Judíos forasteros y la teoría racial (Parte 4)

6 min de lectura

Examinando más razones ofrecidas para el antisemitismo.

La teoría de los judíos como forasteros

Quizás los judíos son odiados simplemente porque son diferentes. Tradicionalmente, los judíos se caracterizaban por vestimenta, leyes y en ocasiones hasta lenguaje diferentes. Este tipo de discriminación es lo que los chinos vivieron en los comienzos de Estados Unidos y lo que los franceses vivieron en Inglaterra. Los sociólogos se refieren a este fenómeno como "el desagrado por lo diferente".

Esta teoría suena como una causa sensata para el antisemitismo: los judíos han sido odiados porque son diferentes. A través de toda la historia los judíos no se han mezclado; sus sistemas ético, cultural y social fueron diferentes a los de sus vecinos. Y aún más explícitamente, el mayor sueño de los judíos siempre fue su retorno a Sión. Eran ciudadanos obedientes de la ley que contribuían a la nación que los hospedaba y hasta iban al campo de batalla para defenderla, pero sus corazones siempre apuntaban en dirección a la Tierra Prometida. Es innegablemente cierto que durante toda la historia los judíos fueron el paradigma de los "forasteros".

¿Pero qué pasa cuando los judíos abandonan sus diferencias culturales y se convierten en genuinos "pares"? Si la Teoría del Forastero es correcta, entonces la solución al antisemitismo debería ser la asimilación. El antisemitismo debería disminuir en proporción a la capacidad de los judíos de integrarse a las sociedades que los albergan. Pero, ¿es esto lo que ocurre?

En el siglo 18 llegó a Europa el Iluminismo, dando derechos igualitarios a toda la gente más allá de la religión.

En diciembre de 1789, durante una discusión en la Asamblea Nacional Francesa en la que los judíos franceses recibieron derechos igualitarios, el Conde Stanislas de Clermont-Tonnere declaró: "Para los judíos como individuos, todo. Para los judíos como nación, nada".

Los judíos de Europa saltaron ante la oportunidad de lograr igualdad, esperando finalmente deshacerse del fenómeno del "desagrado por lo diferente". Abandonaron sus antiguas vestimentas, se afeitaron sus barbas y asistieron a las universidades y a los teatros. Adoptaron el lenguaje, la cultura y los estilos de sus vecinos no judíos, y se casaron con ellos. Eliminaron de sus plegarias toda mención del retorno a Sión. En resumen, se hicieron más franceses que los franceses mismos.

Napoleón fue rápido para capitalizar esta "evolución" de los judíos adaptándose a la cultura francesa. En 1807 convocó una corte no diplomada para presionar a los judíos para que abandonaran todo compromiso que aún hayan tenido con una nación judía independiente, forzando a los judíos a declarar su lealtad exclusiva a Francia.

La aceptación judía de esta actitud se esparció. En Alemania, los judíos reformistas declararon: "Berlín es nuestro Jerusalem, Alemania es nuestra tierra patria". Habiendo soportado siglos de odio, los judíos de Europa anticiparon una cálida bienvenida por parte de sus vecinos gentiles.

Pero sólo se desilusionaron. El caso Dreyfuss, en el que falsas acusaciones de traición fueron presentadas en contra de un oficial francés judío, fue ideado para demostrar que los judíos nunca podrían ser ciudadanos leales a los países que los albergaban.

Poco después, la subida al poder de Hitler sacudió nuevamente la sensación de seguridad que tenían los judíos gracias a su enfoque de asimilación. El nazismo les dio a los judíos un fuerte mensaje: Los odiamos, no porque son diferentes, ¡sino porque están tratando de ser como nosotros! No podemos permitir que infecten a la raza aria con sus genes inferiores.

Mientras los judíos permanecieron como forasteros, la Teoría del Forastero tuvo algo de lógica. A partir de que los judíos intentaron asimilarse, la Teoría del Forastero quedó hecha pedazos – porque nunca había sido la causa real del odio.

La teoría racial

Esto dio lugar a una nueva excusa: la inferioridad de la raza judía. Puedes abandonar las limitaciones externas de tu vida, afeitarte la barba, quitarte la kipá y hasta cambiar tu religión. Pero nunca podrás cambiar tu raza.

El problema inevitable que tiene esta teoría es que se auto-contradice: los judíos no son una raza. Cualquiera puede convertirse en judío – y miembros de toda raza, credo y color del mundo lo han hecho en algún momento u otro.

No hay ninguna característica racial distintiva común dentro de los judíos. Incluso la idea de la "nariz judía" es un mito. Los antisemitas no odian sólo a los judíos que tienen características físicas distintivamente "judías", los odian a todos. Odian a los judíos de Europa del Este, a los israelíes, a los rusos y a los yemenitas; odian a los rubios de ojos celestes al igual que a los de piel oscura, o mediterráneos. Odian a todos.

