Las Leyes de Jueces, Testigos, Oficiales y Reyes

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Shoftim (Deuteronomio 16:18-21:9 )

"Por favor compra una lata de tabaco", pidió el Rav Weiss a su encargado. Mientras tanto, Ralf y Jack eran dos litigantes esperando en la oficina del rabino para que él juzgara su caso que involucraba una gran suma de dinero.

Ralf escuchó la petición del rabino y le susurró al encargado, “Conozco un lugar donde puedes comprar tabaco aromático muy barato, por favor permíteme ir a comprar el tabaco del rabino”.

Cuando Ralf compró el tabaco, metió una pequeña moneda de oro dentro del tabaco. Dado que esto se consideraba soborno y “el soborno ciega los ojos del sabio” (Deuteronomio 16:19), el rabino decidió a favor de Ralf – incluso aunque él no sabía del soborno.

Cuando Jack, su oponente, apeló el fallo a los otros instruidos jueces, todos ellos estuvieron de acuerdo en que Jack estaba obviamente en lo cierto y no dudaron en informarle al Rav Weiss de sus instruidas opiniones.

Esa noche, el rabino no podía dormir. “¿Cómo puede ser que todos mis colegas están en desacuerdo con mi decisión legal cuando para mi es tan claro?”. Él decidió volver a revisar las fuentes, y abrió sus enormes volúmenes del Talmud y el Código de Ley Judía. Revisó nuevamente el caso, y cada vez llegó a la misma conclusión. “Los otros deben estar equivocados. Ralf es el ganador”, se dijo a sí mismo.

Mientras se concentraba en sus estudios, le prestaba muy poca atención a la lata de tabaco de la cual estaba inhalando. Él finalmente terminó la lata y le dio un pequeño golpecito para sacar las últimas gotas, y en ese momento salió volando la moneda de oro. “¡Ajá!” dijo el rabino, quien entonces se dio cuenta de lo que había ocurrido y que Jack estaba en lo correcto. ¡Él había sido cegado sin siquiera saber del soborno!

La parashá Shoftim continúa con el proceso de entrega de leyes de Moisés, el cual se enfoca ahora en las leyes de los jueces, testigos, oficiales y reyes.

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El sistema judicial

Cada comunidad judía debe tener un juez, y oficiales para hacer cumplir el veredicto. El juez debe fallar de forma justa y no debe aceptar sobornos. Los rabinos del Talmud fueron muy sensibles con respecto a este asunto y a menudo se descalificaron a sí mismos por lo que ellos percibían como parcialidad. Un hombre que ayudó a un rabino a cruzar el puente, una mujer cuyas lágrimas causaban parcialidad emocional, e incluso el aparcero si es que entregaba la porción diaria del rabino un día antes, todos resultaban en que el rabino se descalificaba a sí mismo del caso. (Comparen esto a muchos políticos y jueces hoy en día quienes alegan estar libres de parcialidad – ¡a pesar de recibir regalos de todos los lados!).

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Disonancia cognitiva

Si alguien tiene una parcialidad particular, incluso inconscientemente, que lo hace dudar de ciertos hechos, es muy difícil convencerlo de lo contrario. La mayoría de las personas no están conscientes de esto, ya que puede ser muy sutil. Un profesor universitario le dijo a un rabino que estaba dando una charla: “Quiero que usted pare de hablar en este mismo instante. Si usted continúa puede ser que yo cambie mi estilo de vida - ¡y me gusta mi estilo de vida! (Escuchado del Rav Yaakov Weinberg).

Aristóteles era brillante, sin embargo el negó el monoteísmo y el acto de la creación.

Pregunta: ¿Cómo podemos esperar que un joven niño judío sea más grandioso que Aristóteles?

Respuesta: Uno no necesita ser Aristóteles para percibir el diseño del universo. Cada ser humano que decide utilizar su inteligencia ¡puede reconocer fácilmente al Creador!

Pregunta: ¿Entonces por qué Aristóteles no percibió esto?

Respuesta: ¡Disonancia cognitiva! “El soborno ciega los ojos del sabio”. Ya que creer en un Creador obliga a uno a vivir un estilo de vida moral, muchos deciden creer lo contrario. Incluso un hombre tan grandioso como Aristóteles no fue la excepción y su parcialidad lo cegó. (Rav Eljanan Wasserman).

