Identidad judía: ¿Estás dentro o fuera?

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Pesaj y el valor redentor de la identidad judía.

Nuestros sabios afirman que los israelitas estaban en Egipto en el nivel más bajo de impureza espiritual. Hacían idolatría y eran depravados e inmorales. Entonces, ¿Cómo se hicieron merecedores de la grandiosa y milagrosa redención?

Ellos tenían sólo tres cosas a su favor: mantuvieron sus nombres judíos, su idioma hebreo y su vestimenta judía distintiva. En otras palabras, mantuvieron su identidad judía.

¡Esperen un segundo! ¿Acaso no te dio escalofríos cuando descubriste que el autor del mayor esquema Ponzi de la historia había sido alguien con un prominente apellido judío? ¿Acaso no habríamos preferido que en lugar de mantener su identidad judía hubiese cambiado su nombre a Cristopher Johnson?

¿Cuál es el valor redentor de la identidad judía?

Esta pregunta asume una particular importancia en nuestra generación. De hecho, las tazas de adulterio, violencia doméstica, adicción a drogas y pornografía, y asesinato por razones tan insignificantes como que alguien se ponga delante tuyo en la fila, se han disparado en esta generación. Una mirada objetiva a nuestro nivel moral produciría una sombría evaluación.

El judaísmo promulga una visión teológica del mundo en la cual la historia se está dirigiendo hacia una meta específica, vale decir, hacia la redención o era mesiánica. Entonces, ¿cómo puede hacer una generación tan inmoral como la nuestra para ser redimida?

El poder de la comunidad

Maimónides, en su código de ley judía, hace una sorprendente declaración. Escribe que un judío que vive aislado de la comunidad judía es considerado un kofer ba-ikar, un ‘hereje’, incluso si cumple con todos los mandamientos. La implicación de esto es que el hecho de identificarse con la comunidad judía es un valor básico que forma la base para todos los mandamientos.

El desafío de identificarse como judío o no hacerlo se volvió una opción viable en el siglo XIX, cuando cayeron las murallas de los guetos. Durante el siglo XIX y principios del siglo XX, grandes cantidades de judíos desertaron. Durante el siglo XIX, la mayoría de los judíos más acaudalados de Varsovia se convirtieron al cristianismo. En el imperio Austro-Húngaro, unos 20.000 judíos se convirtieron al cristianismo entre 1867 y 1918 para sacarse el estigma social de ser judíos (Gustav Mahler es el ejemplo más famoso; Mahler se convirtió al catolicismo en 1897 para obtener el puesto de conductor de la Ópera de Viena).

Muchos inmigrantes judíos que iban camino a Estados Unidos desde Europa del Este lanzaron sus tefilín por la borda porque querían rehuir su identidad judía y convertirse en "estadounidenses". En contraste a los antiguos hebreos de Egipto, quienes mantuvieron sus nombres judíos y lenguaje, muchos inmigrantes judíos cambiaron sus nombres. En la película Hester Street, la cual trata sobre la vida de los judíos de Nueva York en esa época, hay una escena de una clase de baile de salón en la cual un letrero colgado en la muralla declara: "Aquí no se permite hablar en ídish".

En nuestra generación son muchos los judíos que han renunciado a su identidad judía para intentar convertirse en "ciudadanos del mundo". Sus visiones políticas los han llevado incluso a identificarse con los enemigos del pueblo judío.

Desde 1948 el punto de referencia sobre la identificación judía ha sido, más que la afiliación a las sinagogas, el apoyo al Estado Judío. Rav Najman Kahane recuerda que en 1948 ayudó a recolectar fondos en Nueva York para comprar armas para los soldados judíos del futuro estado de Israel. El camión se detenía en una esquina, se bajaban de él y dos de los participantes sostenían una bandera de Israel de forma horizontal y los transeúntes metían sus manos a sus bolsillos y sin siquiera mirar tiraban en la bandera todo lo que tenían. Este entusiasta apoyo a Israel por parte de la comunidad judía estadounidense se mantuvo inquebrantable hasta la década pasada.

