Todo está bien, mientras termine bien

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Nitzavim-Vaiélej (Deuteronomio 29:9-31:30 )

La vida siempre está cambiando. Cada persona que conocemos, cada lugar al que vamos y cada cosa que hacemos, es una oportunidad para experimentar, aprender y simplemente disfrutar.

Pero la mayoría de las situaciones no duran para siempre. Es posible que experimentemos algunas transiciones en la vida. Algunos cambios serán más fáciles, y algunos pueden ser más difíciles.

El Pueblo Judío tuvo que hacer frente a un gran cambio cuando Moisés, su gran maestro y líder, se reunió con ellos para decirles que dejaría este mundo muy pronto. Él quería compartir su sabiduría con ellos una última vez. A pesar de que el pueblo estaba triste y ansioso por su partida, Moisés trató de animarlos y de ayudarles a darse cuenta de que su tiempo juntos había sido valioso y que lo que habían ganado con esta oportunidad permanecería para siempre con ellos.

Podemos aprender de aquí a lidiar positivamente con las transiciones de la vida y saber que a pesar de que algo bueno llegue a su fin, lo bueno que descubrimos mientras duró, permanecerá con nosotros para siempre.

En nuestra historia dos amigos aprenden a aceptar una transición en sus vidas.

"Todo está bien, mientras termine bien"

Cualquier persona que hubiera visto a Ricardo y a Dan habría asumido que eran hermanos. Ellos prácticamente se vestían de la misma manera, les gustaba jugar a los mismos juegos, y estaban casi siempre juntos. ¿Quién se habría imaginado que hace apenas tres semanas ni siquiera se conocían el uno al otro?

Sus dos familias se habían conocido durante las vacaciones de verano en un complejo de vacaciones. Y si bien las familias habían construido una linda relación, ni siquiera se comparaba a la maravillosa amistad que se había desarrollado entre los dos chicos.

Las semanas pasaron y pronto el verano llegaba a su fin. Las familias de los muchachos, junto con el resto de los veraneantes, embalaban apresuradamente sus pertenencias para el viaje de vuelta a casa.

"¡Ricardo!", llamó su papá desde el parque trasero, "¿puedes ayudarme por favor a desarmar la parrilla?".

Pero no hubo respuesta. Pronto la familia se dio cuenta de que Ricardo no estaba en ninguna parte. Ellos salieron a buscarlo y se sorprendieron al ver que la familia de Dan también buscaba a su hijo. Después de una tensa hora de búsqueda y de casi llamar a la policía, descubrieron que ambos niños se habían escondidos junto a la barraca en donde se guardaban los equipos de la piscina.

Sus padres se sintieron aliviados al encontrar a los chicos, pero también sintieron lástima cuando se dieron cuenta de porqué los chicos se habían escondido.

"¡No queremos volver a casa!", dijo Ricardo.

"Por favor, no nos hagan volver", alegó Dan.

Sus padres comprendieron que los nuevos mejores amigos no querían separarse. Pero con paciencia les explicaron que no había otra opción.

Tristemente Ricardo y Dan salieron de su escondite y caminaron juntos, detrás de sus familias, de vuelta hacia el sector de las cabañas. Mientras caminaban por la tranquila senda de árboles que llevaba a las cabañas, Ricardo, con sus ojos llorosos le murmuró a Dan, "¡desearía nunca haber venido aquí!".

Su amigo lo miró de vuelta con una mirada simpática.

Ricardo continuó, "¿por qué nos molestamos en hacer amigos aquí para después tener que volver a casa?".

Dan asintió y dijo, "tú sabes, ha sido un gran verano y es realmente duro ver que llega a su fin. Pero de todos modos yo estoy feliz de haber venido".

Ricardo, que jugaba con una ramita que había encontrado, levantó la vista. "¿Por qué?", preguntó.

