[Historia Judía #21] La conquista asiria

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Los asirios conquistaron el norte de Israel, derrotaron a la nación y la exiliaron.

En una época en la que el pueblo judío del reino del norte de Israel estaba en medio de un proceso de debilitación espiritual, física y militar, los asirios se estaban volviendo cada vez más fuertes.

Los asirios ocupaban en esa época el territorio contiguo por el norte —lo que hoy es Siria, Iraq y Turquía— y pretendían seguir expandiendo su imperio.

Si vas al Museo Británico en Londres, podrás ver algunos fascinantes artefactos asirios de este período.

Puedes ver por ejemplo el Obelisco Negro de cuatro lados del rey asirio Shalmaneser III. El Obelisco representa el tributo ofrecido por el Rey Yehú del reino del norte de Israel a Shalmanaser III, rey de Asiria. También puedes ver un relieve de las paredes del magnífico palacio de Nínive, la ciudad capital de Asiria.

Ese palacio le perteneció al rey Sanjerib, y el relieve muestra el sitio a la ciudad israelí de Lakish; ésta fue conquistada por Sanjerib, quien luego se jactó del hecho en las paredes de su palacio. Los ingleses quitaron el relieve del palacio de Nínive y lo llevaron al Museo Británico.

Sistema de datación

Las fechas que encontrarás inscritas en el Museo Británico (y en otros libros de historia y otros museos que contienen artefactos de Medio Oriente) no concuerdan con el sistema tradicional judío de datación que estamos siguiendo en esta serie. Esto se debe a que esta serie se basa en el sistema tradicional judío de datación para la historia antigua, que es para las fechas "antes de la era común" (AEC). El sistema de datación judío y el cristiano difieren en 164 años para los períodos asirio, babilonio y persa, pero cuando llegamos al período romano (es decir, el año cristiano 1), la discrepancia desaparece. ¿Por qué? (1)

Pese a que presentar una explicación detallada de las varias cronologías del mundo antiguo está más allá del alcance de este curso, explicaremos brevemente los principales sistemas de datación utilizados por los historiadores modernos.

El sistema de datación judío es tomado principalmente de un libro llamado Séder Olam Rabá, que data del siglo 2 EC y que se le atribuye a Rabí Yosef ben Halafta. Las fuentes de las fechas del libro de Halafta vienen de tradiciones rabínicas registradas en el Talmud y en numerosas cronologías escritas en el Tanaj.

También es esencial recordar que las cronologías tradicionales judías (desde el comienzo del calendario judío hace casi 6.000 años) siempre han estado basadas en fenómenos astronómicos absolutos y altamente precisos: el movimiento de la luna alrededor de la tierra (meses) y de la tierra alrededor del sol (años). Una combinación de una tradición ininterrumpida del Tanaj y un preciso sistema astronómico, basado en el tiempo, le brinda a la cronología judía un alto grado de precisión, especialmente cuando se trata de los eventos principales de la historia judía.

Contrario a lo que podrías pensar, la cronología utilizada por los historiadores modernos dista mucho de ser exacta. No fue sino hasta el siglo 20 que el mundo entero adoptó un calendario universal (el calendario cristiano, también conocido como calendario gregoriano). Sin embargo, si viajamos hacia atrás en el tiempo, la situación del calendario era mucho más caótica. Los registros históricos precisos eran extremadamente extraños, y cada imperio utilizaba su propio sistema de calendario, el cual a menudo estaba basado en criterios completamente diferentes al resto. Sin contar con una tradición histórica ininterrumpida y sin un estándar para calcular el tiempo aceptado universalmente, no hay un equivalente no judío ni para el Séder Olam Raba ni para el sistema calendárico de calculación transmitido desde la antigüedad.

Entonces, ¿cómo llegamos a la cronología que utilizan los historiadores hoy en día?

Los historiadores de finales del siglo 19 y principios del siglo 20 lo armaron mediante reconstruir hacia atrás en el tiempo. Esto fue hecho principalmente comparando los pocos registros históricos que sobrevivieron de la antigua Roma, Grecia, Mesopotamia y Egipto, junto a hallazgos arqueológicos, diferentes sistemas científicos de datación y fenómenos astronómicos importantes como los eclipses solares.

Dado que hay un margen de error en prácticamente todos estos métodos, y dado también que hay mucho que está abierto a la interpretación, surgieron debates importantes entre diferentes eruditos, debates que continúan hasta hoy en día. Por lo tanto, las cronologías utilizadas por los historiadores modernos distan mucho de ser 100% precisas y a menudo encontrarás desacuerdos entre los diferentes eruditos respecto a las fechas exactas de importantes eventos y dinastías de la antigüedad.

Como esta serie está escrita basada en la perspectiva tradicional judía, y dado que la cronología judía demuestra ser más confiable para la precisión histórica, hemos elegido utilizar las fechas tradicionales judías.

Hoy hay una gran cantidad de reconocidos eruditos que también desafían la cronología moderna y que incluso intentan reconciliarla con la cronología judía. Entre ellos está el erudito británico Peter James, quien escribe:

Al cambiar la fecha del comienzo de la Era de Hierro en Palestina de principios del siglo 12 por finales del siglo 10 AEC se puede ofrecer una interpretación completamente nueva de la arqueología de Israel: Una que está en perfecta armonía con el registro bíblico (Centuries in Darkness por Peter James; Rutgers University Press, 1993, p. 318).

Con eso en mente, podemos continuar la historia.

