Ver el bien en todo

4 min de lectura

Jaiei Sara (Génesis 23:1-25:18 )

Ideas de la parashá inspiradas en las enseñanzas de Rav Yaakov Weinberg zt''l.

El potencial de Ishmael

Algo que siempre debemos recordar al estudiar Torá, es que el Jumash, los Cinco Libros de Moshé, no consiste meramente en un conjunto de leyes, historias e ideas. Es la manera en que el pueblo judío se conecta con Dios. El Rambán, Najmánides, escribe místicamente en su introducción al Jumash que cada palabra y cada letra del texto del Jumash es “un nombre de Dios”. Cuando estudiamos o recitamos versículos de la Torá, nos ponemos en contacto con los nombres de Dios.

¿Qué es un nombre? ¿Y qué es un nombre de Dios?

Un nombre es la forma en que nos relacionamos con otro ser. Cuando llamamos a nuestro amigo por su nombre, iniciamos una relación con esa persona durante el tiempo que dura la comunicación.

Cuando estudiamos Torá y recitamos los nombres de Dios, nos comunicamos continuamente con Él. Evocamos a Dios a través de Sus nombres y nos conectamos con Él al intentar entender Su Torá, Sus mensajes para nosotros. A cambio, Él nos guía en nuestro estudio. Esa es la razón por la que el Shulján Aruj, el Código de ley judía, sugiere que recitemos una breve plegaria antes de estudiar Torá, pidiéndole a Dios que nos dirija hacia un entendimiento correcto y verdadero. Como alguien dijo: “Cuando rezamos, le hablamos a Dios; cuando estudiamos, Dios nos habla a nosotros”.

Por lo tanto, en la Torá no hay palabras ni oraciones de más. Dios no recibe pago por palabra. Sin embargo, a menudo nos encontramos con pasajes de la Torá que parecen ofrecer poca claridad al lector común. La porción de Torá de esta semana tiene uno de esos pasajes.

Estos son los descendientes de Ishmael, hijo de Abraham, a quien Hagar, la egipcia, sirviente de Sara, dio a luz para Abraham. Estos son los nombres de los hijos de Ishmael, por sus nombres en orden de nacimiento. El primogénito de Ishmael fue Nebaiot, y Kedar, y Adbel, y Mibsam. Y Mishmá, Dumá y Masá. Jadad, Temá, Yetur, Nafish y Kedmá (Génesis 25:12-15).

¿Qué es lo que Dios quiere que aprendamos de estos versículos? ¿Qué nos está diciendo Dios al escribir “sus nombres” en el listado de los hijos de Ishmael? ¿Por qué tenemos que conocer y recordar durante toda la historia los nombres de los hijos de Ishmael? ¿Cuál es el mensaje para nosotros?

Encontrar el bien dentro del mal

La única solución posible es que, para relacionarnos con Dios apropiadamente, debemos saber quién es Ishmael y conocer su esencia. Dios valora a Ishmael como nación y quiere que veamos la profundidad de la personalidad de Ishmael/árabe. Dado que Ishmael fue hijo de Abraham, debe poseer un profundo potencial espiritual. Incluso mientras luchamos una guerra necesaria en contra de tremendas fuerzas del mal, en algún rincón de nuestra mente debemos comprender que hay en Ishmael un potencial espiritual bueno al que es posible acceder.

¿Dónde podemos encontrar ese bien?

Quizás es la disposición de Ishmael a hacer sacrificios por el servicio a Dios.

El Midrash nos dice (Sanhedrín 89b): “Ishmael le dijo a Itzjak: ‘Yo soy más grandioso que tú, porque tú sólo tenías 8 dias de edad cuando fuiste circuncidado (y apenas sentiste el dolor). ¡Yo tenía 13 años!”

Ishmael sirve a Dios con mucha fe, plegaria y sacrificio. De hecho, su nombre mismo significa que Dios escuchará sus plegarias como resultado de su sufrimiento y sacrificio (Génesis 16:11).

Este sacrificio personal por lo que Ishmael entiende que es el servicio a Dios existe en la actualidad:

Todos odian la muerte, le temen a la muerte, pero sólo los creyentes saben sobre la vida después de la muerte y la recompensa después de la muerte. Recuérdate que enfrentarás muchos desafíos. Pero debes enfrentarlos y entenderlos 100 por ciento… Obedece a Dios, y no luches contigo mismo donde te debilitas, y mantente firme; Dios permanecerá con quienes se mantienen firmes. Debes rezar, debes ayunar. Debes pedirle a Dios que te guíe, debes pedirle a Dios ayuda… Purifica tu corazón y límpialo de todo asunto material. El tiempo la diversión y el derroche ha pasado. El tiempo del juicio ha llegado. Entonces, debemos utilizar estas pocas horas para pedirle a Dios perdón…

Rézale a Dios para que perdone todos tus pecados, para que me permita glorificarte en toda forma posible. Dios, abre todas las puertas para mí. Dios, Quien responde plegarias y responde a quienes Te piden, te estoy implorando por tu ayuda. Te pido perdón. Te pido que alivies mi camino. Te pido que eleves la carga que siento. Dios, Tú, Quien abres todas las puertas, por favor abre todas las puertas para mí, abre todos los senderos para mí, abre todos los caminos para mí.

Estas palabras podrían ser el sermón de un sagrado rabino en Iom Kipur. En cambio, son las palabras del malvado Mahoma Ata, tomadas de En los bolsos del secuestrador, un llamado a la planificación, la plegaria y la muerte, por Bob Woodward, Washington Post, viernes 28 de septiembre de 2001, pág. A01.

Semejante dedicación, en la lucha contra un mal inimaginable. Debemos preguntarnos a nosotros mismos: ¿qué sacrificamos por Dios en nuestra vida diaria, luchando por el lado del bien?

Esta idea de reconocer el valor y un bien potencial incluso en nuestros enemigos puede aprenderse del orden de los sacrificios ofrecidos en la festividad de Sucot. Durante toda la festividad se ofrecen 70 sacrificios que corresponden a las 70 naciones del mundo (la Torá considera a las naciones del mundo como 70 raíces de las cuales se desprenden muchas otras naciones que son sus ramificaciones). Esto se debe a que consideramos que todas las naciones del mundo son importantes. Cada una tiene que cumplir un rol específico en el mundo de Dios y rezamos para que Él, mediante estas ofrendas, las inspire para que se aboquen al verdadero servicio Divino.

Y esto tiene lugar precisamente en Sucot, porque en nuestras plegarias esta festividad es llamada “la época de nuestro regocijo”. Cuando estamos felices con nosotros mismos, vemos al mundo bajo una óptica positiva y podemos ver el bien en los demás, incluso en las otras naciones, también en nuestros enemigos.

De acuerdo con nuestros Sabios, Ishmael se arrepintió al final de su vida (Rashi 25:9). Tenemos la esperanza y rezamos para ver al Ishmael de nuestro tiempo, a las naciones árabes, unirse a nosotros en el adecuado servicio a Dios.

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