Milagros y magia

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Vaerá (Éxodo 6:2-9:35 )

Enseñanzas de vida seleccionadas de la parashá semanal y de las fuentes de nuestros sabios.

Con el pasar de los siglos, muchos adherentes a diversas religiones trataron de probar a través de milagros que ellos poseían la religión “verdadera”. Sin embargo, Maimónides declara: Cuando una persona está dispuesta a darle credibilidad a una religión en base a reportes de milagros, entra en un territorio peligroso, porque uno nunca sabe si los “milagros” son una ilusión óptica o un truco de magia.

Si bien claramente en la tradición judía no faltan milagros, el judaísmo rechaza la idea de que nuestra creencia se base en ellos. Como dijo Martín Buber, el fundamento teológico de nuestra religión es una afirmación única en la historia: que Dios le habló en una revelación nacional a todo el pueblo judío en el Monte Sinaí. La base del judaísmo se construye sobre un evento histórico verificable, no sobre relatos de actos milagrosos.

Pero nos sigue quedando una pregunta: ¿Cómo responde el judaísmo a los relatos de milagros de otros pueblos y cultos? Esta pregunta está en el centro de la parashá de la semana, Vaerá. Moshé se acerca al faraón y le pide que le dé al pueblo judío un breve respiro de sus labores para que puedan ir al desierto y servir a Dios. Para darle más fuerza al pedido ante los ojos del faraón, Dios le dice a Moshé que su hermano Aharón debe arrojar al suelo su vara frente al líder egipcio y que esta se convertirá en una serpiente.

Aharón lo hace, pero el faraón no se impresiona y sus sabios logran hacer lo mismo. Si bien la vara de Aharón termina tragándose a todas las varas egipcias, el faraón permanece inmutable.

Hay muchas explicaciones respecto a cómo los sabios egipcios lograron hacerlo. Maimónides rechaza categóricamente la posibilidad de que haya alguna clase de poder o magia. De acuerdo con su opinión, toda clase de brujería es pura insensatez, por lo que ninguna persona racional debería darle credibilidad. Él dice que los relatos sobre “fuerzas” astrológicas son mentiras, inventadas para controlar a las masas, quitarles dinero y convertirlas en fieles.

Sin embargo, otros no están de acuerdo. Najmánides, cuyo comentario está lleno de misticismo judío, sostiene que los egipcios eran capaces de realizar actos sobrenaturales. Él afirma que poseían conocimientos sobre el mundo espiritual y que para lograr sus objetivos podían manipular fuerzas negativas, en especial “fuerzas de destrucción”. Dios creó esas fuerzas para darle al hombre el libre albedrío de elegir utilizar las fuerzas “del bien” o las “del mal”.

Una interesante postura intermedia la presenta el Abarbanel (siglo XV, España). Él nota que, por un lado, muchos versículos bíblicos indican que sólo Dios puede realizar actos sobrenaturales. Pero por otro lado, la Torá declara explícitamente que los egipcios realizaban magia a través de encantos y brujerías. La conclusión del Abarbanel es que los egipcios realizaban trucos, pero lo hacían con la ayuda de esas fuerzas espirituales.

Me gustaría sugerir una explicación alternativa a las acciones de los egipcios (y al fenómeno general de los milagros realizados por personas de diversos cultos):

Al crear Su mundo, Dios puso en él una fuerza increíblemente poderosa llamada “fe”. Esto significa que si reúnes en un cuarto la cantidad suficiente de personas que comparten una fuerte creencia en algo, esas personas pueden llegar a ser capaces de generar un milagro.

Basado en este enfoque, el éxito de las acciones no atestigua la verdad de sus creencias, sino más bien la fortaleza de su fe. La fe es una fuerza en sí misma. En la religión, al igual que en la psicología humana, lo que crees puede tener un gran impacto en la realidad.

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