El antisemitismo no puede ser explicado como racismo por la muy simple razón de que los judíos son una nación, no una raza.

Odio único

Hemos analizado las seis explicaciones más comunes para el fenómeno del antisemitismo. Ninguna de estas razones comunes es su raíz principal. Bajo escrutinio, todas probaron ser meras excusas. Debemos mirar de nuevo a este odio para encontrar una verdadera causa.

De todas las formas discriminatorias de odio, el antisemitismo es único en cuatro aspectos:

1. Antigüedad

El antisemitismo ha existido por un período de tiempo excepcionalmente largo. Uno de los libros más autoritativos sobre antisemitismo, La Angustia de los Judíos: Una Historia de Antisemitismo, escrito por el cura católico Edward Flannery, escribe:

Un historiador de antisemitismo mira hacia atrás, hacia los milenios de horrores que ha registrado, y emerge una conclusión inescapable: el antisemitismo es diferente por su antigüedad y consistencia.

2. Universalismo

El antisemitismo se encuentra en todo el mundo. A través de la historia, los judíos han sido odiados en todas las regiones en que han vivido. Sin importar en dónde se asienten, sin importar quién es su hospedador, el antisemitismo eventualmente asoma su horrible cabeza.

Entre los años 250 EC y 1948 – un período de 1.700 años – los judíos de Europa experimentaron un promedio de una expulsión cada 21 años. Los judíos fueron expulsados de Inglaterra, Francia, Austria, Alemania, Lituania, España, Portugal, Bohemia, Moravia y 71 países más.

3. Intensidad

El odio en contra de los judíos es ventilado de un modo particularmente violento. Un grupo que es odiado generalmente se convierte en el objeto de bromas étnicas, y es sujeto a discriminación. Por otro lado, los judíos son sujeto de intentos de genocidio. Los pogromos de Chmelnicki, el Holocausto y las amenazas nucleares de Irán son intentos de exterminar a un pueblo que representa sólo una pequeña minoría de la población mundial.

4. Confusión

Sorprendentemente, ¡hay muy poco consenso sobre lo que el antisemitismo odia en particular! Cuando un grupo odia a otro, ese odio puede ser analizado hasta llegar a unas cuantas razones simples y bien definidas. En Bosnia la gente es perseguida por razones territoriales y religiosas. En Irlanda es la independencia nacional y la religión. Los negros son odiados por razones raciales. Pero nadie ha ofrecido aún ni una razón aceptada universalmente para explicar por qué la gente odia a los judíos.

Si le pides a un antisemita que declare sus razones, esas razones son a menudo contradictorias. Piensa en esta paradoja:

  • Los judíos son odiados por ser una raza perezosa e inferior – pero también por dominar la economía y apropiarse del mundo.
  • Los judíos son odiados por mantener tercamente su estado de separación y, cuando se asimilan, por ser una amenaza a la pureza racial por medio de los matrimonios mixtos.
  • Los judíos son vistos como pacifistas y como belicistas; como capitalistas y como comunistas revolucionarios; como posesores de una mentalidad de Pueblo Elegido y de un complejo de inferioridad.

Demasiadas razones significa ninguna razón verdadera

Las "Seis Razones" no aguantan el escrutinio – ¡son excusas!

El odio por los judíos durante los últimos 2.000 años ha sido continuo, universal y vicioso, pero las explicaciones para este odio cambian constantemente. Este hecho, por sí solo, nos alerta sobre la necesidad de investigar lo que yace en la base de esas explicaciones.

Imagínate en una entrevista laboral. El entrevistador te dice de frente que no puedes ser considerado para el trabajo porque te faltan habilidades en informática. Te inscribes en un curso de computación, y en un mes has obtenido las habilidades necesarias.

Vuelves a la compañía y el entrevistador te dice que no te puede contratar porque te falta entrenamiento en finanzas y administración. Estudias diligentemente, y en un corto tiempo has dominado la disciplina.

Cuando vuelves a la compañía por tercera vez, te dicen que la razón real por la que no te pueden contratar es tu corte de pelo; simplemente no refleja la imagen que la compañía desea representar en público.

Este fiasco te envía un mensaje muy claro: Las razones que la compañía te ha estado dando todo el tiempo son sólo excusas. El entrevistador sólo utilizó excusas para cubrir alguna razón más profunda por la que se rehúsa a contratarte.

Esta situación es muy similar a las explicaciones comunes para el antisemitismo: Aún cuando las razones ya no son aplicables, el antisemitismo sigue existiendo.

Esto no significa que deberíamos descontar estas razones por completo. A pesar de que sean excusas y no la fuente del odio, influencian a las masas para odiar a los judíos. Pueden exacerbar el odio, pero ciertamente no lo explican.

El problema es que cada una de las explicaciones se enfoca en asuntos externos al judío, no tienen nada que ver con su esencia.

Entonces, ¿cuál es “La Razón”?

Continuar leyendo la quinta parte

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