¡Abre Tu Mente!

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El buscar pareja seriamente requiere evitar las categorizaciones superficiales, y conocer genuinamente a la otra persona.

La conductora del programa televisivo Oprah presentó recientemente a un grupo de maestros y alumnos de una escuela pública interracial, que había participado en un programa llamado "El Desafío". El programa ayuda a las personas a superar la superficialidad y los prejuicios en su forma de relacionarse con los demás, y a ver a los otros como verdaderamente son.

Los participantes fueron filmados en el gimnasio de su escuela. El coordinador les dijo: "Quien se haya sentido insultado alguna vez debido a su raza, por favor, que de un paso para adelante". Varios estudiantes de color así lo hicieron. Los estudiantes de raza blanca se miraron con sorpresa, y después se avergonzaron.

"Cualquiera que se haya sentido menospreciado por algún maestro, por favor de un paso adelante". Unos cuantos estudiantes más dieron un paso al frente. Los maestros se miraban asombrados y apenados.

Los niños fueron invitados a describir como se sentía el ser discriminado. Despacio y en forma dolorosa, los participantes se dieron cuenta de la influencia que pueden tener las desconsideradas y crueles palabras y acciones, en las personas con las que interactúan cada día. Al final, niños y maestros se acercaron al micrófono para disculparse públicamente por causarle dolor a los demás. Un chico que usualmente se burlaba de a las niñas con apodos hirientes, dijo que él sabe que cada niña es bonita a su manera. Los niños blancos y negros se aceptaron mutuamente. Muchos lloraron. Después de mostrar el filme, Oprah entrevistó a algunos de los participantes. Claro está, que como resultado del programa, no sólo las heridas fueron curadas, sino que además fueron formados vínculos verdaderos entre ellos. Los estudiantes adquirieron una mayor sensibilidad, viéndose los unos a los otros con un nuevo aprecio y respeto. Ellos aprendieron a ver la profundidad humana de cada uno.

El programa me hizo pensar en algo que escuché hace algunos días atrás. Mi vecina me había comentado sobre un rabino que habló en una sinagoga cerca de nuestro barrio, y que sus palabras habían dejado una fuerte impresión en la comunidad. Él le dijo a la audiencia: "Cuando conozcas a una persona nueva, en vez de juzgarlo y clasificarlo, acéptalo por como es". "No te formes prejuicios", dijo el rabino, "¡Profundiza en su ser!".

Esto es lo que los niños y los maestros del programa habían aprendido: ir más allá de las barreras físicas y conocer al otro con más profundidad.

La mayoría de nosotros somos culpables por relacionarnos con las personas de una manera superficial. Quizás, por la necesidad de simplificar este mundo tan complejo, a veces juzgamos a los otros rápidamente y de manera superficial. El resultado no tiene que ser específicamente el llamar a los otros con sobrenombres o menospreciarlos, sino que simplemente puede ser el pensar que "ya sabemos quienes son".

En vez de conocer al otro en profundidad, nosotros nos llenamos de prejuicios.

Yo sospecho que esto es especialmente verdad cuando tenemos una cita. Al conocer a una nueva persona podemos decidir rápidamente que ya conocemos suficiente de ella como para saber que si es, o no, para mí. Hacemos un resumen mental de las personas y las rechazamos sin antes haberlas conocido profundamente.

Mi Experimento

El año pasado, fui invitada a dar una conferencia en una reunión comunitaria de solteros de entre 20 y 30 años. Fue un gran evento, con mucha comida y compañerismo. Naturalmente, mientras yo hablaba, todos estaban mirando discretamente a su alrededor, esperando encontrar a alguien que les interesara.

Yo también mire a mi alrededor, agradecida de estar felizmente casada y adolorida por todos esos individuos que estaban anhelando encontrar "al correcto". Yo me pregunté: ¿cómo me sentiría si fuera un joven soltero en un evento como este? ¿Sería optimista o pesimista?

No estaba segura. Por una parte, tenía una buena razón para creer que todos los participantes eran buenas personas. Por otra parte, mientras que unos eran guapos o bonitos, muchos eran de apariencia normal. ¿Sería atraída yo, como muchos solteros, sólo por los más bonitos? Y al darme cuenta de que, por cualquiera que sea la razón, no iba a tener la posibilidad de salir con ninguno de los individuos "más codiciados", ¿simplemente descartaría a los otros y concluiría que el evento era una perdida de tiempo deprimente?

¿O sería posible ver al resto de los participantes de otra forma?

Yo decidí hacer una prueba a través de un experimento. Si alguien quería hablar conmigo después de mi charla, yo trataría de sobrepasar la impresión superficial que todos tenemos sobre las personas. Yo trataría de verlo a él o ella de una forma más real, como él o ella verdaderamente son. Para ponerlo en los términos del rabino, yo experimentaría, no conceptualizaría.

Cambié mi posicionamiento personal, y esperé.

Efectivamente, varias personas se me acercaron para hablarme. Todos realizaron preguntas muy buenas y sensibles. Al mismo tiempo, ninguno de ellos tenía la apariencia ni el carisma de una celebridad de Hollywood. Uno incluso tenia una enfermedad degenerativa seria.

De todas formas, el experimento me dejó pasmada e intimidada. Cada uno de esos individuos, sin excepción, resultó ser un hermoso ser humano. Repentinamente, el salón pareció haberse llenado de solteros increíbles.

Lo cual me hizo pensar: ¿Cuántos de los hombres y mujeres aquí presentes, estarían dispuestos a dar al otro una posibilidad para poder ver esto que yo estoy presenciando? Quería gritarles, "¡Hey, escuchen! ¿Tienen idea de la mina de oro que hay aquí? ¡Asegúrate en conocer a este, y a este y a este!".

Mucho se ha escrito sobre la crisis de las citas; de cómo tantos solteros hermosos no son capaces de encontrar la pareja "indicada". Existe, sin duda, una enorme cantidad de razones para esto, muchas que tienen que ver con problemas sociales y no con defectos del individuo. Mi intención aquí no es señalar a esos que ya han sido atacados por ser muy selectivos.

Al mismo tiempo, no puedo evitar el preguntar: ¿Puede que algunas de nuestras dificultades surjan del hecho que simplemente no vemos al otro en profundidad? ¿Quizás porque nos llenamos de prejuicios en vez de experimentar?

La próxima vez que vayas a una cita o a un evento de solteros, repite este experimento. Elimina tus prejuicios. Abre tu mente y tu corazón y deja que la otra persona pueda entrar. El resultado puede ser mucho más atractivo de lo que esperabas.

Quizás hasta pueda ser más hermoso.

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