Vivir para trabajar

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El trabajo puede ser satisfactorio y ennoblecedor, pero sólo cuando tiene un propósito y una meta.

Los egipcios comenzaron a obligar a los israelitas a hacer trabajo destinado a romper sus cuerpos. (Éxodo 1:13)

Para mantener a los israelitas ocupados y que no tuviesen tiempo de pensar en las palabras de Moisés anunciando su libertad, el Faraón decretó que los esclavos judíos tendrían que de ahí en adelante recolectar su propia paja, manteniendo la cantidad previa de ladrillos que debían hacer. ¿Por qué el Faraón simplemente no duplicó la cantidad de ladrillos? De esa manera, hubiese forzado a los israelitas a trabajar más duro y se hubiese beneficiado con el doble de producción.

La Torá describe nuestro trabajo en Egipto como Avodat Parej, literalmente trabajo que rompe a la persona. Avodat Parej esta definido como trabajo que no tiene propósito alguno y esta diseñado sólo para mantener al esclavo ocupado (ver Leyes de Sirvientes de Maimónides 11:6). Nos está específicamente prohibido hacer trabajar de esta manera a un sirviente judío (Levítico 25:43).

El Faraón entendió que nada disminuye tanto a una persona como no ver el propósito de su actividad, es decir el trabajar sin ningún resultado del cual estar orgulloso. Por lo tanto puso a los esclavos judíos a construir arei miskenot, que puede ser traducido como ciudades lamentables. Estas ciudades, dice el Midrash, eran construidas sobre cimientos de arena y se derrumbaban inmediatamente después de terminadas, sólo para ser reconstruidas nuevamente. De esta manera, duplicar el trabajo de los israelitas sin doblar la producción encajaba perfectamente con los planes del Faraón.

El trabajo puede ser estimulante, satisfactorio y ennoblecedor, pero solamente cuando es melajá – trabajo con propósito, trabajo con un objetivo. Pero el trabajo sin finalidad (avodá) sólo sirve para quebrar el espíritu de la persona. Un prisionero, en un campo de trabajo soviético, estuvo en cautiverio en su celda por diez años y fue forzado a girar una manija que sobresalía de la pared de su celda. Se le dijo que la manija giraba un molino de harina en el otro lado, pero al ser liberado, descubrió que la manija no estaba conectada con nada. El comprender que había trabajado sin sentido fue más abrumador para él que los diez años de encarcelamiento.

El Talmud (Beitzá 16a) llama a los Babilonios insensatos por comer su pan con pan. Los ba'alei musar (los éticos judíos) explican que ellos estaban atrapados en un círculo vicioso sin otro propósito que su propia perpetuación. Trabajaban solamente para ganar suficiente pan para tener fuerza para trabajar otro día, y ganar más pan para sustentarse por otro día. Trabajar para poder comer, para poder trabajar un poco más, lleva a una vida sin propósito. Cuando la necesidad de ganarse la vida es eliminada de nuestra existencia, esta pierde todo el significado. Es por eso que tantos jubilados se deprimen, e incluso suicidan, cuando dejan de trabajar.

Aquellos con Torá, no deben pasar por esta difícil situación, ya que entienden que todo lo que hacen es para asegurar la vida eterna en el Olam Habá, el mundo venidero. Este reconocimiento da significado y valor a todas las ocupaciones de la vida, mientras más grande es el propósito y objetivo, más significativo es el esfuerzo. "Seis días trabajarás (ta'avod) y harás toda tu melajá, y el séptimo día será Shabat para tu Dios..." (Éxodo 20:9-10). Lo que transforma el trabajo ordinario (avodá) de una persona en trabajo con propósito, en una actividad creativa (melajá), es Shabat, el adelanto en este mundo del Olam Habá.

