[Historia Judía #2] La Torá como historia

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Una enorme cantidad de información en la Torá ha sido confirmada por la arqueología mediante evidencia indirecta o circunstancial.

Asumimos que los pueblos en la historia humana siempre estudiaron historia, pero no es cierto. De hecho, si retrocedes un par de miles de años, encontrarás que los pueblos no estaban interesados en la historia. El primer historiador en occidente fue Heródoto, un griego que vivió en el siglo V antes de la era común. Y se le da el título de: “Padre de la Historia”.

El historiador de la Universidad de Columbia, Joseph Yerushalmi, quien escribió un excelente y muy alabado libro llamado Zajor: La Historia Judía y La Memoria Judía dice que: “Si Heródoto fue el padre de la historia, los padres del significado de la historia fueron los judíos”.

Esta es una idea muy profunda.

“Si Heródoto fue el padre de la historia, los padres del significado de la historia fueron los judíos”.

Primero, no sólo que los judíos estaban registrando la historia desde mucho antes que Heródoto, sino que si bien él puede haber registrado los eventos, los judíos estaban buscando el significado profundo, y ese significado más profundo puede ser más y mejor encontrado en la Biblia misma.

La primera de las historias que examinaremos en esta seria data cerca de 1.300 años antes de Heródoto. Es la historia de Abraham, que ocurrió cerca del siglo XVIII antes de la era común, o hace aproximadamente 3.700 años.

Ahora, no nos equivoquemos al pensar que la Torá es un libro de historia. Abraham, por ejemplo, cuando apareció en el libro de Génesis ya tenía 75 años. Es una de las figuras más importantes de la historia judía, y la Torá no nos dice nada de su niñez o juventud – sólo nos enteramos de su historia cuando ya es un anciano.

A la Torá no le interesa darnos todos los detalles de la vida de Abraham; sólo le incumbe la historia como una enseñanza de las lecciones importantes de la vida – antes que nada es un libro de teología sobre la visión judía del mundo. Por consiguiente, se enfoca en la información básica que necesitamos saber.

Hace un tiempo fue publicado un artículo en el periódico israelí Haaretz que criticaba a la Torá en términos arqueológicos. Y, en la misma semana, fue publicado en Us News and World Report un artículo – nada menos que en la portada – apoyando la precisión de la Torá en los hechos arqueológicos.

¿Por qué noticias tan diametralmente opuestas? Porque la arqueología es un campo muy complicado. Por eso, hacen falta unas palabras de advertencia.

La definición de arqueología es “el descubrimiento e interpretación de los restos físicos de civilizaciones y pueblos previos”. Ten en cuenta que dentro de esta definición está la palabra “interpretación”. La forma en que un arqueólogo interpreta el significado de un hallazgo particular puede ser muy diferente a la interpretación de otro arqueólogo sobre el mismo acontecimiento.

Las inclinaciones del arqueólogo van a afectar la forma en que interpreta la información.

La arqueología no es una ciencia exacta. Cuando un arqueólogo encuentra una roca, una vasija o una pieza de una construcción, él trata de decidir qué significa. El hallazgo no tiene ninguna etiqueta puesta, a menos que sea un documento escrito, y hasta los documentos escritos están abiertos a interpretación.

Entonces, cuando la gente hace afirmaciones sobre lo que la arqueología dice o no dice, debes ser muy cuidadoso, porque las tendencias del arqueólogo afectan la forma en que él interpreta la información.

Al respecto de los primeros libros de la Torá, hay poca evidencia directa de sus personajes. Sin embargo, hay una enorme cantidad de evidencia indirecta o circunstancial – nombres, lugares, contratos comerciales, contratos de matrimonio, patrones migratorios. Una enorme cantidad de información en la Torá ha sido confirmada por la arqueología.

Esto es en relación a los primeros libros de la Torá, pero una vez que llegamos a los libros posteriores, como el libro de los Reyes, hay excelente evidencia directa, registros escritos de otros emperadores, etc. Pero los primeros eventos están más o menos en un vacio histórico y, desafortunadamente, también en un vacío arqueológico.

Recuerda que lo mismo que aplica en una corte aplica en la arqueología: La falta de evidencia no es evidencia de falta. El hecho de que no hayan encontrado el camello de Abraham no significa que Abraham no haya tenido camello o una silla de montar. Y, de hecho, hay una gran cantidad de evidencia circunstancial que afirma la historicidad básica de la Torá.

La arqueología no prueba definitivamente la Torá, pero tampoco la desacredita. De hecho, cuanto más encontramos, más vemos que hay una cantidad tremenda de historicidad en el texto.

En resumen, la Torá no es un libro de historia, pero contiene historia y cultura que están más o menos confirmadas por la arqueología. Es un libro de enseñanzas, y es la forma ideal de aprender los patrones de la historia. Y si entendemos que la razón por la que estamos estudiando historia es para aprender lecciones, entonces tenemos que poner especial atención en lo que está pasando en la Torá.

Los actos de los padres son una señal para los hijos (Najmánides).

Este es un dicho judío muy conocido, y Najmánides no fue el único que lo dijo. ¿Qué quiere decir?

En un nivel microcósmico, dentro de las historias del libro de Génesis en la Torá vemos que lo que le pasa a los ancestros, le ocurrirá también a los hijos.

En un nivel macrocósmico, las personalidades e interacciones de los antepasados – los patriarcas y las matriarcas – serán un modelo a seguir para toda la historia judía y de la humanidad. Por eso es que tenemos que poner especial atención a lo que ocurre en la fase inicial de la Torá, porque ahí es donde yacen los patrones.

El pueblo judío es uno de los pueblos sobrevivientes más antiguos del planeta.

Además, debemos recordar que el pueblo judío es posiblemente el pueblo sobreviviente más antiguo del mundo y, dado que ha sido esparcido por todo el planeta, cuando aprendemos historia judía, aprendemos también de paso toda la historia de la humanidad. Es un excelente marco para la historia mundial. Entender la historia judía significa construir un amplio conocimiento de la historia del mundo en general.

Ahora bien, no podemos apreciar la historia judía (ni la de ningún otro pueblo) sin entender el contexto en el cual se desarrolla.

En la siguiente entrega vamos a recibir un pantallazo general del mundo en el que nació el primer judío, Abraham.

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