La educación judía

2 min de lectura

Vaiélej (Deuteronomio 31 )

Enseñanzas de vida seleccionadas de la parashá semanal y de las fuentes de nuestros sabios.

El judaísmo siempre entendió que el futuro del pueblo depende de los valores que logren inculcarse durante la juventud. Por eso la Torá no nos ordena estudiar Torá, sino enseñarles Torá a nuestros hijos. Un fascinante Midrash dice que cuando venga el Meshíaj todos saldrán a recibirlo, excepto los niños que se quedarán en el aula estudiando Torá.

Quizás esto explique la ausencia de televisores en muchos hogares religiosos actuales. Se cree que el beneficio potencial de ver programas educativos queda completamente anulado por la exposición a programas de menor gusto. ¿Por qué someter a un niño a la impureza cuando tratamos de inculcarle valores de santidad? Además, incluso cuando los programas son beneficiosos, a menudo esas horas hubieran sido mejor invertidas leyendo.

El tema de la educación juega un rol en Vaiélej, la parashá de esta semana. En ella se habla de la mitzvá de Hakel (reunir). Durante la época que había Templo, una vez cada siete años todo hombre, mujer y niño judío debía ir a Jerusalem. Allí, el rey leía secciones de Deuteronomio que se referían al pacto entre Dios y la nación judía. La Torá explica que el objetivo de esto era que el pueblo “escuche, aprenda y le tema a Hashem, su Dios”.

Interesantemente, el versículo siguiente señala específicamente a nuestros bebés, diciendo: Y los hijos que no entienden, escucharán y aprenderán a temerle a Hashem, su Dios. ¿Qué beneficio puede tener incluir a niños “que no entienden”? ¡No es simplemente porque sus padres no tenían con quién dejarlos! La Torá deja claro que la presencia de los niños en la ceremonia de Hakel les hará “aprender a temerle a Hashem, su Dios”.

El Sfat Emet, un maestro jasídico del siglo pasado, da muchas razones para este mandamiento. Primero sugiere que el entendimiento consciente no es la única forma en que un ser humano aprende. A pesar de que un niño no entienda conscientemente las palabras dichas durante Hakel, su alma puede verse muy afectada.

Además, el Sfat Emet señala que cuando el niño crezca, valorará más la importancia del estudio de Torá porque sus padres viajaron muchos kilómetros sólo para que él pudiera oír al rey leer la Torá. La experiencia prueba esta idea: muchos de los más grandes eruditos de Torá surgieron de hogares humildes, en los que los padres sacrificaron necesidades básicas para que sus hijos recibieran la mejor educación de Torá.

En el análisis final, lo que importa no es lo que les damos a nuestros hijos, sino los sacrificios que hacemos por ellos, particularmente en el área de la educación.

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