Las raíces judías de Steven Spielberg

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“Estoy orgulloso de ser judío, y es por eso que me preocupa el creciente antisemitismo y antisionismo a nivel mundial”.

La recientemente publicada biografía: Steven Spielberg: una vida en películas, de Molly Haskell, ahonda en la vida judía del icónico director y en el impacto que tuvo su infancia en sus incontables y premiadas películas.

Hace años, justo antes del estreno de La lista de Schindler, Spielberg habló abiertamente sobre sus raíces judías y sobre sus esperanzas para sus propios hijos. De niño, la familia Spielberg se mudó de Ohio a Arizona, y luego a California. A menudo ellos eran la única familia judía del vecindario. “Sentía vergüenza. Era tímido. Siempre supe que me destacaba por mi judaísmo”, recordó Spielberg. “En la secundaria, me golpeaban y pateaban. Me dejaban la nariz sangrando. Era horrible”.

Los Spielberg habían perdido parte de su familia en el Holocausto, tenían varios parientes que habían sido asesinados en Polonia y Ucrania. Y, a la edad de 46 años, Spielberg dio un valiente paso en su propia travesía judía reuniendo el coraje para volver al dolor y la oscuridad del Holocausto, filmando la película La lista de Schindler. Ya le habían ofrecido el proyecto hacía diez años, pero no se sentía preparado para asumir el enorme desafío emocional y espiritual que requería crear una película sobre el Holocausto.

La decisión de realizar la película llegó en un momento de la vida de Spielberg en que ser judío estaba tomando una importancia personal. En ese punto, Steven era el padre de cinco niños y quería que fueran criados con una fuerte identidad judía.

Con La lista de Schindler, decidió crear “algo que confirmara mi judaísmo para mi familia y para mí mismo”.

“Me estoy poniendo viejo, quizás esa sea la forma más honesta de explicarlo” dijo Spielberg. “Cuando mis hijos nacieron, elegí que fueran criados como judíos y recibieran educación judía”. Su segunda esposa, Kate Capshaw, se convirtió al judaísmo después de más de un año de estudiar con un rabino ortodoxo. Poco después, las puertas de todas las casas de Spielberg tenían mezuzá. Y Spielberg construyó una cocina kósher separada en el sótano de su hogar de Los Ángeles, en donde su madre, Leah Adler, cocinaba para la familia las comidas festivas.

Su madre Leah hablaba, a menudo, sobre cómo Steven no era un estudiante ni grandioso ni popular, pero que incluso de niño, siempre veía las cosas distinto de los demás. Steven recordó cómo su madre le hablaba del Holocausto incluso cuando él era un niño. “Cuando era muy joven, recuerdo a mi madre contándome sobre una amiga de ella en Alemania, una pianista que tocó una sinfonía que no estaba permitida, y los alemanes subieron al escenario y le rompieron todos los dedos de las manos. Crecí con historias de nazis quebrando los dedos de los judíos”.

En Ohio, la abuela de Spielberg enseñaba inglés a sobrevivientes del Holocausto. Steven contó que aprendió a contar gracias a un sobreviviente de Auschwitz que usaba el tatuaje de su brazo para enseñarle los números al joven Spielberg.

“Se arremangaba las mangas y decía: ‘Este es un cuatro, este es un siete, este es un dos’”, relató Spielberg. “Fue la primera vez que aprendí los números. Siempre decía: ‘tengo un truco de magia’. Señalaba un seis, luego torcía su codo y decía: ‘ahora es un nueve’. De una extraña forma, mi vida siempre vuelve a imágenes sobre el Holocausto. El Holocausto ha sido parte de mi vida, sólo por las cosas que mis padres relataban a la hora de la cena. Perdimos primos, tías, tíos”.

Hoy, Spielberg tiene siete hijos y tres nietos, y dice que filmar La lista de Schindler fue el punto de inflexión en el que decidió crear algo “que nos confirmaría mi judaísmo a mi familia y a mí mismo”. Aún hoy cuenta que la conversión al judaísmo de su esposa, antes de que se casaran en 1991, renovó su compromiso con el judaísmo y con la educación judía de sus hijos. Fue en ese momento que la familia Spielberg comenzó a observar todas las festividades judías y el encendido de velas de Shabat el viernes a la noche. Celebraron bar y bat mitzvot para sus hijos y Spielberg los ha criado con amor por Israel y una fuerte conexión a sus raíces judías.

Spielberg crió a sus hijos con amor por Israel y una fuerte conexión a sus raíces judías.

Spielberg ha hablado abierta y frecuentemente, con el pasar de los años, sobre su apoyo a Israel y su dedicación a continuar la educación sobre el Holocausto. “Como judío, soy consciente de lo importante que es la existencia de Israel para nuestra supervivencia. Estoy orgulloso de ser judío, y es por eso que me preocupa el creciente antisemitismo y antisionismo a nivel mundial. Sólo cinco estados obligan a la educación sobre el Holocausto en sus escuelas. Yo continuaré abogando para que los programas de educación sobre el Holocausto sean obligatorios en los 50 estados, y los programas de educación sobre tolerancia sean una exigencia para graduarse de la escuela secundaria”.

Después del estreno de La lista de Schindler, miles de sobrevivientes comenzaron a llamar a Spielberg con sus relatos personales. Spielberg quiso que cada una de sus historias fuera conocida, por lo que estableció la USC Shoah Foundation en California, para grabar y compartir su testimonio. Spielberg también estableció un archivo de videos en la Universidad Hebrea con miles de horas de entrevistas con sobrevivientes, llamado Proyecto testimonial del Holocausto.

La biografía recién publicada de Haskell, Steven Spielberg: una vida en películas, es parte de la serie Vidas judías de Yale, y describe cómo las películas de Spielberg revelan los pasos de su travesía. Pero la enseñanza más preciada que aprendió Spielberg es cómo utilizar los desafíos y temores para crear cosas significativas, y cómo encontró su propio camino en la vida, de película en película, de historia en historia. Desde niño, Steven no pudo conservar sus historias en su interior. Como Spielberg le dijo una vez a un entrevistador de Entertainment Weekly en 2011: “Sí, siempre tuve shpilkes. Los tengo ahora. Los tuve antes. Son, básicamente, mi fuerza motora”.

Él utilizó este combustible para hablar, tanto como productor de cine como en su condición de judío. Lo utilizó para convertirse en un padre y abuelo orgulloso. Y lo utilizó para transmitir el regalo más preciado que tiene: su identidad judía. Quizás, de todas las grandes historias de Spielberg, esta sea la que echará raíces y crecerá más allá de todo lo que el productor de cine más brillante pudo haber imaginado alguna vez.

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