La muerte de Ariel Sharón

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Yo no sabía cuán profundo era el amor que sentía Ariel Sharón por Israel y por el pueblo judío.

Cuando Ariel Sharón cayó en coma por primera vez en el año 2006, recuerdo que pensé cuán espeluznante era que esto hubiera ocurrido tan sólo unos meses después de la retirada de Gaza. Desde su estado comatoso, ¿podía Sharón ver de alguna manera lo que ocurría? ¿Se levantaría algún día y reconocería que lo que hizo fue un error? Yo seguía esperando que se levantase algún día, que volviese a transformarse en un héroe y que dijera: ¡Reconstruyamos todas esas casas!

Cada tanto aparecían noticias sobre algún tipo de actividad cerebral en respuesta a las voces de sus hijos, y yo me preguntaba sobre su coma. ¿Dónde estaba exactamente Sharón? ¿Estaba aquí, encerrado en sí mismo mientras veía todo lo que ocurría a su alrededor? ¿O quizás estaba a medio camino rumbo al mundo porvenir, observando este mundo a la distancia? De cualquier forma, ocho años es un largo período para estar en coma. Y por lo tanto, me sorprendí de gran manera cuando sentí que me recorría una ola de tristeza al escuchar sobre su muerte, ya que para muchos de nosotros, él se había ido realmente en el año 2006.

Sharón fue un poderoso y comprometido líder del pueblo judío durante muchos años (a pesar de que nos decepcionó a muchos en sus últimos años). Desde su juventud —en la cual trabajo para la Haganá defendiendo kibutzim—, a su puesto de líder en un comando elite en 1953, Sharón siempre arriesgó su vida para proteger a nuestro pueblo.

En 1967 él era General en Jefe del Ejército durante la Guerra de los seis días y comandó las tropas en el frente egipcio. Cuando Israel ganó la guerra, Sharón fue directamente hacia el kotel, lugar en el cual dijo el shemá a todo pulmón y le agradeció a Dios por la milagrosa victoria.

En 1973, Sharón sirvió como general reservista y lideró a las tropas que ayudaron a derrotar a las tropas egipcias en la Guerra de Iom Kipur. Una foto de Sharón en el desierto, vestido con su uniforme militar y con la cabeza vendada, se volvió la fotografía más famosa de la guerra.

Eventualmente Sharón fue elegido primer ministro en el año 2001. Poco después ordenó ataques en contra de las instalaciones de seguridad palestinas para combatir el creciente terrorismo. Sharón no cedió durante la aterradora Intifada, sino que defendió el derecho de Israel de proteger a sus ciudadanos.

Las siguientes citas muestran la profundidad del amor de Sharón por Israel y por el pueblo judío durante sus años de liderazgo:

“Soy la última persona que dividiría Jerusalem. He dicho esto en muchas ocasiones. No planeo discutir ninguna división de Jerusalem”.

“Israel tiene el derecho de poner a personas particulares en juicio, pero nadie tiene el derecho de poner a todo el pueblo judío y al estado de Israel en juicio”.

“Para mí, la paz debe proveer seguridad al pueblo judío”.

“Siempre que me necesiten estaré listo para servir. Veo el futuro con optimismo. Necesitamos a los judíos aquí. ¡Trasládense a Israel! ¡Trasládense a Israel!”.

“Yo nací en una granja. Mi fuerza no tiene nada que ver con el poder político. Yo obtengo mi fuerza de la naturaleza, de las flores”.

“No hay ningún chaleco antibalas de mi tamaño”.

Yo no sabía cuán profundo era el amor que sentía Ariel Sharón por Israel y por el pueblo judío. Y tampoco sabía sobre su sufrimiento personal: sobre su única hermana que se mudó a Nueva York y con quien prácticamente no hablaba. Sobre el hecho que Sharón se casó con su amor de la juventud, Margalit, a quien perdió en un trágico accidente automovilístico cuando su hijo tenía sólo cinco años. O que seis años después de la muerte de su primera esposa, su hijo Gur recibió un disparo por accidente de un amigo cuando jugaban con un rifle en su patio (su hijo murió en sus brazos camino al hospital). Y tampoco sabía que él perdió a su segunda esposa a manos del cáncer en el año 2000. Tanto dolor. Tanto que no sabía cuando pensaba en Ariel Sharón.

Pero lo que sí sé es que Sharón era un héroe y un guerrero de nuestra nación. Él era un judío orgulloso que dijo el Shemá en el kotel luego de la Guerra de los seis días. Él perdió amigos cercanos en batalla y sufrió de muchas pérdidas personales a lo largo de su vida. Pero nunca se rindió. Puede que haya cometido errores, pero nunca dejó solo al pueblo judío. Él quería servir siempre que se le necesitara; y así lo hizo. Y por eso te agradecemos, Ariel Sharón, por tu dedicación y por tu coraje. Te agradecemos por tu disposición a pelear contra el terrorismo y por tu fuerte posición respecto a Jerusalem.

Siempre recordaré tus palabras: “Yo, antes que todo soy judío. Y esa es la cosa más importante para mí”.

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