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Justicia justicia perseguirás

La repetición de la Torá de la palabra “justicia” es para recalcarnos que incluso los medios para alcanzar la justicia deben ser decentes. En la Torá, los fines no justifican los medios.

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Testigos

En los tiempos de la Biblia, no había “coches patrulla” buscando a los malhechores para llevarlos a la justicia. Los oficiales solamente llevaban a cabo el veredicto de la magistratura. ¿De quién era el trabajo de asegurarse que las masas cumplieran la Torá? Cuando dos hombres judíos veían a otro judío que estaba a punto de transgredir la Torá, tenían el deber de advertirle sobre las consecuencias de su acto imprudente. Si él proclamaba su intención de llevarlo a cabo de todas formas y se apresuraba en hacerlo, ellos debían llevarlo a la corte judía y exigir un castigo.

Si nadie del pueblo actuaba como testigo, Dios culpaba a toda la nación por su pasividad (ver parashá Pinjas).

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Jueces

La Torá nos ordena seguir la opinión de nuestros jueces, “ya sea que nos digan derecha o izquierda”.

En los tiempos del templo, el gran Sanedrín (corte suprema) tenía jurisdicción completa en todos los asuntos. Cuando surgía una pregunta, ellos deliberaban, y solamente cuando los asuntos en cuestión eran “claros como el cristal” ellos llegaban a un voto, el cual debía ser cumplido por toda la nación. Hoy, cada grupo judío sigue a su rabino elegido, lo cual desafortunadamente lleva a menudo a desacuerdos entre judíos.

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"Opinion de Torá"

Hay un concepto que un gran sabio de Torá, que ha dedicado su vida al estudio y a la diseminación de la Torá, eventualmente empieza a pensar en base a los “patrones de pensamiento” de la Torá. Por lo tanto, su opinión en temas mundanos como negocios, medicina e incluso política, es altamente solicitada y valorada. Esta es la razón por la cual los partidos religiosos en Israel tienen un “Consejo de Sabios de Torá” quienes formulan las políticas para los políticos.

Un ignorante le preguntó una vez al rabino: “¿Cómo se puede llegar a tomar una decisión basada en la lógica de la Torá?”. Su inusitadamente franca respuesta fue: “Piensa bien el asunto, y decide que es lo que tu inculta mente considera la mejor acción posible – y luego haz lo contrario. ¡Esta es probablemente la lógica de la Torá!”. El rabino estaba explicando que sin la amplia perspectiva moral de la Torá, una persona a menudo concluirá lo que va según el interés de su propia parcialidad, sin buscar la verdad moral.

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El rey judío

La Torá nos ordena designar un monarca. A diferencia de la mayoría de los monarcas en la historia, quienes estaban mayormente preocupados por sí mismos, la Torá considera a una monarquía benevolente – preocupada del bienestar del pueblo – como la mejor forma de gobierno. (Los cientistas políticos modernos coinciden en teoría; el problema es que los políticos son a menudo demasiado poco confiables como para poner las necesidades del pueblo antes que las propias).

A pesar de esto, el pueblo judío en los tiempos bíblicos funcionó sin un rey durante más de 300 años: Desde Yehoshua hasta Shaul, los Jueces gobernaron la nación. Cuando el pueblo se acercaba al profeta Shmuel y le pedía un rey, el se entristecía mucho, “¿No es acaso Dios su rey?”. Dios se le apareció a Shmuel y lo consoló: “No es a ti a quien han rechazado, ¡es a Mí!”.

Pregunta: ¿Por qué estaba Shmuel tan disgustado? ¿Acaso no ordena la Torá específicamente que designemos un rey?

Respuesta: El periodo de los Jueces se caracterizó por el funcionamiento de toda la nación bajo el “sistema de honor”. Los Jueces no contaban con una fuerza policial o con un ejército para hacer cumplir sus decisiones. El Libro de Jueces registra dos calamidades que fueron resultado de la ausencia de un rey para ejercer su autoridad sobre la nación. Sin embargo, desde cualquier punto de vista, ¡dos incidentes en 300 años es un excelente historial! ¿Qué pasaría en la ciudad de Nueva York tan sólo un día sin fuerza policial? (¡O incluso con fuerza policial!)