Por eso sonaron las campanas de alerta hace un par de años cuando un estudio reveló que el 50% de los estadounidenses menores de 35 años no considerarían "una tragedia personal si el estado de Israel dejase de existir".

El requerimiento mínimo para ser redimido es identificarse como judío.

El punto más bajo de este abandono del apoyo a Israel es el movimiento de boicot BDS, el cual actualmente tiene a algunos judíos entre sus seguidores. El movimiento BDS busca destruir a Israel físicamente. La deserción más descarnada del pueblo judío es alinearse con quienes buscan su destrucción. De acuerdo a la ley judía, toda persona que nace de una madre judía es judía, incluso si se convierte a otra religión. Pero un judío debe al menos compartir un destino con la comunidad judía para ser redimible.

Seamos claros en este punto. Dios nos pide muchas cosas: quiere que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos, que cuidemos Shabat, que no hablemos lashón hará, que comamos casher, etc. Pero el requerimiento mínimo para ser redimidos es que nos identifiquemos como judíos.

ADN espiritual

¿Por qué un judío inmoral que se identifica como judío es redimible? Aquí es donde la respuesta se pone mística. De acuerdo a nuestros sabios, los patriarcas y las matriarcas les traspasaron su ADN espiritual a sus descendientes. Sus logros espirituales no fueron sólo personales. En prácticamente todas las revelaciones divinas a los patriarcas, Dios hizo promesas relativas a sus descendientes: que serán "como las estrellas del cielo" y "como la arena del mar", que "heredarán la tierra de Israel", etc. Entre las promesas estaba que Dios no dejaría que ningún alma judía tocase fondo sin una intervención divina que detuviera su caída libre. Esta red de seguridad espiritual se llama zejut avot, el ‘mérito de nuestros antepasados’.

Pero el zejut avot, al igual que toda herencia, sólo se vuelve tuyo si lo reclamas. Tu abuelo puede legarte una cuenta bancaria con un millón de dólares, pero si no te apareces en la oficina del abogado y te identificas como su nieto entonces no tendrás acceso a su fortuna. Si no te identificas activamente como judío entonces no puedes heredar la preciada fortuna del zejut avot.

Pesaj le presenta un desafío a todo judío: ¿Estás dentro o fuera?

El zejut avot es como el paracaídas de reserva de un paracaidista. Si el paracaídas principal no se abre, y el paracaidista va cayendo a 200 kilómetros por hora, todavía puede ser salvado por el paracaídas de reserva. ¡Pero esto pasará sólo si jala del cordel! El cordel que activa el mérito de nuestros patriarcas es la identidad judía.

La identidad judía es lo que motivó a Kirk Douglas a ayunar cada Iom Kipur. Como declaró él con orgullo: "Puede que estuviera filmando una película, pero ayunaba".

La identidad judía es lo que motivo a la jueza de la Corte Suprema, Ruth Bader Ginsburg, a poner una gran mezuzá de plata en la jamba de la puerta de su despacho.

La identidad judía es lo que motivó a la estrella de cine Scarlett Johansson a defender a Israel a pesar de que ello le costara su puesto como embajadora de Oxfam.

El Séder de Pesaj habla de cuatro hijos. Sólo uno de ellos es descrito como "malvado". Como declara la Hagadá: "El hijo malvado, ¿qué es lo que dice? '¿Qué es este servicio para ti?', 'para ti', pero no para él. Porque se excluye a sí mismo de la comunidad, él es un hereje. Dile: 'Por lo que hizo Dios por mí cuando salí de Egipto'. Por mí, pero no por él, porque si él hubiera estado ahí, no habría sido redimido".

El primer Pesaj marcó el nacimiento de la nación judía. Y desde entonces, cada Pesaj le presenta un desafío a todo judío: ¿Estás dentro o estás fuera?

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