La solución de la caridad

2 min de lectura

Trumá (Éxodo 25:1-27:19 )

Ideas claras y concisas sobre la parashá de la semana.

Cierta vez un hombre pobre tocó la puerta de mi casa, y mi primera esposa Elana (z.l.) contestó. Ella dudó de la historia que el hombre le relató, pero como no quiso dejar ir a un necesitado con las manos vacías le dio una pequeña donación. Él tomó el dinero, pero dijo que tenía muchísima hambre ya que no había comido en días, por lo que necesitaba más dinero para comprar comida. Mi esposa, que siempre sabía cómo actuar, le pidió que aguardara unos instantes ya que ella le prepararía algunos sándwiches. Él dijo que no quería sándwiches, ¡que quería el dinero! Entonces ella replicó que si realmente estaba hambriento, los sándwiches serían una mejor opción. En ese momento, él se marchó en busca de pastos más verdes. Aquel hombre estaba hambriento, ¡pero no tanto como para querer comer!

Cuando en esta parashá se le solicita al pueblo judío hacer una contribución para la construcción del Tabernáculo, no se les pide dinero, sino que se les pide materiales: oro, plata, bronce, telas, madera, etc.

Creo que esto y la historia de mi esposa ilustran el mismo principio: Cuando se da caridad, es muy fácil escribir un cheque y desentenderse. La Torá nos enseña que la caridad no se trata de eso. No se trata de donar dinero, sino de solucionar problemas, de tomar responsabilidad.

Dios le dice al pueblo judío: "No escriban cheques a Moshé y esperen que él se encargue de comprar todo lo necesario. El Tabernáculo es responsabilidad de ustedes tanto como de Moshé. Vean que es lo que se necesita y tráiganlo". Del mismo modo, cuando un hombre hambriento se acerca a tu puerta, no le des dinero y que él se vaya a comprar la comida, ¡dale tú una comida! Cuando una persona necesita $10.000 para una operación, no le des $1.000 y que él se haga cargo de todo lo demás, ¡llama a nueve de tus amigos y soluciona el problema! La caridad no es solamente “aliviar la carga” del otro, sino sacarle la carga de encima.

Otro error que se suele cometer es pensar “Si yo no soy rico, no puedo dar caridad”. El dinero es una pequeña parte de lo que se debe dar en caridad. El tiempo, la energía, el apoyo, el amor y la amistad por lo general significan mucho más. Además de dar el 10% de nuestros ingresos para ayudar a otros, deberíamos dar también el 10% de nuestro tiempo.

Cuando debo hacer mi para nada favorita actividad de recaudar fondos, suelo decirle a la gente que los problemas de la comunidad judía son tanto suyos como míos. Les digo que no me escriban un cheque y se olviden del asunto, ya que ¡no les permitiré escaparse tan fácilmente! Les digo que deben involucrarse y trabajar para solucionar los problemas de la comunidad junto conmigo.

La caridad se trata de responsabilizarse personalmente por los problemas. Ya sea darle comida a un hombre hambriento o donar materiales al Tabernáculo. No se trata sólo de dinero. Se trata de soluciones.

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