Esforzándose en Torá

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Bejukotai (Levítico 26:3-27:34 )

Enseñanzas profundas de la parashá semanal del líder espiritual de Moshav Matitiyahu en Israel.

“Si anduvieres según Mis leyes…” (Levítico 26:3)

Andar en las leyes de Dios, dicen los Sabios, se refiere a esforzarse en el estudio de Torá. Sobre ese esfuerzo, es contingente la bendición de Dios. Y así también, las maldiciones vienen por la falta de empeño en el estudio de la Torá.

Los Sabios (Talmud – Nedarim 81a) nos dicen que la tierra de Israel se perdió y que el pueblo judío fue exiliado porque fallaron en decir la bendición apropiada antes del estudio. El Ran, citando a Rabeinu Yona, explica que la bendición es sobre el empeño y el esfuerzo que uno debe poner en la Torá y que cuando eso falta, resulta el jurbán (destrucción).

La primera pregunta que surge es: ¿Cómo se alude al esfuerzo en Torá en “andar según Mis leyes”? ¿Desde cuándo “andar” implica empeño y esfuerzo?

Los Sabios nos dicen que la Torá es un elixir de vida para aquellos que se apegan a ella como “derechistas” y un veneno para aquellos que se acercan a ella como “izquierdistas”. Rashi define como “derechistas” a aquellos que utilizan su brazo derecho fuerte para hurgar en la Torá y descubrir sus secretos (Talmud – Shabat 88b). Uno debe hurgar profundamente en la Torá para descubrir su verdadero significado, para encontrar a Dios, que es el alma de la Torá. Sin esfuerzo y empeño, uno logra como mucho un entendimiento superficial de la Torá, que a su vez, lleva a una observancia superficial y trivial de sus mitzvot. Por otra parte, alguien que hace todos sus esfuerzos gana “temor al Cielo” que es la verdadera esencia de la Torá.

Se nos exhorta literalmente a caminar detrás de Dios, caminar sobre Sus huellas. Esforzarse en Torá es descubrir las huellas de Dios, las leyes inmutables de la naturaleza espiritual que contienen la esencia de los atributos Divinos. Al subyugar su mente a las demandas de la Torá y rechazar todo lo superficial y simplista, el estudioso de la Torá encuentra a Dios en la Torá y es capaz de emularlo.

La antítesis de esforzarse en Torá es “si no Me escuchas” – si fallas en escuchar a Dios en la Torá. Piensas que posees Torá, pero es una Torá que está vacía de Dios. Este tipo de Torá puede distorsionarse fácilmente y llevar incluso a la idolatría, la inmoralidad y el asesinato.

Secuencia Problemática

La advertencia profética en relación a nuestros futuros errores contiene la siguiente secuencia de eventos: Dios va a mandar a un enemigo a invadir la Tierra de Israel y los judíos se van a reunir dentro de las murallas protectoras de Jerusalem. Los judíos rodeados van a ser presa de una plaga que matará a muchos. Dado que está prohibido dejar un cadáver en Jerusalem, los cuerpos deberán ser llevados afuera de la ciudad y de esta manera la gente será entregada en manos del enemigo (ver Rashi a Levítico 26:25).

La secuencia es a primera vista asombrosa. La prohibición de dejar un cadáver en Jerusalem es rabínica. E incluso que hubiera sido una ley de la Torá, el peligro de vida involucrado en enterrar fuera de las paredes, habría tenido precedencia sobre la ley que prohíbe enterrar en Jerusalem. Otro problema: la generación que la Torá está describiendo es una generación en la cual el asesinato, la idolatría y la inmoralidad eran excesivos. ¿Acaso personas envueltas en esos crímenes arriesgarían su vida para cumplir una ley rabínica?

Pero ese es justo el punto de reprimenda. Cuando uno estudia Torá superficialmente, la perspectiva de uno está necesariamente fragmentada y distorsionada, y su énfasis también. Lo que le faltará es la visión de las mitzvot como parte de una totalidad y a la luz de esa totalidad.

Una visión superficial de la Torá puede llevar a la persona poner un énfasis desproporcionado incluso en aquellas cosas que son de gran importancia desde el punto de vista de la Torá, tales como la santidad de Jerusalem. Esa santidad, sin embargo, no sólo no obliga a que uno entregue su vida para evitar que queden cadáveres en Jerusalem; sino que expresamente lo prohíbe, porque el valor de la vida tiene precedencia. Esas distorsiones son inevitables sin una visión general de la unidad de la Torá.

La recompensa por esforzarse en Torá es armonía en el mundo natural que culmina con la bendición de Shalom, paz. Los estudiosos de la Torá, dicen los Sabios, aumentan la paz en el mundo al armonizar los mundos físicos y espirituales a través de su entendimiento de los fundamentos secretos de la Torá.

Por el contrario, el castigo por no esforzarse en Torá es un mundo natural que se vuelve loco, donde nada sale bien. Ese es el resultado espiritual de fallar en descubrir las huellas de Dios en la Torá y de andar por Sus caminos – la consecuencia de ver la Torá como una serie inconexa de “cosas que se deben hacer” y de “cosas que no se deben hacer”.

Sin empeño, la Torá es vista no como una “forma de vida” sino como una “intrusión en la vida”. Y el castigo es que la propia vida se ve invadida con una multitud de maldiciones.

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