela secundaria".

La filosofía educacional de Yaakov se basaba en un profundo amor y entendimiento de la singularidad de cada persona. Discutíamos extensamente sobre cómo la comunidad religiosa sionista debía incluir un rango de modelos y marcos educacionales que dieran cabida a todo tipo de personalidades, a un amplio rango de habilidades y temperamentos, intereses religiosos e intelectuales. Para Yaakov, toda persona podía ser una historia de éxito: la única pregunta era cómo liberar el potencial escondido.

Yaakov donaba generosamente de su tiempo y sabiduría de vida a su comunidad en Alón Shvut. "Siempre que se necesitaba que alguien les diese una clase de Torá a los jóvenes, él era el primero en ofrecerse", dijo nuestro rabino local, Rav Rimón. Y los jóvenes locales de Bnei Akiva amaban esas clases y conversaciones, pues Yaakov encontraba cómo transmitir positivismo con su calidez, amabilidad y visión positiva. También hizo otras contribuciones a la comunidad; una de las más notables es que, siendo hijo de sobrevivientes del Holocausto, su familia rescató y reparó una Torá de Hungría, y él la donó a la sinagoga de nuestro barrio.

Pero, ante todo, Yaakov siempre mostraba amor por su familia. Mi hijo decía que la de ellos era la familia más perfecta, el hogar más increíble que pudiera existir. Ver su preocupación y amor por sus ancianos padres, sobrevivientes del Holocausto, era ver un ejemplo viviente de cuidado y devoción parental. La esposa de Yaakov habló sobre su maravilloso matrimonio juntos: "Siempre me decías: '¿Qué hice para merecerte?'. Pero la verdad es que soy yo quien fue infinitamente bendecida. Haber tenido un esposo que me amaba como tú fue mi buena fortuna, un esposo sumamente atento… ¡cuánta sensibilidad y calidez tenías! Conmigo, con los niños, con tus padres".

El jueves por la tarde, Yaakov estaba bajo gran presión, dando los toques finales a su tesis de doctorado, por lo que había postergado todos sus otros compromisos. Pero todos los jueves él visitaba la Ieshivá donde estudiaban sus hijos para estudiar con cada uno de ellos. Le dijo a su esposa: "Esto no me lo puedo perder; es el placer más grande de mi semana". Se subió a su automóvil, y no alcanzaron a pasar ni siquiera dos minutos cuando ya había sido atacado.

Su familia y toda la comunidad han estado sumidas en un profundo duelo. Pero su familia ha jurado: "Lloraremos, pero luego continuaremos viviendo y sonriendo, y seremos una familia tal cómo él hubiera querido que fuésemos".

Despidiendo a Ezra en el aeropuerto

Por Rav Aarón Goldscheider

Es común encontrar gente despidiéndose en los aeropuertos. Las personas se abrazan, se dicen adiós. A veces incluso ves gente derramando lágrimas.

Pero esta noche fue totalmente diferente.

Miles de personas fueron al aeropuerto a decir adiós a Ezra Schwartz z''l, quien estaba siendo transportado para su entierro en Boston, la ciudad donde vivía.

La gente se apretaba las manos con fuerza unos a otros. Lloraban. Ezra Schwartz, de 18 años, quien estaba estudiando Torá en una Ieshivá en Israel, fue asesinado la tarde del jueves mientras viajaba en una van en las afueras de Jerusalem, en el área de Gush Etzión. Aquella tarde, él se había ofrecido como voluntario para llevarles bocadillos a los soldados del área.

Mientras la multitud se reunía, los compañeros, rabinos y amigos de Ezra que habían ido a despedirse formaron un gran círculo y comenzaron a cantar. Eran canciones de hermandad, de fe en Dios, canciones que pedían por la paz. Algunos de sus amigos estaban envueltos en la bandera de Israel. Hombro con hombro, la gente se balanceaba al tiempo que elevaban sus voces en súplica y con fortaleza.