Dios estaba consciente de que eventualmente la nación necesitaría una autoridad central y por lo tanto ordenó un rey. Sin embargo, en los tiempos de Shmuel, el pueblo podía haber aguantado más. Ellos querían un rey por razones ceremoniales, la pompa y la gloria del “cambio de mando”. Esto fue considerado como rechazar a Dios. (Rav Avigdor Miller).

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Limitaciones del Rey

El propósito del monarca era elevar el nivel espiritual del pueblo. Él debía tener a su lado ,constantemente, un pequeño rollo de la Torá y leer de el.

El rey también tenía que mostrar gran humildad. La plegaria de la Amidá contiene cuatro bendiciones en las cuales debemos inclinarnos y hacer una reverencia. El Gran Sacerdote tenía que hacer una reverencia en cada una de las 19 bendiciones. El Rey rezaba toda la plegaria postrado. La Torá enseña que mientras más razón tiene uno para ser arrogante, más debe trabajar para contrarrestar esta tendencia.

La Torá limita al rey en 3 áreas: Él no puede tener una abundancia de esposas, caballos, plata y oro. Esto es para prevenir que se consienta a si mismo demasiado y que solamente busque más poder. El rey Salomón tenía 1,000 esposas. Su intención era unificar el mundo entero y enseñarles moralidad. ¿Qué mejor forma de ganarse la aprobación de un rey gentil que casándose con su hija? Salomón asumió que la razón que da la Torá, de que “ellos no deben alejar su corazón de Dios” (Deuteronomio 17:17) si es que no aplicaba a él (debido a que Dios le había concedido sabiduría), estaba permitido.

Los rabinos condenaron fuertemente la decisión de Salomón, diciendo que ¡pueden haber otras razones para una mitzvá que tú no entiendes! Al final, una de las esposas practicó idolatría en el palacio y Salomón fue considerado responsable.

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Regalos para el Cohen

En los días del Templo, los judíos estaban obligados a llevar al Cohen un total de 24 regalos, incluyendo:

- Cuando un judío mataba un animal, él tenía que donar el brazo, la mejilla y el estómago al Cohen. Esto simbolizaba dedicar las acciones, las palabras y el disfrute personal a Dios (Rav Hirsch).

- La porción de “trumá” de los granos.

- La primera lana de los corderos.

El concepto es sentir gratitud hacia Dios por cada regalo que recibimos de Él, y mostrar nuestra gratitud donándole a aquellos que lo representan en la tierra. El hecho de que el Cohen y el Levi estaban sometidos a la generosidad de la nación y no tenían propiedad, los ponía en una posición muy precaria. Los israelitas tenían la opción de elegir a qué Cohen o a qué Levi donarle, ¡y cualquier Cohen o Levi podía morirse de hambre si no le caía bien a nadie!

Está especificado que esta cláusula de “selectividad” no demuestra que los descendientes de Aarón fueron los probables autores de la Biblia. Tampoco lo es la dinastía del Rey David – ¡quienes claramente relatan sus errores más que nadie! En resumen, por proceso de eliminación, ¡el único autor de la Biblia que podría ser totalmente objetivo es Dios mismo!

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Magia negra

Además de la profecía, existe una “puerta trasera” para obtener conocimiento del futuro. La Torá prohíbe frecuentar a quienes leen la fortuna, adivinos, astrólogos o quienes leen las palmas de las manos. Se nos ordena tener “Completa fe en Dios” (Deuteronomio 18:13). Esto significa confiar en Dios, para bien o para mal. No siempre entendemos Su plan, pero entender esto, nos permite lidiar con todas las situaciones. Esta conciencia levanta al pueblo judío por sobre todas las formas de “magia negra”.

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Derechos de "copia"

"No muevan las marcas de los bordes" (Deuteronomio 19:14). Esto significa no se escabullan tarde por la noche y muevan la división entre su campo y el campo del vecino – incluso un poquito. Luego de unos cuantos movimientos como estos la pérdida puede ser sustancial. Esto puede aplicarse al plagio en sus varias formas, tanto como a leyes de derechos de reproducción y a todas las esferas de la competencia desleal.

