Las dos etapas del servicio divino

4 min de lectura

Bamidbar (Números 1:1-4:20 )

Perspectivas de la Torá prácticas para la vida.

En el relato de la Torá sobre la tribu de Leví, repasa la trágica muerte de los rectos hijos de Aharón: Nadav y Avihú. En esta ocasión, la Torá agrega un detalle que no había dicho antes: murieron sin tener hijos (1). La Guemará extrapola de eso que, si hubieran tenido hijos, no hubieran muerto (2). El Jatam Sofer explica que Nadav y Avihú habían alcanzado un nivel tan alto de cercanía a Dios, que habían materializado su potencial y que ya no tenían necesidad de vivir en este mundo. Sin embargo, si hubieran tenido hijos, hubieran necesitado seguir con vida para criarlos y proveerlos.

Aprendemos de aquí que incluso si una persona alcanza la perfección total en su servicio Divino, es mantenida con vida para que beneficie a sus hijos. Más aún, del comentario del Jatam Sofer se aprende que el servicio Divino tiene dos niveles: el desarrollo de la persona en Torá, personalidad y relación con Dios, y el segundo es su responsabilidad hacia sus hijos. El Jatam Sofer (3) agrega que un gran tzadik (persona recta) puede ser mantenido con vida para guiar a sus estudiantes y a sus hijos, implicando que la segunda etapa del servicio Divino de la persona no se limita a ayudar a sus hijos, sino también a sus estudiantes (4).

 

Encontramos un ejemplo de la naturaleza dual de servicio Divino en Parashat Vaishlaj. Después de emerger de los tremendos desafíos de vivir con Laván y enfrentar a su hostil hermano Esav, Yaakov es descrito por la Torá como shalem, completo. Las fuentes rabínicas interpretan que eso significa que estaba completo espiritualmente, que había superado las amenazas espirituales de Laván y Esav emergiendo completamente puro, sin carecer nada. Sin embargo, el resto de su vida estuvo plagado por las dificultades que atravesó como resultado de errores y falencias de personas cercanas a él: la falta de modestia de su hija al salir (5) desembocó en su secuestro por Shejem y la eventual destrucción causada por Shimón y Leví. Esto fue seguido por el incidente de Rubén mudando la cama de Bilá (6) y la venta de Iosef.

Es sorprendente que después de enfatizar la grandeza individual de Yaakov, la Torá pase a describir las imperfecciones del mundo que lo rodeaba. Esto nos muestra que, mientras que había completado su misión personal, permaneció en el mundo para ayudar a quienes lo rodeaban a rectificar sus falencias (7).

Muchos de los grandes líderes pasan gran parte de sus vidas enfocados principalmente en su misión personal, pero cuando llega el tiempo indicado, dedican gran parte de su energía para servirle al pueblo judío. Rav Shaj es un ejemplo perfecto de esto: estudió continuamente durante muchos años, pero cuando emergió como Gadol (gran líder de Torá), se dedicó por completo al pueblo judío, nunca dándole la espalda a personas que necesitaban su ayuda.

Las dos formas de servicio Divino requieren también dos actitudes y enfoques diferentes; esto se ve en la creación misma de la humanidad. Mientras que todos los animales fueron creados con una sola declaración Divina, el hombre y la mujer fueron creados con dos declaraciones diferentes. Rav Itzjak Bérkovits explica que cada declaración representó una nueva etapa en la creación. La declaración de la creación del hombre representó el aspecto de la avodá como un individuo y su relación consigo mismo, mientras que la declaración de la creación de la mujer llevó a una nueva etapa de la creación, conocida como sociedad, en donde el hombre debe interactuar con quienes lo rodean.

Estas dos etapas requieren mentalidades muy diferentes. Respecto a la actitud hacia uno mismo, el hombre debe aplicar un cierto grado de rigor sobre sí, incluyendo el autoanálisis y el esfuerzo para mejorarse. Cuando atraviesa sufrimiento debería acentuar la necesidad de confiar en Dios y esforzarse en mejorar. En cambio, en su relación con los demás, el hombre debe tener un enfoque muy diferente. Cuando alguien sufre, no debe decirle que todo viene de Hashem y que debe esforzarse para crecer, sino que debe enfocarse en preocuparse por la otra persona y actuar como si nadie los estuviera cuidando, ni siquiera Dios.

Los grandes líderes de Torá demostraron también una actitud dual en sus vidas: con ellos mismos eran exigentes y críticos, huían del honor y se negaban a recibir ayuda de otras personas. Sin embargo, con los demás, eran amables, tolerantes, se preocupaban por ellos y los alababan mucho. Nadav y Avihú jamás tuvieron la responsabilidad de guiar a otros, por lo que su avodá se limitó a la auto perfección.

Que todos ameritemos perfeccionarnos en ambos niveles de servicio Divino, perfeccionándolos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea. 


Notas:

(1) Bamidbar, 3:4.

(2) Yevamot, 64a.

(3) El Pitujei Jotam fue escrito por el nieto del Jatam Sofer, pero está basado en las enseñanzas que aprendió de su abuelo.

(4) Esta idea está apoyada por dos versículos anteriores, en los que la Torá describe a los estudiantes de Moshé como hijos de él. Rashi explica que dado que les enseñó, es como si les hubiera dado vida. Entonces, así como una persona tiene la responsabilidad de guiar a sus hijos físicos, debe hacer lo mismo por sus hijos espirituales. Parece claro que Nadav y Avihú no tuvieron ningún estudiante que hubiera podido causar que sus vidas fueran prolongadas.

(5) Como siempre, debemos entender que la Torá nos habla en un nivel que podemos entender. Se enfoca en la falta de modestia de Dina para brindarnos una enseñanza, pero, en realidad, su falencia en esa área hubiera sido inadvertible para nosotros.

(6) Ver Parashat Vaishlaj para el relato de la Torá sobre ese incidente.

(7) Oído de Rav Efraím Kramer.

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