La palabra parej puede ser calculada con un valor numérico de 39, correspondiente a las 39 melajot de Shabat, las actividades creativas que se hacían para construir y mantener el Mishkán. Por lo tanto el opuesto de avodat parej – trabajo sin objetivo y sin sentido – es meléjet hamishkán, meléjet Shabat – trabajo con propósito que lleva a resultados eternos.

Muchas veces las mujeres sienten que su trabajo es avodat parej, sin resultados duraderos. La ropa limpia es rápidamente ensuciada de nuevo, la casa es estropeada tan pronto como es ordenada. El resultado de horas de trabajo duro en la cocina no es enmarcado y guardado a perpetuidad, sino que rápidamente devorado. La clave para hacer estas tareas ennoblecedoras y estimulantes es constantemente recordar su objetivo final: la creación de una atmósfera que permita a cada miembro de la familia funcionar adecuadamente y desarrollar su máximo potencial.

Moisés fue inicialmente instruido a decir al Faraón que los judíos querían abandonar Egipto por tres días de celebración y sacrificio en el desierto. No se le dijo al Faraón sobre el verdadero propósito de la partida para que él pudiese usar su libre albedrío. Si se le hubiese dicho que los judíos querían irse para siempre, hubiese sido imposible que aceptara la petición. A los israelitas, por otro lado, había que decirles la verdad sobre su partida a pesar de que el plan de tener que conquistar la Tierra pudiese atemorizarlos, ya que el objetivo final de la Tierra de Israel le dio sentido a todo el Éxodo.

Visto así, podemos entender el siguiente Midrash. Moisés proclamó, "Yo pequé con la palabra az, y rectificaré [mi pecado] con la palabra az. Pequé diciendo 'Desde que (me'az) me acerque al Faraón para hablar en Tu nombre, las cosas se han puesto peor para este pueblo' (Éxodo 5:23). Y rectificaré [mi pecado] con la palabra az – 'entonces (az) Moisés cantará la canción en el Mar Rojo' (Éxodo 15:1)."

Moisés pecó al aislar temporalmente un hecho – el decreto del Faraón de trabajo adicional – sin ponerlo en la perspectiva de la meta final. Si Moisés hubiese visto el decreto como una etapa más hacia la eventual redención, lo hubiese visto diferente. Moisés rectifico su error cuando cantó en la división del mar no sólo por el momento de presente salvación, sino que por todas las futuras redenciones hasta la resurrección de los muertos. Por lo tanto cantó en tiempo futuro.

La Mishná en Avot (1:3) dice que uno no debe servir a Dios con el propósito de recibir una recompensa. Maimónides (Leyes de Teshuva 10:1) explica que la recompensa de la cual se habla incluye a recompensa del Olam Habá por cumplir las mitzvot. Más bien, uno debería servir a Dios por amor puro y devoción, sin segundas intenciones en absoluto. Sin embargo la Torá está llena de versículos que nos recomiendan enfáticamente cumplir sus preceptos "para que vivas" o "para que tus días sean multiplicados," (ver por ejemplo, Éxodo 20:12, Deuteronomio 4:1, 4:40, etc.) – que son entendidos como refiriéndose a la vida eterna.

La resolución de esta contradicción aparente es, que el conocimiento de que las mitzvot llevan a la vida eterna da una dimensión e importancia agregadas a la realización de la mitzvá misma – además de cualquier asunto con la recompensa del Olam Habá – y por lo tanto engendra un amor más profundo por los preceptos. En este contexto, no esta dicho "para que," refiriéndose a una consecuencia del cumplimiento de las mitzvot, sino que "porque" en el sentido de revelar la verdadera importancia de las mitzvot. El reconocer esa importancia aumenta el amor del Creador, Quien otorgó a su creación significado eterno.

Para apreciar realmente el significado de nuestras ocupaciones terrenales y las mitzvot que constituyen el servicio de Dios, debemos estar constantemente conscientes de que nuestro objetivo final es perfeccionar el mundo cumpliendo la voluntad de Dios.

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