Corazón de petróleo

2 min de lectura

La UE ha reconocido a Palestina y ha dejado de catalogar a Hamás como organización terrorista; Europa lo ha vuelto a hacer, se ha vendido al mejor postor.

La noticia sobre Cuba postergó la reflexión que quería hacer a tenor de la doble noticia sobre Palestina que nos llegó de Europa.

Por un lado, la insólita —e indecente— decisión del Tribunal de Justicia europeo de anular la tipificación de grupo terrorista a Hamás; por el otro, el papelito que se agenciaron en el Parlamento europeo, con la aquiescencia de casi todos —el diputado Ramón Tremosa tuvo la decencia de abstenerse— para reconocer no se sabe muy bien el qué, pero es algo parecido a decir que ¡Viva Palestina!, aunque no haya negociaciones, se mantengan los misiles y los atentados, los países vecinos armen a grupos yihadistas, las organizaciones palestinas se nieguen a reconocer a Israel, y el resto del sonsonete bélico.

Es decir, tal como hicieron sus ancestros, con Chamberlain y su apaciguamiento con los nazis, los prohombres del establishment europeo se lavan las manos, miran hacia otro lado y deciden hacer del buenismo cerril su política internacional.

El buenismo y el peloteo a los intereses vinculados al negro maná. El hecho de que tales decisiones impliquen el aval a actos terroristas atroces y a ideologías que no tienen nada que ver con el derecho a los pueblos, y mucho con el dominio brutal de los pueblos, importa nada, porque la ética y la verdad nunca fue lo que movió a la vieja Europa.

Por cierto y como paréntesis, que España haya sido una de las más entusiastas en meter el dedo en el ojo de Israel decidiendo el cómo y el porqué se proclama el Estado palestino, y luego exige que nadie diga ni mu sobre el tema catalán porque es un "asunto interno", y eso que aquí no hay matanzas, ni bombas suicidas, es un gesto de hipocresía política estratosférico. Ni vergüenza tienen de disimular.

Y así estamos, diciendo a Hamás que no importa qué dictaduras financien sus bombas, ni la enorme riqueza que han acumulado sus líderes aprovechándose del conflicto, (con sus máximos líderes, Ismail Haniye y Jaled Mishal instalados en lujosos hoteles de Doha y superando los 4 millones de euros de fortuna cada uno), ni su ideario islamista radical, contrario a cualquier libertad, ni su adoctrinamiento de niños para el odio, ni el sometimiento a su pueblo, nada importa porque lo políticamente correcto es decir "viva la kefia", hacerse el tonto y dejar que estas organizaciones letales continúen enviando a su pueblo y al vecino al callejón de la muerte.

Lo de Europa no tiene nombre, y si lo tiene, su lema reza "lo vendemos todo", sobre todo la dignidad. Sea como sea, Europa lo ha vuelto a hacer, lavarse las manos de Poncio, hacerse el mono de Gibraltar que no ve, no oye y no pregunta y, por el camino de defender su trasero, venderse al mejor postor, que siempre es el petrodólar.

¡Qué importan unos israelíes más o menos perdidos en medio de la nada, amenazados por todos los flancos! Total, en nuestro ADN histórico hay tanto amor hacia los judíos...

Este artículo apareció originalmente en LaVanguardia.com

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