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Falsos testigos

En una corte judía, la forma más confiable de evidencia son dos testigos hombres adultos. Si dos pares de testigos se contradicen, ellos se anulan mutuamente. (Ver parashá Shlaj en relación a los 10 espías en contra de dos).

Sin embargo, hay un caso en que la Torá específicamente le cree al segundo par por sobre el primero. Imagina que el primer par testifica que ellos presenciaron un acto en un determinado momento en un determinado lugar (por ejemplo, “6 AM en Miami”), y el segundo par de testigos declara, “Sabemos que tú no lo viste, ¡porque tú estabas con nosotros en Toronto!”. En tal caso le creemos al segundo par, porque el primer par no puede testificar en su propia defensa. Por lo mismo que parientes no pueden testificar unos por otros, así también, se considera que un individuo tiene relación consigo mismo y no puede atestiguar en su propia defensa.

La Torá decreta que estos falsos testigos (los primeros) deben sufrir el mismo castigo que ellos pretendían causar al acusado – ya sea pago, azotes, ¡o incluso pena de muerte! Si esto no puede hacerse, ellos reciben azotes por el pecado de presentar falso testimonio.

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Leyes de guerra

Lo que sigue son 3 leyes concernientes al pueblo judío en tiempos de guerra (excluyendo una guerra de liberación de la tierra). Dos de estas leyes están en esta parashá, seguidas por una ley en la parashá siguiente, e interrumpidas por la ley del “ternero muerto”.

LEY #1: Cuando los soldados están reunidos para unirse a la batalla, primero se les pregunta si se han casado recientemente, construido una casa nueva, plantado un viñedo, o tienen miedo de sus malas acciones. Aquellos que respondían positivamente estaban exentos del deber militar. El concepto es que ellos serían malos soldados debido a que estarían siempre enfocados en “¿quién tomará a mi esposa, casa o viñedo si yo no regreso?”.

LEY #2: Cuando sitien una ciudad, si deben cortar árboles para construir una plataforma para atacar la ciudad, no corten árboles frutales. ¡Esto es ecologismo en la Torá! Esta es la prohibición general en contra de perder una fuente de alimento o algún otro recurso (¡recuerden a los niños muriéndose de hambre en África y terminen de comer su espinaca!). La Torá también compara a las personas con los árboles en base al poder de crecimiento que ellos comparten.

LEY #3: La mujer cautiva se discute en la parashá de la semana siguiente.

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El ternero muerto

Una victima de homicidio fue encontrada entre dos ciudades con una herida abierta. El asesino ni siquiera se molestó por esconder su acción. El Sanedrín desde Jerusalem vino a medir la ciudad más cercana, y los ancianos de esa ciudad deben llevar un ternero joven, que nunca había llevado carga, a un valle que nunca fue plantado (haciendo referencia a la víctima que no tendría más descendencia), y quebrar su cuello. Luego los ancianos se lavan las manos sobre el ternero muerto y proclaman:

“Nuestras manos no derramaron esta sangre, ni nuestros ojos han visto quien ha perpetrado esta acción. Ten piedad sobre tu pueblo y expía esta sangre inocente” (Deuteronomio 21:7).

El significado de esta ceremonia era enfatizar la aversión ante el derramamiento de sangre inocente. Si alguien tenía tan poca preocupación por la opinión publica que ni siquiera intentó esconder su acción, esta era una falla de primer grado. Los ancianos de la ciudad más cercana eran indirectamente responsables por no haber proveído provisiones para el caminante (asumimos que esta víctima era un caminante), y más básico aún, por no educar a la población del horror del derramamiento de sangre.

Pregunta: ¿Por qué es insertada esta sección en medio de las leyes de guerra?

Respuesta: Los soldados pueden acostumbrarse al derramamiento de sangre hasta que les produce muy poca impresión emocional. La Torá quiere que seamos sensibles al horror de matar, incluso cuando tenemos que llevar a cabo guerras. Toda la nación, incluyendo su cuerpo de sabios, deben estar indignados por el hallazgo de una víctima de homicidio. Toma la vida seriamente, y no volverás de la guerra desensibilizado del valor de la vida (Rav Hirsch).

Esto forma parte de la actitud judía hasta el día de hoy.

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