Natan Sharansky, el heróico refusnik y actualmente presidente de la Agencia Judía, estaba presente y ofreció decir unas palabras. Ofi Shaer, el padre de Gilad z''l, uno de los tres jóvenes que fueron secuestrados y asesinados hace poco más de un año, también estaba allí para dar fuerzas y para compartir el dolor y la angustia, algo que él conoce demasiado de cerca.

El pueblo de Israel está junto a los padres y familia de Ezra.
El pueblo de Israel está con su comunidad de Boston.
Estamos con sus amigos y maestros de la Ieshivá.
Nuestros corazones están destrozados junto a los vuestros.
Lloramos cuando escuchamos que Ezra había sido asesinado.
No lo olvidaremos.
Estudiaremos por él.
Seguiremos viviendo con la bondad y benevolencia con la que él vivió su vida.

La noche continuó con discursos que describían la hermosa sonrisa de Ezra, su calidez, su benevolencia, su amor por sus hermanos, su cercana relación a su familia, una vida llena de alegría… una vida que fue trágicamente cercenada.

El ataúd cubierto con la bandera de Israel estaba listo para ser llevado al avión en el que volvería a casa. Se les solicitó a los presentes que saliesen del aeropuerto. Pero a un grupo de jóvenes se les permitió quedarse; los compañeros de Ezra, quienes habían estado estudiando Torá con él durante estos últimos meses en la Ieshivá. Cada estudiante se acercó al ataúd, lloró, rezó y se despidió entre lágrimas de su amigo Ezra.

El pueblo judío alrededor del mundo leyó en esta parashá sobre el episodio en que nuestro patriarca Yaakov dejó la Tierra de Israel. Nuestros sabios enseñan en el Midrash que los ángeles vinieron del cielo a escoltarlo en su travesía.

Esta no es la forma en que Ezra Schwartz tenía que salir de la Tierra de Israel. El tenía que salir como un joven, un año más grande, con su hermosa sonrisa en el rostro, y debía volver a los cálidos brazos de sus padres.

Los ángeles están llorando mientras escoltan a Ezra de vuelta a casa.

Mi hermano, mi amigo: Ezra Schwartz

Por Aryeh Sunshine

Ezra no sólo era mi amigo, sino que también era mi hermano. Todos los días yo bajaba al Beit Midrash para estudiar, y algunos días me era más difícil que otros, pero Ezra siempre estaba allí esperando con una sonrisa en su rostro y siempre me ofrecía ayuda si no entendía algo.

Ezra era también un gran atleta y tuve el privilegio de jugar deportes con él todas las noches, y allí también, sin importar las circunstancias, estaba presente con una gran sonrisa en su cara, hablando de cuán afortunado era de estar en Israel.

No toda la gente tiene la habilidad de hacer a todos sonreír, pero por alguna razón, quienquiera que estuviera alrededor de Ezra, siempre estaba feliz. Ezra no daba la vida por sentado; apreciaba cada segundo y aprovechaba al máximo sus oportunidades. También se dedicaba a ayudar a cualquiera que necesitara, ya fuera ofreciéndose como voluntario para la asociación israelí de cáncer o enseñando a niños menos privilegiados a jugar baloncesto.

Ezra no estuvo en mi vida por suficiente tiempo, y no habrá un día en que no piense en él. Era un verdadero héroe, y nunca recibió suficiente reconocimiento por el sorprendente trabajo que hizo.

Uno de los mayores amores de Ezra era su amor por el fútbol americano y por el equipo New England Patriots. No importaba a qué hora fueran transmitidos los partidos en Israel, él siempre los veía. Esta mañana, con un brazalete negro en mi brazo, marqué un touchdown en mi partido de fútbol americano, justo después de un minuto de silencio en que ambos equipos se pararon al centro de la cancha en torno al símbolo de los Patriots. Ezra era realmente un ser humano espectacular, y su espíritu y energía positiva continuarán enriqueciéndome a mí, a la Ieshivá Ashreinu y a todo el pueblo judío. Unámonos todos y recemos para que termine esta locura.

Ezra, te amo hermano. Descansa en paz. Am Israel jai.

Aryeh Sunshine.

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