La Mala Casamentera

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Resolví hacer una pareja por semana, durante un año. Después de todo, incluso un reloj roto da bien la hora dos veces al día. Cuan equivocada estaba.

Durante años, muchos solteros acudieron a nosotros esperando que pudiéramos ayudarlos a encontrar su pareja. Pero después de muchos esfuerzos por emparejar personas que resultaron en grandes fracasos de primeras citas, comencé a explicarles a los solteros, “mira, algunas personas tiene el don de emparejar, y otras no, y mi esposo y yo definitivamente no lo tenemos”.

Pero mis amigas solteras estaban celebrando cada vez más y más cumpleaños, y menos y menos compromisos. Entonces, me di cuenta que quizás había tirado la toalla demasiado pronto.

Así que hace un año y medio atrás tome la resolución de pasar el año siguiente haciendo una pareja por semana. De 52 primeras citas, yo pensé, deberían resultar por lo menos tres o cuatro buenas parejas, ¿cierto? Después de todo, incluso un reloj roto da bien la hora dos veces al día.

Me compré una caja con una pila de tarjetas para archivar las notas de las entrevistas y una pila de libros con títulos como Encuentra a tu esposo en 30 días, y me puse a trabajar.

Desde la primera llamada telefónica como casamentera, sentí la maravillosa emoción de unir dos potenciales almas gemelas. ¡Estaba entusiasmada!

Desde la primera llamada telefónica como casamentera, sentí la maravillosa emoción de unir dos potenciales almas gemelas. Estaba entusiasmada. Durante los siguientes 12 meses, todo lo que quería era hablar y pensar sobre formar parejas.

Tan pronto como mis hijos estaban en sus camas, yo estaba en el teléfono tratando de formar una nueva pareja, o entrevistando a un nuevo soltero, o llamando a casamenteros con más experiencia para obtener un consejo sobre como manejar situaciones sobre las citas que no sabia manejar.

La primera pareja que formé fue de dos americanos solteros a mediados de sus veinte. Ambos tenían alta educación formal, eran atractivos, y con similares estándares religiosos. La clave era que ella era poeta y él artista, y ambos estaban buscando a alguien “creativo”. ¡Era una pareja hecha en el cielo! ¡Imaginate, dar en el blanco la primera vez!

Él me llamó después de la primera cita. “Muchas gracias señora Weisberg. Ella es muy linda. Pero ella quiere vivir en Israel, y yo probablemente vuelva a los Estados Unidos. Decidimos no salir otra vez”. Estaba choqueada. ¿Qué importa un pequeño detalle como la geografía cuando estamos hablando sobre amor y destino?

Este tema de hacer parejas no era tan fácil como había creído.

Durante los meses que siguieron, logre docenas de primeras citas que no llegaron a nada. “Muchas gracias, pero estoy buscando a alguien mas moderno”, “…no sentí nada de química con ella”, “…él es demasiado serio para mí”.

Pero traté de mantener una actitud positiva y seguí organizando más citas. Recibía llamadas todos los días de nuevos solteros, y estaba tan ocupada que había una lista de espera para verme.

Unos meses después, había buenas noticias de mi artista. Lo había emparejado con una música y la primera cita había ido bastante bien. “¡Ella es maravillosa!”, me dijo emocionado por el teléfono. “Él es increíble”, ella acordó.

Me imaginé su boda, ellos debajo de la jupá, yo bailando con la novia en el centro de todos los invitados.

Hubo una segunda cita, y luego una tercera, y parecían estar locos el uno por el otro.

Luego de la cuarta cita, mi artista me llamó, él sonaba nervioso, “Muchas gracias por todo lo que ha hecho señora Weisberg, pero me di cuenta que ella no me atrae físicamente”.

Uy. No habrá quinta cita. No habrá compromiso. No habrá casamiento. Dolió mucho, sentí como si yo hubiese sido botada.

Después de esa ruptura, aprendí a mantener un poco más de distancia emocional con mis parejas, y traté de organizar citas a un ritmo más rápido. Sin embargo, después de todo un año como casamentera, no logré que una sola pareja llegara al matrimonio.

Resultó ser que un reloj roto es mucho más exacto que una mala casamentera.

Pero mi año como casamentera no fue un desperdicio, y he aquí el por qué.

Así como los solteros necesitan a los casamenteros, así también necesitan a personas casadas que sirvan como “mentores a través de todo el proceso de citas”.

A principios de año participé de un taller de casamenteros en el cual los facilitadores, las expertas en citas de aish.com Rosie Einhorn and Sherry Zimmerman, les dijeron a los participantes que así como los solteros necesitan a los casamenteros, así también necesitan a personas casadas que sirvan como “mentores a través de todo el proceso de citas”. Para poder tomar buenas decisiones, los solteros usualmente necesitan la ayuda de alguien sensible, y el buen consejo de alguna persona casada que ha vivido la vida del otro lado de la jupá.

Y ese consejo me condujo al aspecto más gratificante de mi año como casamentera.

Cuando una amiga soltera de 30 años me preguntó si debía tomar algún tiempo fuera de sus estudios de postgrado para viajar a Estados Unidos para continuar saliendo con alguien con quien había estado saliendo por un mes, yo dije “¡Sí!”. Hoy en día ella está casada.

Cuando una amiga soltera de 27 años estaba insegura de aceptar una propuesta de matrimonio, me preguntó si era normal tener dudas. Le dije que si bien el matrimonio es una decisión que uno debe tomar muy delicadamente, también es una decisión que requiere una cuota de fe. Hoy en día ella está felizmente casada.

Cuando una soltera de 28 años a la cual había presentado varias veces, me llamó para obtener un consejo sobre alguien con quien estaba saliendo seriamente, me explicó que él era converso, pero que cuando hablaban del pasado con gente nueva, él trataba de obviar el tema de su conversión. ¿Eso significa que tiene tendencia a la deshonestidad? Le aseguré que no. Hoy en día ella está casada.

Ninguna de esas novias va a llamar a su primera hija Jana en honor a mí. Pero cada una de ellas me llamó personalmente para decirme que estaban comprometidas y para darme un especial “Gracias a ti”.

No se necesitan diez horas a la semana en entrevistas y llamadas telefónicas y una tormenta de ideas para marcar una diferencia. Muy a menudo sólo se necesita un poquito de jutzpá (impertinencia) para preguntarle a tu amiga soltera, “¿Has estado saliendo con alguien nuevo recientemente?”, y buena disposición para abrir tu corazón y escuchar.

Incluso la peor casamentera del mundo puede hacerlo.

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