La trampa del enamoramiento

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¿Cuántas veces quieres casarte? Consejos para hacerlo bien la primera vez.

Un joven me contó recientemente sobre su primo que estuvo comprometido con una mujer. El padre de este primo confrontó a su hijo sobre las muchas cosas que le disgustaban sobre su prometida y señaló los muchos defectos de su relación. “No te preocupes papá,” respondió su hijo, “este es recién mi primer matrimonio”.

Su hijo ya se ha divorciado tres veces.

¿Por qué tanta gente se ha dado por vencida? La respuesta es muy simple: Es muy difícil ver a través de la confusa nube del enamoramiento. Conocemos la trampa, y aún así somos engañados por ella. Podemos enamorarnos de alguien que no es una buena opción para ser un socio en el matrimonio (como me dijo una joven recientemente, “¿En qué estaba pensando? Está tan lejos de ser el tipo de hombre con el que debería haber salido. Ahora me doy cuenta de que estaba enamorada de una imagen idealizada, y no de quien era él en realidad”).

Lo complicado es que el enamoramiento es parte integral del proceso de citas. No podemos quitárnoslo de encima, ¡y no se supone que lo hagamos! Nuestro objetivo es mantener el enamoramiento en jaque, dejarlo a un costado mientras investigamos si hay algo significativo en nuestra conexión con la persona que estamos saliendo.

El enamoramiento es siempre temporal. Sin importar qué tan fuerte sea la química, eventualmente comenzará a desvanecerse. Y cuando lo hace, si no hay algo sólido y real sirviendo de base en nuestra relación, nos estrellaremos contra el piso (no recomendado).

La relación entre el amor y el enamoramiento es como hacer una fogata. Necesitas maderos, algunas ramitas, papel y fósforos. Trata de encender los maderos directamente – estarás esperando toda la noche. Ahora bien, si enciendes las ramitas y el papel sin los maderos, el fuego arderá resplandecientemente, pero por muy poco tiempo. Necesitas tanto las ramitas como los maderos.

El enamoramiento son las ramitas que juegan un rol importante al encender los maderos del amor. Asegúrate de que el enamoramiento no es la base de tu relación. Cuando te dejas llevar por la química y te olvidas de la esencia de la relación (los maderos), es muy probable que termines con el corazón roto. Sólo lleva un poco de tiempo hasta que el fuego se apaga.

El enamoramiento se alimenta de la imagen, el amor se alimenta del conocimiento.

Una forma esencial de mantener el enamoramiento en jaque es verificar que estamos mirando más a la persona que a su imagen. La imagen es importante, necesitas encontrar atractiva a tu pareja y sentirte orgulloso de introducirla a tus amigos y familia. Pero demasiado a menudo hay una tendencia a obsesionarse con la imagen de una persona, e ignorar quién es la persona realmente debajo de ella. Puedes estar tan enamorado de quien crees que la persona es, tan atraído por una cualidad o habilidad en particular de esta persona, que no puedes ver quién es la persona en realidad.

Podemos enamorarnos de varias cualidades que constituyen la imagen de una persona. Unas cuantas posibilidades son:

1. La forma en la que la persona se ve.

2. Profesión.

3. Estatus financiero.

4. A quién conoce (con quién se relaciona).

5. Reputación (por ejemplo, a qué universidad fue, o el hecho de que todo el mundo dice que es tan brillante o exitosa).

6. A quién nos recuerda esta persona (a alguien que nos gusta, a quien nos sentimos atraídos, etc.).

El enamoramiento se alimenta de la imagen, el amor se alimenta del conocimiento. Cuanto te enamoras de alguien, puede que olvides que la imagen de las personas cambia y que sus carreras pueden cambiar. Puede que olvides el hecho de que si la gente tiene dinero hoy no significa que lo tendrá mañana. Puedes olvidar que la gente eventualmente se aburre de las cosas externas, y que una relación verdadera anhela algo más profundo.

Otra forma crucial de protegerte de la trampa del enamoramiento es asegurarte de que tienen valores y objetivos en común. Sin importar qué tan grande es la química inicial, si tus valores y objetivos son muy diferentes, las probabilidades de que tu matrimonio funcione disminuyen notablemente. Cuando la excitación desaparece y las ramitas se queman, ¿hay una base unificadora para el matrimonio?

Los valores son esenciales para quién eres. Son los cimientos sobre los que tus objetivos y sueños son edificados, la base de tu brújula moral. Antes de casarte, es imperativo tomarte el tiempo en tu ajetreada agenda para clarificar cuáles son tus valores reales – los pocos en los que te basas. Esos son los que no puedes ceder. Hacerlo sería negarte a ti mismo.

Aquí hay una corta lista de valores con los cuales puedes identificarte: lealtad, trabajo duro y disciplina, compromiso religioso, crecimiento personal, justicia, cuidado de la salud, hospitalidad, actitud positiva, honestidad, eficiencia y cuidado del medio ambiente.

Cuando sales con alguien, es fundamental que los valores esenciales coincidan. Y ten cuidado de evitar la ilusión óptica del los “intereses comunes”. Mucha gente cree que sólo porque tienen intereses en común (como jugar al tenis o botánica), eso es suficiente para permanecer unidos. No lo es.

El matrimonio se construye sobre valores en común. Asegúrate de que coincidan en los temas más importantes.

La pura verdad es que sin importar cuántos intereses en común pueda tener una pareja, si sus valores colisionan, habrá problemas. El matrimonio se construye sobre valores en común. Asegúrate de que coincidan en los temas más importantes.

Entonces, ¿cuántas veces quieres casarte? Dios quiera que una sola. Recupera tu habilidad para confiar en ti mismo en el proceso de las citas, edúcate a ti mismo y hazlo bien la primera vez.

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