Cae el reino del norte

En el siglo 6 AEC, el rey asirio Tiglatpileser III fortaleció a Asiria y la transformó en un gran imperio (eventualmente, Asiria desafiaría incluso al poderoso Egipto). También introdujo un modo muy interesante de tratar con los pueblos conquistados. Dicho método se llamaba exilio. Para pacificar las tierras que invadían, los asirios tomaban a la gente que allí residía y los movían a otro lugar, llevando a su vez a otros a ocupar su lugar. Para cuando los exiliados se daban cuenta de dónde estaban, ya habían pasado varias décadas y ya no deseaban revelarse.

Comenzando alrededor del año 575 AEC, y como una forma de pacificar la región norteña, Tiglatpileser se apoderó de las tierras pertenecientes a las tribus de Zebulún y Naftalí, y exilió a sus habitantes.

Luego, Shalmanaser V, otro emperador asirio, se apoderó de las tierras pertenecientes a las tribus de Rubén, Gad y Menashé, y exilió a sus habitantes.

Finalmente, en el año 556 AEC, Sargan II, uno de los grandes emperadores de Asiria, completó el trabajo y toda la región del norte del país dejó de existir como un estado judío.

En el año noveno [del reinado de] Hoshea, el rey de Asiria tomó Samaria y exilió a los Israelitas a Asiria, y los estableció en Jelaj en [el río] Jabor, en el río Gozán y en las ciudades de Media. Y así fue que los Israelitas pecaron contra el Eterno, su Dios… adoraron otros dioses y siguieron las costumbres de las naciones… Dios había emitido advertencias en Israel y en Yehudá, por intermedio de todos los profetas y videntes, diciendo: "Retornen de vuestros malos caminos, y cuiden mis preceptos y mis decretos…" Mas ellos no oyeron, y endurecieron su cerviz… Entonces se encolerizó el Eterno contra Israel y los quitó de delante de Su presencia; no quedó nadie a excepción de la tribu de Yehudá (Reyes 2, 17:6-18).

Debemos aprender de este pasaje una importante y obvia lección: pese a que la razón superficial de la caída del reino del norte estuvo ligada a realidades geopolíticas del antiguo Cercano Oriente, la causa real fue la violación de la Torá.

Con los judíos expulsados, ¿quién ocupó su lugar?

Los Asirios llevaron un montón de gente de otro lugar, quienes —dado que ahora vivían en Shomrón o Samaria— pasaron a ser conocidos como los Samaritanos.

Los samaritanos eran gente que de alguna forma adoptó el judaísmo, pero no de forma adecuada o por las razones correctas. Dado que su conversión no fue completa o sincera, nunca fueron aceptados por el pueblo judío, y ellos quedaron muy resentidos.

De hecho, los samaritanos tuvieron una larga historia de hostilidad hacia los judíos, y pese a que mucha gente es familiar con la historia del "buen samaritano" del evangelio cristiano, en la consciencia (e historia) judía los samaritanos rara vez son considerados buenos.

Hoy quedan sólo unos 600 samaritanos. Su sitio de culto es en el monte Grizim, que está pegado a la ciudad de Shejem, llamada Nablus en árabe.

Las tribus perdidas

Mientras tanto, el pueblo judío del norte se asentó en varios lugares a lo largo de todo el imperio asirio. ¿Qué pasó con esas diez tribus? Se asimilaron y hoy son conocidas como las diez tribus perdidas.

Hay muchos pueblos alrededor del mundo, en particular en Medio Oriente y Asia, que afirman ser descendientes de las diez tribus perdidas. Hoy en día hay un gran número de personas que han dedicado mucho tiempo y esfuerzo a encontrar las tribus perdidas de Israel. Una de esas personas es el Dr. Tutor Parfitt de la Universidad de Londres. Su especialidad es rastrear los distintos pueblos exóticos que afirman tener un origen judío. El Dr. Parfitt escribió un libro llamado "The Thirteenth Gate" (La Decimotercera Puerta), y ha investigado los pueblos que afirman tener conexiones judías. (2)

Es asombrosa la cantidad de personas —muchas de las cuales no saben nada de judaísmo— que afirman ser descendientes de los judíos. Por ejemplo, muchos de los Patans, fundamentalistas musulmanes que residen en el norte de Afganistán y Pakistán, afirman ser descendientes de las diez tribus perdidas.

Hay un Midrash que dice que las diez tribus perdidas viven "sobre el río Sambatión", que es un río místico que fluye con arena y piedras durante la semana, pero que "descansa" en Shabat.

Nosotros creemos que al final de los días todos los judíos perdidos volverán. El gran sabio conocido como el Gaón de Vilna enseñó que los conversos son almas judías perdidas que están tratando de encontrar su camino de regreso al pueblo judío.

Pero, por ahora, las diez tribus están perdidas.

Con el pueblo judío ya exiliado del reino del norte de Israel, los asirios pusieron a continuación sus ojos en el reino del sur. Pero este opondría resistencia.


1) El clásico ejemplo es la fecha dada para la destrucción del Primer Templo a manos de los babilonios. La cronología tradicional judía le atribuye como fecha el año judío 3338, equivalente al año 422 AEC, mientras que las historias seculares dan la fecha de 586 AEC – una diferencia de 164 años. La raíz de esta discrepancia está basada en opiniones conflictivas respecto a la cantidad de reyes que reinaron durante el período Babilonio-Persa. Para una discusión mucho más detallada sobre este tema ver: Jewish History in Conflict (Historia Judía en Conflicto).


2) Tudor Parfitt, “The Thirteenth Gate-Travels among the Lost Tribes of Israel” (La Decimotercera Puerta- Viajes entre las Diez Tribus Perdidas de Israel), (London: Weidenfeld y Nicolson) 1987.

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