El Mufti y el Holocausto

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¿Quién fue Muhammad Amin al-Husayni y qué rol tuvo en el Holocausto?

Los recientes comentarios sobre el Holocausto del Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, lo pusieron en el centro de la escena.

Después de afirmar que Amin al-Husayni, el Gran Mufti de Jerusalem durante la Segunda Guerra Mundial, le dio a Hitler la idea de ejecutar a los judíos diciendo que la mejor forma de tratar con ellos era “quemarlos”, Netanyahu fue global y justamente criticado. Muchos lo acusaron hasta de darles crédito a los revisionistas y negadores del Holocausto.

La Canciller alemana Ángela Merkel castigó al líder israelí diciendo: “Sabemos que la responsabilidad por este crimen en contra de la humanidad es alemana; la culpa es nuestra”. Los historiadores se apresuraron para denunciar la falta de entendimiento de historia de Netanyahu. Señalaron que antes de 1941 los escuadrones de la muerte ya asesinaban judíos en Europa.

Netanyahu se distanció de sus declaraciones explicando: “Mi intención no era absolver a Hitler de la responsabilidad por su destrucción diabólica de la judería europea. Hitler es responsable de la solución final para exterminar a seis millones de judíos. Él tomó la decisión”.

Pero Netanyahu, hijo de un prominente historiador israelí, señaló: “Es igualmente absurdo ignorar el rol que jugó el Mufti, un criminal de guerra, que alentó y estimuló a Hitler, Ribbentrop, Himmler y otros a exterminar a la judería europea”.

Si bien los comentarios de Netanyahu no fueron exactos, no hay dudas de que Amin al-Husayni alentó el genocidio durante el Holocausto.

Durante los Juicios de Núremberg que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, Dieter Wisliceny, un delegado de Adolph Eichmann, describió al Mufti como uno de los confidentes más cercanos de Eichmann: “El Mufti fue uno de los iniciadores del exterminio sistemático de la judería europea… y fue un colaborador y consejero permanente de Eichmann y Himmler en la ejecución del plan. En mi opinión, el Gran Mufti, que se trasladó a Berlín en 1941 y permaneció allí como invitado del Tercer Reich, tuvo parte en la decisión del gobierno alemán de exterminar a los judíos de Europa. Él sugirió en repetidas ocasiones a las diferentes autoridades… que exterminaran a la judería europea. Fue uno de los mejores amigos de Eichmann y lo incitaba constantemente a acelerar las medidas de exterminio”. Cuando Eichmann fue capturado y enjuiciado en Israel en 1961, Golda Meir llamó a al-Husayni para que también fuese enjuiciado.

Si bien el Mufti no fue el primero que sugirió el asesinato de los judíos de Europa —los escuadrones de la muerte ya habían matado cerca de un millón de judíos cuando Eichmann conoció al Mufti—, al-Husayni fue, por lo menos, un fan entusiasta y posiblemente un colaborador en el exterminio de los judíos.

De hecho, cuando era joven, en el año 1920, al-Husayni alcanzó notoriedad haciendo exactamente eso. Hijo de un Mufti anterior de Jerusalem, en abril de 1920 al-Husayni utilizó una ceremonia de peregrinaje local cerca de Jerusalem para provocar un fervor anti judío. En los disturbios que siguieron, cinco judíos murieron y cientos fueron heridos.

Condenado por incitación por las autoridades británicas, al-Husayni huyó a Damasco y volvió unos meses después, luego de haber sido perdonado por un nuevo comisionado británico. En el año siguiente al-Husayni asumió el rol de Gran Mufti de Jerusalem. Aún no tenía 30 años y sus aptitudes religiosas eran inferiores a muchos de sus rivales, pero tenía una personalidad fuerte y pudo conseguir muchos adeptos gracias a una causa popular: el odio hacia los judíos de la región.

Bajo el liderazgo de al-Husayni, el resentimiento hacia los judíos llevó a un odio violento. Acusando a los judíos de querer destruir la Mezquita de Al-Aqsa en Jerusalem, incitó una serie de pogromos que comenzaron en Jerusalem en agosto de 1920 y pronto se esparcieron a Tzfat, Hebrón, Haifa, Tel Aviv y otros lugares. En pocos días, 133 judíos habían sido asesinados y 339 resultaron heridos.

