El duelo según el judaísmo: cuerpo y alma

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Ree (Deuteronomio 11:26-16:17 )

Perspectivas de la Torá prácticas para la vida.

La parashá de esta semana describe ciertos aspectos del duelo que eran practicados por diferentes naciones en esos tiempos. Algunos hacían cortes en sus cuerpos, mientras que otros se arrancaban pelo entre sus ojos. La Torá prohíbe esas acciones, diciendo: “Ustedes son los hijos de Dios, no se harán cortes y no pondrán navaja entre sus ojos por los muertos” (1).

De la misma manera, en Kedoshim, la Torá nos dice: “No harán ningún corte en su carne por los muertos y no se harán ninguna marca en ustedes, Yo soy Hashem” (2).

Estas mitzvot nos enseñan que está mal hacerse un corte en el cuerpo en señal de duelo. En contraste, hay un mandamiento positivo de desgarrar la ropa cuando muere de un pariente cercano (acción conocida como kriá). El Shulján Aruj (3) declara: “Alguien cuyo pariente ha muerto (si es un pariente por el que tiene requerido hacer duelo), debe rasgar [su prenda] por él” (4). Es sorprendente cómo acciones tan similares de desgarrar son tan diferentes para la ley judía, al punto que cortarse la piel está prohibido, y rasgar la ropa es una obligación (5).

Para entender la diferencia entre cortarse el cuerpo y rasgar la ropa, es necesario analizar el primer evento en la Torá donde la ropa tiene una función: el pecado de Adam. La Torá nos dice que, antes del pecado, Adam y Eva no usaban ropas, y no se avergonzaban (6). Sin embargo, después de comer del árbol, advirtieron que estaban desnudos y vistieron ropas para cubrir su vergüenza (7).

¿Qué cambió como resultado del pecado? Sabemos que el hombre está compuesto por dos partes opuestas: cuerpo y alma. Pareciera que siempre se entendió que es inapropiado que la esencia del hombre esté expuesta y, por lo tanto, se necesitaba una cobertura, o ropa. Antes del pecado, Adam se identificaba principalmente con su alma, mientras que su cuerpo tenía la función de ser su “ropa”. En consecuencia, no era necesario una prenda para cubrirse, porque el cuerpo lo hacía. Sin embargo, después del pecado, el hombre comenzó a identificarse principalmente con su cuerpo (8). Una vez que consideró a su cuerpo como el aspecto principal de su ser, sintió vergüenza de tenerlo descubierto y necesitó cubrirse.

Con este entendimiento de la relación entre cuerpo y alma, podemos ahora entender mejor el significado de rasgar la ropa o cortarse el cuerpo. Desde el pecado de Adam, el hombre se identifica principalmente con el cuerpo (9). Entonces, cuando una persona muere, podría creerse equivocadamente que todo su ser se ha perdido para siempre. Sin embargo, esto es un serio error; sólo perdió su cuerpo, pero su alma continúa existiendo. Es por eso que, en el momento de pena, a la persona se le exige desgarrar su prenda, para recordarle que la esencia de su ser querido no ha desaparecido (10). Sólo se perdió su cuerpo, la “ropa” de su alma, pero el alma sigue intacta. Esto explica por qué está prohibido cortarse la carne, ya que hacerlo indica la creencia de que esta persona dejó de existir por completo (11).

Las directivas de la Torá respecto al duelo no sólo nos enseñan la actitud apropiada hacia la muerte, sino también la manera en que debe entenderse la vida. Respecto a la muerte, aprendemos que no es el final de la existencia de la persona. Reconocemos que el ser querido ha pasado a un plano más elevado de existencia. Hacer cortes en el cuerpo simboliza la creencia de que el muerto dejó de existir por completo, por lo que es una acción absolutamente inapropiada.

Respecto a la vida, estas enseñanzas le recuerdan a la persona que no debería perder de vista que su alma es la fuente principal de su esencia, y que su cuerpo es un utensilio temporario cuya función es facilitar el bienestar del alma. En consecuencia, si bien uno debe satisfacer sus necesidades físicas básicas, no debería verlo como un fin en sí mismo, sino como un medio para fortalecerse y tener salud para embarcarse en su misión espiritual. Hacerlo es muy difícil, dado el estado del hombre después del pecado de Adam. Sin embargo, cuanto más uno fortalezca su reconocimiento de la primacía del alma, más podrá poner en práctica esta enseñanza.


Notas:

(1) Reé, 14:1.

(2) Vaikrá, 19:28.

(3) El Shulján Aruj es una de las obras más importantes de ley judía. Fue escrito por Rav Iosef Caro en el siglo XV.

(4) Yoré Deá, 340:1.

(5) Para profundizar en estas diferentes mitzvot y lo relacionado al tema, ver Torá Temimá, Vaikrá 10:6. Ver también Rav Samson Rafael Hirsch al HaTorá, Vaikrá 19:28. En este artículo, se adoptará un enfoque diferente (aunque no contradictorio).

(6) Bereshit, 2:25.

(7) Bereshit, 3:7.

(8) Así es como nos identificamos hasta la actualidad. Rav Moty Berger señala que una persona no dice “mi cuerpo no se siente bien”, sino “yo no me siento bien”, implicando que se identifica con el cuerpo y demostrando que, naturalmente, consideramos que nuestro cuerpo es nuestra esencia.

(9) De más está decir que su avodá en la vida es identificarse con su alma lo más posible. Sin embargo, es imposible negar la primacía de su cuerpo en este mundo.

(10) Debería notarse que existen otras ocasiones donde hay una obligación de kriá, como cuando uno ve el área del Jurbán Beit HaMikdash. La explicación para kriá brindada en este artículo no aplica a esa instancia.

 

(11) Ver Rabeinu Bejaye, Devarim 14:11.

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