El Rey de Israel

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Shoftim (Deuteronomio 16:18-21:9 )

Enseñanzas de vida seleccionadas de la parashá semanal y de las fuentes de nuestros sabios.

Ronald Reagan observó algo interesante sobre la constitución soviética. Dijo que si bien la mayoría de sus leyes eran ignoradas, el texto mismo era bastante bueno: afirmaba los derechos humanos y las libertades; en muchos aspectos era similar a la Carta de Derechos estadounidense. Pero Reagan resaltó una distinción vital entre ambas: en la constitución soviética, el gobierno le otorga los derechos al pueblo, mientras que en la constitución estadounidense, el pueblo le otorga los derechos al gobierno. La diferencia es profunda: si la fuente suprema de poder está en el gobierno o en el pueblo.

Buena parte de Shoftim, la parashá de la semana, describe el rol y las responsabilidades de un rey de Israel. En la era actual de democracia, la idea de un “reino” puede resultar antigua y opresiva.

Sin embargo, a diferencia de otros monarcas, el poder del rey de Israel está limitado por la Torá. Él no puede acumular dinero ni caballos y tiene prohibido casarse con un gran número de mujeres. Más aún, debe llevar todo el tiempo una pequeña copia de la Torá para recordar sus obligaciones.

A partir de todas estas reglas, el Gaón de Vilna dice que no sorprende que una persona pueda ser forzada a convertirse en rey. A simple vista, podríamos preguntarnos por qué alguien rechazaría la oportunidad de ser rey con todo el honor, el poder y la riqueza que obtendría.

En verdad, el puesto de rey contaba con muchas y difíciles responsabilidades, entre ellas asegurar el éxito militar de Israel. A diferencia de otras monarquías, ¡el rey israelita debía ir al campo de batalla y luchar al frente con su pueblo! Que deba arriesgar su vida prueba que es un sirviente del pueblo. Ahora se entiende por qué alguien rechazaría el puesto.

Quizás lo más importante sea que el reino de un rey judío jamás es impuesto sobre el pueblo. El poder del rey se origina exclusivamente en el hecho de que todos los ciudadanos lo apoyan. Por ejemplo, cuando el Rey David acusó a un enemigo de rebelarse en su contra, Abigail le recordó que en ese momento él no tenía el apoyo absoluto del pueblo, por lo que su reclamo era injustificado.

La idea judía es que cualquier forma de gobierno es una necesidad pragmática. El Talmud (Pirkei Avot) señala que "si no fuera por el temor al gobierno, las personas se tragarían vivas unas a otras". Entonces, de acuerdo con muchos comentaristas, establecer el reinado judío cumple con la mitzvá de preservar la paz en la nación.

En un nivel más profundo, esto nos enseña que la monarquía sólo es necesaria debido a la debilidad espiritual de la nación. Si las personas actuaran con el temor adecuado a Dios, no sería necesario un gobierno formal. Quizás esto explica la opinión del Talmud respecto a que en la Era Mesiánica (cuando la existencia de Dios será obvia), no habrá dirigentes humanos. 

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