Más adelante, en 1936, cuando se descubrió que el salvaje Mufti había recibido fondos, armas e instrucciones militares desde las fascistas Alemania e Italia —él planeaba una revuelta en contra del mandato británico—, los ingleses emitieron una orden de arresto a su nombre. Amin al-Husayni huyó primero a Irak y luego, gracias a una invitación personal de Hitler, a Alemania, llegando a Berlín en 1941.

El Mufti vivió con lujos durante la guerra, alternando su tiempo entre Berlín y Roma. Fue fotografiado con Hitler y a menudo cenaba con Heinrich Himmler. Hitler le proporcionó un grupo de 60 personas para que transmitiera desde Berlín un programa de radio en árabe con el objetivo de fomentar el sentimiento antijudío en Medio Oriente. “Los judíos” exhortó el Mufti en vivo, “viven… como parásitos entre los pueblos, chupan sangre, roban propiedades y pervierten la moral”. El Mufti también ayudó a crear una dedicada división musulmana en la Waffen SS en Yugoslavia.

Como escriben Barry Rubin y G. Schwanitz en su libro Nazis, Islamists, and the Making of the Modern Middle East (Yale University Press, 2014), el Mufti también le ofreció a Hitler la posibilidad de ampliar su fortaleza geopolítica. “A cambio del apoyo de Berlín, [al-Husayni] se comprometió a realizar una alianza musulmana y árabe con Alemania, a esparcir la ideología nazi, a promover el comercio alemán y a propagar el terror, en sus propias palabras, en contra de los ingleses y los franceses… Los nazis deseaban esta sociedad. Establecieron relaciones especiales con la Hermandad Musulmana, el Partido Baat, el movimiento Juventud Egipcia y las facciones radicales de Siria, Irak y Palestina. Berlín también deseaba formar lazos con los reyes de Egipto y Arabia Saudita. Aquellos movimientos árabes y la Alemania nazi tenían “la más cálida relación”, explicó Hitler, “por tres razones: Primero, no tenemos aspiraciones territoriales en tierras árabes. Segundo, tenemos los mismos enemigos. Tercero, ambos luchamos en contra de los judíos. No descansaré hasta que el último de ellos haya abandonado Alemania”.

Inspirado por el Holocausto, pareciera que al-Husayni deseaba emular el asesinato sistemático de los judíos de Europa en Medio Oriente. Imaginando gigantes crematorios en el valle Dotán, cerca de Nablus, al-Husayni comunicó en secreto sus planes para quemar los cuerpos de los judíos de la Tierra de Israel, Irak, Egipto, Yemen, Siria, El Líbano y el norte de África allí (http://jcpa.org/al-aksa-libel-advocate-mufti-haj-amin-al-husseini/#sthash.nYRtkqCg.dpuf).

La derrota de la Alemania nazi puso fin a los planes del Mufti. Arrestado por los franceses después de la guerra, a al-Husayni se le permitió escapar y llegó a Egipto, en donde continuó teniendo una gran influencia y hablando abiertamente sobre su odio a los judíos.

Si bien su poder militar estaba acabado, continuó esparciendo sus ideas hasta su muerte en 1974. El Mufti influyó en la naciente Liga Árabe para que pusieran una cláusula en su constitución de que su propósito era destruir la entidad sionista y declararle la guerra al naciente estado judío. En 1996, el periódico israelí Haaretz citó al hermano menor y a la hermana de Yaser Arafat diciendo que al-Husayni había sido una “figura paternal” para el joven Arafat durante su infancia en Egipto.

El tóxico legado de al-Husayni de odio virulento hacia los judíos continúa hasta la actualidad. Al darle forma a la política árabe, influenciar al joven Yaser Arafat y esparcir mentiras sobre los judíos que persisten hasta el día de hoy, al-Husayni continúa siendo una fuerza que promueve el mal y el odio en todo el Medio Oriente y también en el resto del mundo.

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