"A pesar de que sólo llegamos a ser amigos durante un corto período de tiempo, si no hubiera venido, entonces no habríamos llegado a ser amigos nunca", dijo Dan. "No me habrías enseñado a lanzar una bola curva, y nunca habría sabido que había alguien más en el mundo al que le gustaba la pizza con mantequilla de maní".

Los chicos se rieron. A medida que caminaban recordaban todos los grandes momentos que habían vivido juntos. Planearon escribirse mutuamente y les pidieron a sus familias volver a este mismo lugar de vacaciones el próximo verano, a pesar de que sabían que quizás sería imposible.

"Supongo que también me alegro de haber venido", admitió Ricardo, a medida que los muchachos se acercaban al final del recorrido. "Un amigo como tú vale la pena durante cualquier cantidad de tiempo, por muy pequeña que sea".

De 3 a 5 años

P. ¿Cómo se sintió Ricardo cuando descubrió que tenían que volver a casa?
R. Él estaba triste ya que debía alejarse de su amigo, y deseaba nunca haberlo conocido.

P. ¿Cómo se sintió después de que habló con Dan?
R. Los muchachos se dieron cuenta de que habían aprendido mucho durante el verano y, a pesar de que estaban tristes por regresar, había sido una buena experiencia.

De 6 a 9 años

P. ¿Valió la pena para los muchachos haberse hecho amigos por un período tan corto de tiempo?
R. Si bien era difícil partir, y los muchachos habrían deseado permanecer juntos durante más tiempo, aún así valió la pena. La vida es algo que cambia constantemente, y a menudo está fuera de nuestro control. Pero esto no es una razón para evitar experimentar lo que la vida nos ofrece. El tiempo que compartieron Ricardo y Dan fue una experiencia positiva para ellos, aunque no haya durado tanto tiempo.

P. ¿Está bien sentir tristeza cuando las cosas buenas llegan a su fin?
R. Es muy normal. Nosotros queremos que las cosas buenas duren para siempre. Pero también es importante recordar que los recuerdos y las experiencias de aquellos tiempos permanecerán para siempre con nosotros, y que Dios pone a cada persona que conocemos y cada experiencia nueva en nuestra vida por una cantidad exacta de tiempo, sólo para nuestro bien.

P. ¿Qué cambios se han producido en tu vida y cómo te sientes acerca de ellos?

10 años y más

P. ¿Qué es lo difícil acerca de enfrentar cambios y qué podemos hacer para hacer más fácil la transición?
R. Nos gusta sentirnos seguros, sentir que las cosas son igual que siempre. Enfrentar cambios, incluso si los cambios en sí no son desagradables, nos sacude fuera de nuestra rutina y puede causar que nos sintamos menos seguros. Una forma de lidiar con estos sentimientos es desarrollar y hacer hincapié en las partes de nosotros mismos que siempre estarán presentes, como nuestros valores, nuestro lado espiritual, y nuestra cercanía a Dios, que nunca cambia. Cuando hacemos esto, tenemos una base constante e inmutable para nuestras vidas que nos da el poder de enfrentar con seguridad cualquier cambio que se produzca en nuestra vida.

P. ¿Crees tú que las personas poseen la capacidad de manejar cualquier tipo de cambio que la vida puede traer? ¿Por qué sí o por qué no?
R. De los muchos cambios y transiciones que una persona se encontrará en la vida, muchas serán agradables y otras no tanto. Lo único que estas transiciones tienen en común, es que todas ellas fueron específicamente enviadas a nosotros por Dios, como oportunidades para aprender y para crecer espiritualmente. Nuestros sabios nos enseñan que Dios nunca nos envía una situación que no podamos manejar. Esto tiene sentido cuando nos damos cuenta, de que todos los desafíos en nuestra vida fueron enviados a nosotros particularmente con un propósito específico. Definitivamente contamos con las herramientas dentro de nosotros para manejar cualquier situación que se cruce en nuestro camino. Sólo depende de nosotros hacer uso de estas herramientas.

P. ¿Qué cambios se han producido en tu vida y cómo te sientes acerca de ellos?

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